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Los cibercriminales pueden gestionar decenas de grupos de manera simultánea y operar desde cualquier punto del mundoOleshko Artem | iStock

Cádiz

La estafa que empieza con un 'me gusta': así funciona el fraude que engancha a miles de jóvenes en España

Los ciberdelincuentes realizan pequeños pagos iniciales para generar confianza antes de exigir dinero

La Policía Nacional ha detenido recientemente en Algeciras dos jóvenes de 20 y 22 años por su presunta implicación en la llamada estafa de los likes. El caso refleja la creciente sofisticación de un engaño que utiliza como gancho falsas ofertas para ganar dinero con tareas sencillas en redes sociales, como dar 'me gustas', seguir cuentas o ver vídeos.

Diego León Casas, director general de Flameera, empresa especializada en seguridad informática, explica que se trata de «una estafa piramidal clásica pero adaptada al entorno digital». El proceso comienza cuando la víctima es añadida –sin solicitarlo– a grupos de Telegram o WhatsApp donde se ofrecen trabajos supuestamente simples y bien pagados.

Los ciberdelincuentes realizan pequeños pagos iniciales para generar confianza antes de exigir dinero. «La clave está en que, para acceder a esos nuevos niveles del negocio, la víctima tendrá que hacer pagos. Dependiendo de la víctima y del momento, los estafadores juegan con pagos y cobros para extraer la mayor cantidad de dinero posible. Cuando lo consiguen, desaparecen», advierte el experto.

El atractivo del engaño entre los jóvenes no es casual. Las tareas están vinculadas a plataformas muy familiares para ellos, lo que reduce la sensación de riesgo. A ello se suma que «los pagos iniciales son pequeños y más atractivos para gente con poca capacidad económica». Todo ello se completa con la poderosa influencia del grupo, donde supuestos usuarios presumen de ganancias.

Sin embargo, existen señales claras que deberían activar las alarmas. «Nadie que busque trabajadores legítimos los añade aleatoriamente a un grupo de WhatsApp o Telegram», indica el experto. También es sospechoso que se pague por tareas sin valor real, como dar un 'me gusta'. Esas recompensas iniciales son puro cebo. Además, los grupos están repletos de perfiles falsos gestionados por la propia red criminal. «Tienen la misma finalidad que los colaboradores de un trilero», enfatiza el director general de Flameera.

Diego León Casas, director general de Flameera

Diego León Casas, director general de FlameeraCedida

El caso de Algeciras ha revelado otro aspecto clave, como es la existencia de mediadores que abren y mueven dinero entre cuentas. Estas figuras se sitúan en un nivel intermedio dentro de la estructura delictiva. «En la cúspide están los organizadores, que controlan la operación y desaparecen cuando han obtenido suficiente», explica León Casas.

En la base de la pirámide se encuentran las víctimas finales. Son ellas quienes, presionadas por supuestos incentivos, acaban reclutando a amigos o familiares, lo que hace crecer la red con rapidez y complica la investigación policial. Este componente piramidal explica por qué el fraude se expande tan velozmente y por qué resulta difícil rastrear el destino del dinero una vez que la organización decide desaparecer sin dejar rastro.

Las plataformas de mensajería juegan un papel central en todo el proceso. Telegram y WhatsApp permiten que un usuario sea añadido a grupos sin su consentimiento si no ha configurado correctamente la privacidad. Para León Casas, una de las primeras medidas preventivas es precisamente ajustar estas opciones: «Conviene configurar que solo tus contactos puedan añadirte a un grupo». No es una solución definitiva, pero sí un filtro que dificulta la acción de los estafadores.

Para evitar caer en promesas de «dinero rápido», el experto insiste en la importancia de la educación digital. «Todos estos engaños explotan las mismas debilidades: la credulidad, la búsqueda de dinero rápido, el creerse especial», señala. La concienciación temprana en jóvenes y familias es fundamental, especialmente en un contexto donde la presión económica hace más tentadora cualquier oportunidad, por absurda que parezca.

Las fuerzas de seguridad se enfrentan a importantes desafíos, ya que la velocidad de expansión de estas redes es enorme. Los cibercriminales pueden gestionar decenas de grupos de manera simultánea y operar desde cualquier punto del mundo. «Los delitos son internacionales, y eso dificulta enormemente la capacidad de respuesta», afirma León Casas. A ello se añade que muchas víctimas no denuncian por vergüenza o porque creen que han perdido poco dinero, lo que limita el margen de actuación policial.

De ahí la insistencia en denunciar siempre. Cada testimonio contribuye a generar un mapa más preciso del fraude y ayuda a las autoridades a frenar su expansión. Mientras tanto, casos como el de Algeciras recuerdan que la estafa de los likes no es un juego inocente, sino una maquinaria diseñada para aprovechar la confianza, la necesidad y la inexperiencia de miles de usuarios que buscan en internet oportunidades que, en muchos casos, no existen.

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