
José Ángel Saiz Meneses, durante la entrevista con El Debate
Entrevista al Arzobispo de Sevilla
Saiz Meneses: «La vida es peregrinación; y ese camino ha de hacerse en compañía alejados del individualismo»
El prelado valora en esta entrevista en El Debate un 2025 especialmente intenso para su archidiócesis: «Más que hablar de éxito o fracaso de estos acontecimientos, lo relevante es hacerlo de fruto pastoral, y creo que lo hemos conseguido»
El presente año está siendo especialmente intenso para la Archidiócesis de Sevilla, que ya terminó el anterior con la celebración en la ciudad del II Congreso Internacional de Hermandades, que daría pasó a una procesión extraordinaria multitudinaria. Tras ello, el Año Jubileo llevaría a 'El Cachorro' a Roma, para participar en el Jubileo de las Cofradías. Todo ello, sin descuidar otros acontecimientos más rutinarios como la celebración de la Semana Santa o la peregrinación de las hermandades sevillanas a El Rocío, en unos meses marcados por el fallecimiento del Papa Francisco y la elección de León XIV como sucesor.
–Mes y medio después del fallecimiento del Papa Francisco, ¿qué le queda en la memoria de su papado?
–Tuve con él una relación muy directa, desde que lo conocí personalmente en 2006, cuando vino a predicar ejercicios espirituales a los obispos de España cuando era cardenal arzobispo de Buenos Aires. Recuerdo que le pregunté sobre la idea de crear el seminario de Tarrasa, cuya Diócesis tenía en ese momento año y medio de existencia. Después, ya como Papa, en 2013, y para mi sorpresa, me volvió a preguntar por el seminario. Siempre que lo he saludado, me ha preguntado por este tema que le interesaba mucho. Creo que me tenía muy identificado con ello. La última vez que pude saludarlo fue cuando la Comisión Ejecutiva que organizó el II Congreso Internacional de Hermandades viajó al Vaticano a darle parte de cómo había ido todo. Él ya tenía bronquitis y al cabo de unos días fue ingresado, pero como siempre, estuvo muy atento y nos dio sus consejos. Creo que siempre supo entender el momento que vivía la Iglesia, para la que ha supuesto una sacudida pastoral, así como una sacudida social para el Occidente rico. Su llamada fue la de la implicación y la participación de todos. Los procesos que inició seguirán hacia adelante.
–El Papa Francisco falleció en 2025, año en el que se celebra el Año Jubilar, ¿qué balance hace de la Gran Procesión del Jubileo de las Cofradías?
–Nosotros recibimos la invitación de la organización para que el Santísimo Cristo de la Expiración, conocido popularmente como El Cachorro, participara en la procesión de Roma, al igual que sucedió con la Esperanza de Málaga. Ha sido un motivo de alegría y de viva participación, y con un gran trabajo por parte de la hermandad. Más que hablar de éxito o fracaso, a mí me gusta hablar de fruto pastoral y espiritual, y creo que se ha conseguido. La procesión se organizó para los peregrinos de todo el mundo que participan en el Jubileo, y creo que hermandades y cofradías pudieron salir de allí muy confortados espiritualmente y muy reforzados en su empeño.

El 17 de abril de 2021 Mons. Saiz Meneses fue nombrado arzobispo de Sevilla y el 12 de junio de 2021 tomó posesión de la archidiócesis hispalense.
–Quiere la casualidad que si ahora estamos hablando de peregrinación, justo ahora en Andalucía acaba de terminar otra muy importante, la que hacen las hermandades a la aldea de El Rocío…
–Yo repito que nuestra vida es una peregrinación desde el nacimiento hasta el traspaso a la casa del Padre y con ese espíritu hemos de recorrer el camino. No recorremos ese camino de una manera individualista, sino en familia, en hermandad, en comunidad y en Iglesia. Al estar en camino, el equipaje ha de ser, por tanto, ligero, porque si la mochila está muy cargada no podemos avanzar. Y en ese marco, El Rocío y las peregrinaciones jubilares lo representan muy bien, como así una procesión, porque todo ello es una metáfora de la vida del cristiano.
–Este año, hubo otra procesión que quizá pasó más desapercibida pero con un gran significado: la que hubo por primera vez esta Semana Santa en el Polígono Sur, el barrio más desfavorecido de Sevilla
–Cuando tomé posesión hace cuatro años aquí en Sevilla, en una de las visitas, quise ir a Cáritas y otros lugares significativos como la Parroquia de Jesús Obrero del Polígono Sur. Allí ya me hablaron de su intención de constituirse en hermandad y el año pasado firmé el decreto de constitución. El ir con ellos recorriendo las calles de esa zona constituye una razón para la esperanza, porque las procesiones no son desfiles, es un acto de oración y de culto externo. La imagen misma tiene una fuerza no solo estética sino evangelizadora, pero los cofrades que la acompañan, con su fervor, también suponen un mensaje para todos los habitantes del barrio.
–Quizá entonces no haya tanta diferencias entre una procesión modesta como esta del Polígono Sur con la que hubo luego en Roma...
–La sustancia es la misma, aunque cambie el marco material. La obra caritativa y social de las hermandades es impresionante, donde la dimensión evangelizadora es un elemento transversal. En el Congreso de Hermandades concluimos que este ámbito de la Iglesia está vivo y en crecimiento, pero hemos de procurar que este sea interior y de ayuda a los más desfavorecidos, como sucede en el Polígono Sur, de ahí su nombre: Bendición y Esperanza. Y ese barrio a mí me genera esperanza.

El Arzobispo de Sevilla posa tras la entrevista en una de las estancias del Palacio Arzobispa
–¿Qué Archidiócesis se encontró en 2021 cuando llegó aquí a Sevilla y qué Archidiócesis le gustaría dejar cuando abandone el cargo?
–Encontré una Archidiócesis viva con 264 parroquias, donde en la mayoría hay vida pastoral, 125 comunidades religiosas de vida activa, 34 comunidades de vida contemplativa y la presencia notable de realidades eclesiales como el Opus Dei o el Camino Neocatecumenal. Y además de todo ello, 700 hermandades. Estamos ante una familia enorme e inmensa y ser el Arzobispo me parece un regalo del Señor. Lo que quiero es ayudar a la conversión de los demás, aunque siempre alerto del peligro de la autocomplacencia. Hemos de procurar estar muy abiertos a la gracia de Dios para seguir siendo una Archidiócesis viva y misionera, que no se conforme y crezca tanto en su misión exterior como en el interior de las personas.
–¿Qué es lo que más le preocupa o cuál es su último pensamiento del día antes de irse a dormir?
–A nivel personal, siempre me ha preocupado ser fiel a Cristo, y exhortar a los demás a responder a la llamada, pero eso al primero que se lo predico es a mí mismo. Espero que toda la familia diocesana seamos un instrumento dócil. Por ejemplo, si vivimos un año jubilar tan especial, debe producirse un crecimiento significativo en nuestra vida cristiana, y a su vez, un cambio significativo que se note en los barrios más deprimidos de la zona. No vamos a poder arreglar todos los problemas, pero lo debemos intentar. No lo tuvieron más fácil Pedro, Pablo y los que nos han precedido.