Recinto Ferial de Albacete en 1944

Recinto Ferial de Albacete en 1944Ejército del Aire

Mucho más que un Recinto Ferial: La historia del gran símbolo de Albacete

El recinto nació en 1783 cuando la villa de Albacete contaba con tan solo 7.000 habitantes, pero no se quedó corto con la gran proyección de la Feria declarada de Interés Turístico Internacional

Albacete cuenta con múltiples encantos desconocidos, pero la segunda semana de septiembre eleva el eco de la ciudad por cada rincón de España con su Feria de Interés Turístico Internacional. Un evento que ha evolucionado a través de los siglos, pero que bebe de la tradición más añeja en cuanto a concepto de feria se refiere.

Del 7 al 17 de septiembre, la Virgen de los Llanos, patrona de la ciudad, da pie a una celebración única visitada por millones de personas. Dentro de los festejos agendados, cabe destacar la presencia de un recinto sin iguales y que, en su mítica forma de ‘sartén’, se presenta como el gran orgullo de Albacete.

Mucho antes de que el recinto fuera más que un proyecto, la Feria de Albacete ya era una realidad desde el siglo XIV. Con orígenes medievales, la feria protagonizaba una oportunidad única para locales y vecinos de pueblos cercanos para adquirir mercancías difíciles de conseguir en la época y normalmente dirigidas a la agricultura y la ganadería, pero sin dejar de lado el culto religioso.

Siete siglos después, la feria mantiene el legado artesanal, pero el recinto ha variado en su dedicación. Gastronomía, tradicionales y fiestas sin igual se abren paso por el Recinto Ferial de Albacete, con artistas y espectáculos de renombre, aclamados hasta tal punto que en varias ocasiones, los españoles la han elegido como el mejor festejo de todo el país.

Historia de la Feria de Albacete

Redondeles de la Feria de Albacete

Redondeles de la Feria de AlbaceteCultura Castilla-La Mancha

La celebración de la Feria en Albacete se inicia en tiempos del medievo. Documentos del siglo XIV abalan la presencia de la feria, cuando en 1325, el señor de Villena, don Juan Manuel, ordena por escrito el traslado de las ferias de Albacete a Chinchilla, dando por entendido la presencia del festejo desde años anteriores.

Poco después, con la separación entre ambas localidades en 1375, Albacete nace como villa independiente trayendo de vuelta la feria a sus calles. El marqués de Villena, don Alfonso de Aragón, da fe y autoriza la vuelta de la típica feria, que durante el siglo XV arroja referencias que la sitúan en la actual calle Feria de la ciudad.

Ya en el siglo XVI, concretamente en 1542 y 1543, se constata por vía documental la presencia de la feria y su ubicación en la calle a la que da nombre. Todavía habría que esperar para la mudanza a la ubicación del recinto actual. Para ello, el papel de los monjes franciscanos resultó clave. Su convento presente en Los Llanos permite consolidar la feria gracias a la romería en honor a la patrona y en 1683 se solicita a Carlos II la concesión de liberar de impuestos a los mercaderes que venden sus productos durante el festejo en los días 7, 8 y 9 de septiembre.

Habría que esperar a la llegada de Felipe V para consumar la rogatoria y el privilegio fue concedido para los días del 7 al 11 de septiembre en el año 1710 y en 1783, la feria daría el salto definitivo con el proyecto del maestro Josef Ximénez. En sus planos se diseñó el edificio oficial de la feria, ubicado en las eras de Santa Catalina.

El Recinto Ferial

Grabado coloreado del Recinto Ferial en 1866

Grabado coloreado del Recinto Ferial en 1866La Musa

Tras años de tensión con los feriantes, desoyendo la petición municipal de celebrar la feria en el casco urbano y con división entre mercaderes que también acudían a Los Llanos, empieza a tejerse la idea de crear un edificio oficial para acoger la feria.

El primer pasó se dio en 1767 con la compra de unas lonjas que no tendrían finalmente mayor efecto, hasta que en 1783 se acuerda por fin erigir el lugar en las eras de Santa Catalina. Josef Ximénez se vio forzado a trabajar a toda prisa y en un mes quedaría asentada la planta circular todavía conservada en el Recinto Ferial. También la fachada con puertas a los lados de estilo neoclasicista y el conocido como ‘rabo de la sartén’ forman parte del primer proyecto, adelantado y moderno para la época hasta el punto de servir como base inamovible hasta tiempos actuales.

En 33 días, el arquitecto finiquitó la obra con ayuda de Antonio Cuesta, que recogió el testigo y añadió un segundo anillo tan solo un año después. Cabe destacar, que en el momento de la construcción la villa contaba con apenas 7.000 habitantes, por lo que la obra fue considera una exageración por muchos, pero el tiempo no tardó en dar la razón a sus promotores.

En el siglo XIX se instalaría un kiosco en el centro de la ‘sartén’, el mismo que sería sustituido en 1912 por el actual de estilo modernista diseñado por Daniel Rubio y al que todos los albaceteños llaman popularmente ‘El Templete de la Feria’. El recinto se culminaría en 1944 con la expansión hacia un tercer círculo y anteriormente en 1923 se dio forma a la sala de exposiciones.

Por último, el gran símbolo de la Feria de Albacete recibió el lugar donde todo da comienzo. Las Puertas de Hierro que custodian el recinto hasta la puesta en marcha de la feria, fueron instaladas en 1974, aunque sustituía a otra anterior. Por encima del valor arquitectónico, el recinto ferial se erige símbolo de la ciudad, con la mejor feria de España y la devoción a la Virgen de los Llanos durante diez días de septiembre que marcan el año albaceteño.

Una unión idílica que conjuga historia, tradición y orgullo de una ciudad que ha defendido su feria durante siglos hasta destacarla como uno de los grandes atractivos de toda España.

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