Mural en Enjambre representando a Tiresias, pastor protagonista de la novela de Rafael Cabanillas

Mural en Enjambre representando a Tiresias, pastor protagonista de la novela de Rafael CabanillasColossus Studio

Las mejores rutas literarias de Castilla-La Mancha para aunar en un mismo viaje turismo y lectura

Autores clásicos y contemporáneos han desglosado la multitud de encantos de la región que quedan recogidos en rutas basadas en su literatura

Las rutas literarias promueven un turismo interesado en conocer los lugares que dieron vida a grandes historias, personajes y leyendas que irán por siempre ligados a la región. Por ello, Castilla-La Mancha cuenta con multitud de opciones para adentrarse en los paisajes que dieron forma a grandes obras de calado.

De esta manera, compaginar la lectura de una obra, mientras dedicas unos días a recorrer las calles donde suceden los hechos o aquellos que inspiraron a los autores, presenta una opción cultural de lo más llamativa. Grandes escritores de la actualidad y por supuesto de la literatura clásica, encontraron en la actual región la materia prima perfecta para dar forma a sus escenarios.

El patrimonio arquitectónico y los espacios naturales de Castilla-La Mancha han sido y siguen siendo el escenario perfecto de novelas y poemas de calado internacional. Sus contrastes dan lugar a temáticas dispares, pero han marcado la cultura de aquellos apasionados de su tierra y también, de los que han realizado un viaje imaginario a través de sus páginas.

A continuación, se presenta una pequeña muestra de las diferentes opciones que los amantes de la literatura pueden escoger para adentrarse en un mundo literario único. Una experiencia enriquecedora a través de paisajes de ensueño, gastronomía de calado y proyección cultural imperdible.

La ruta de don Quijote

Fragmento del cartel de la XVI lectura universal del Quijote en Esquivias

Fragmento del cartel de la XVI lectura universal del Quijote en EsquiviasEUROPA PRESS

«En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda».

La más reconocida de todas las mencionadas es, como no podía ser de otra forma, la ideada por Miguel de Cervantes: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. El escritor nacido en Alcalá de Henares nunca vería realizado el triunfo real de su obra, la segunda más traducida de la historia, solo por detrás de la Biblia.

La considerada como primera novela moderna es un viaje en sí mismo y la ruta la marca la propia historia. Desde la cárcel de Argamasilla, el autor encontró la inspiración para dar lugar al relato, que incluso hoy, refleja a la perfección el sentir y vivir de la Mancha.

La ruta original del Quijote ocupa hasta 2.500 kilómetros teniendo en cuenta los periplos finales por Aragón y Barcelona, pero la ruta literaria los ha reducido en su versión más manchega, a tan solo 83 kilómetros por los cuales el turista se adentra en algunos de los lugares más identificables de la historia.

La ruta ideada establece el punto de partida en Argamasilla de Alba, lugar donde la novela fue concebida. La Casa Medrano presenta una arquitectura típica manchega y la localidad suma otros lugares referenciados por Cervantes, como el Castillo de Peñarroya y la Iglesia de San Juan Bautista. La siguiente parada está en las Lagunas de Ruidera y Ossa de Montiel, donde se encuentra la repetidamente citada Cueva de Montesinos, que junto a El Toboso, inspiran la figura de Dulcinea.

Finalmente, las dos últimas etapas de la ruta circulan por El Bonillo y Munera. El primero guardan un interesante conjunto de arquitectura manchega donde pudo encontrarse El Retablo del Maese Pedro. El segundo, defiende la celebración de las Bodas de Camacho, que motiva certámenes literarios y festines con platos descritos en el pasaje de la boda.

Una forma de aglutinar varios de los puntos de interés del Quijote, no todos desde luego, pero algunos de los más reseñables en el devenir de las aventuras del hidalgo. Leer el Quijote es casi una obligación para cualquiera nacido en sus tierras y esta es una buena ocasión para promocionar su lectura rodeada del entorno único, que marca la narración de sus aventuras.

El Lazarillo de Tormes

El Lazarillo de Tormes

El Lazarillo de TormesGoya

«Y pienso, para hallar estos negros remedios, que me era luz el hambre, pues dicen que el ingenio con ella se avisa y al contrario con la hartura, y así era por cierto en mí».

Si El Quijote da a conocer la cultura manchega y manera de vivir del soñador hidalgo, El Lazarillo da muestra de la reconocida picaresca española. Con un tono irónico y los ojos de un niño que se adentra en el mundo, se narran los vicios de la sociedad y las soluciones ingeniosas que el Lazarillo encuentra a diferentes situaciones.

La primera parada se sitúa en Almorox, primer descanso del ciego a quien acompañaba el Lazarillo. Con el objetivo de encontrar mayores riquezas que se correspondieran en limosna, llegan a la localidad donde reciben un racimo de uvas por caridad. Tras este episodio el camino les lleva a Escalona, donde tendría lugar el reconocible episodio en que el joven estampa al ciego contra un pilar. Una parada que debe ser reposada ante la variedad de encantos que ofrece el pueblo, como la Plaza Mayor, las murallas y el castillo.

La ruta continúa en un deleite paisajístico por Maqueda, donde el Lazarillo vivió una de las más divertidas anécdotas junto al cura con el que 'escapó del trueno y dio en relámpago', como cuenta el autor anónimo. Antes de Toledo, aparece Torrijos con su esplendor comercial en la época. Allí merece la pena la visita al palacio de Pedro I ‘El Cruel’ y la Antigua Colegiata del siglo XVI.

La ruta concluye en Toledo, la ciudad Patrimonio de la Humanidad donde el Lazarillo quedó superado por sus grandes construcciones nunca vistas por sus jóvenes ojos: «di conmigo en esta insigne ciudad de Toledo, adonde, con la merced de dios…». Un final perfecto para adentrarse en uno de los lugares más bonitos e importantes de la historia de España.

Viaje a la Alcarria

Camilo José Cela durante su viaje a la Alcarria

Camilo José Cela durante su viaje a la AlcarriaArchivo Fundación Pública Gallega Camilo José Cela

«El viajero, de nuevo sobre la carretera, recién descansado, piensa en las cosas en las que no pensó en muchos años, y nota como si una corriente de aire le diese ligeramente en el corazón».

Camilo José Cela presenta un auténtico homenaje a esta tierra que en el momento de posguerra, donde se escribió la obra, vivía en el olvido. No se desgasta en alardes banales y centra la virtud en la narración rutinaria de un recorrido de diez días a través de sus pueblos, donde lo cotidiano bastaba para mostrar las maravillas de la España profunda.

No hay ruta mejor descrita. Viaje a la Alcarria no es más que la crónica de viaje que el propio premio Nobel realizó entre el 6 y el 15 de junio de 1946. Él mismo confesó que se trata de su obra «más sencilla, más inmediata y directa» por la cual atraviesa hasta veintidós pueblos de la comarca por la que el autor gallego cruzó seis de sus ríos.

Partiendo desde Madrid hasta Guadalajara, Cela narra la preparación del viaje que fija su primera parada en Torija, lugar que hoy guarda el museo dedicado al libro. La siguiente localidad fue Brihuega, de la que destacó su color gris con aura de ciudad antigua y casas bien construidas. En la ribera del Tajuña se toparía con Masegoso y un poco más allá con Cifuentes hasta llegar a aguas del Tajo en Trillo, donde le llamaron la atención las ‘Tetas de Viana’.

Los siguientes pasos se toparían con Chillarón del Rey y Durón, «un pueblo donde la gente es abierta y simpática y trata bien al que va de camino; al viajero se le muestra curiosa e incluso amable». Así continuaría fascinándose con muchos más pueblos de La Alcarria, en lo que le llamó la atención la importancia que proyectaba Sacedón, las canciones de las mujeres en Auñón, la torre torcida de la iglesia de Hueva al igual que la de Pisa hasta el nostálgico final del viaje en Pastrana y Zorita de los Canes.

Rutas contemporáneas

La creación literaria sigue su curso y obras recientes ya han motivado la creación de rutas turísticas. Es el caso de los escritores Rafael Cabanillas (El Carpio del Tajo, Toledo) y Eloy Moreno, nacido en Castellón, pero inspirado en Toledo y Alarcón para dos de sus obras más reconocidas.

Con motivo de FITUR, Rafael Cabanillas presentó las rutas literarias de su trilogía ‘En la raya del infinito’ que acoge los títulos ‘Quercus’, ‘Enjambre’ y ‘Valhondo’. Tres relatos diferentes ambientados en los Montes de Toledo. Por orden de mención, la primera relata la historia de Abel y Lucía que ha incentivado la llegada de visitantes que van referenciados por la novela. Allí realizan una ruta senderista de siete kilómetros a la orilla del río Estena, para terminar visitando el granero donde pasan a hablar del libro.

En ‘Enjambre’ coge su nombre de una pedanía de Anchuras (Ciudad Real) y a través de un mapa literario guía a los visitantes a través de sus bellas sierras. Por último, ‘Valhondo’ relata los sucesos ocurridos en terreno de Robledo de Buey, donde gana importancia la cerámica talaverana de la ermita de Piedraescrita.

Con ‘Lo que encontré bajo el sofá’, Eloy Moreno transporta a su público a las entrañas de Toledo y al igual que le ocurre a Alicia, la protagonista, los visitantes primerizos experimentan un asombro que les lleva a enamorarse de la ciudad paseando por sus callejuelas y rincones.

Mientras, en su novela ‘El Regalo’ el protagonismo es para Alarcos, como villa histórica a la que llega el personaje literario y que le deja plenamente sorprendido ante las vistas recogidas por sus ojos a su llegada.

Estas son solo unas pequeñas muestras de las muchas rutas literarias disponibles en Castilla-La Mancha. Gran interés cobra también la del Mío Cid en Guadalajara o las rutas de Jorge Manrique, Francisco de Quevedo, Fernando de Rojas y otros muchos más con los que adentrarte en la región de la mano de la lectura.

Castilla-La Mancha forja un sólido mapa literario que permite al visitante perderse por las calles que dan vida a las historias de sus libros preferidos. Además, es una buena forma de seguir las huellas de los escritores inspirados en una tierra inagotable.

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