María Pacheco
La mujer que desafió a un imperio vuelve a alzarse en Toledo: María Pacheco renace frente al Alcázar
La ciudad revive la memoria de su comunera más indomable con una escultura que devuelve a María Pacheco el lugar que la historia quiso arrebatarle
En Toledo hay días que no se olvidan, y este martes fue uno de ellos. En la plazuela del Horno de los Bizcochos, bajo una luz fría de diciembre, la ciudad devolvió a María Pacheco al lugar que la historia le negó durante siglos. Allí, frente al poderoso perfil del Alcázar, se descubrió una escultura que no solo embellece el paisaje: restaura una memoria, salda una deuda y despierta un símbolo.
La figura, obra del escultor toledano Julio Martín de Vidales, se alza firme mirando hacia la Biblioteca Regional de Castilla-La Mancha. No apunta al pasado, sino al conocimiento. A la memoria compartida. Al futuro. Y lo hace con una mano tendida que invita más a pensar que a luchar, más a dialogar que a resistir. Una mano que, sin embargo, late con la fuerza de quien un día sostuvo a toda una ciudad.
A su alrededor, los Gaiteros de La Sagra pusieron un aire antiguo, castellano, áspero y emocionante. Era el sonido perfecto para un gesto que llevaba demasiado tiempo esperando.
La ciudad que resistió vuelve a honrar a la mujer que la mantuvo en pie
Para el alcalde de Toledo, Carlos Velázquez, este día «pasará a la historia». Lo dijo con convicción, consciente de la magnitud del momento: Toledo es la primera ciudad de España en dedicar estatuas a un matrimonio civil, Juan de Padilla y María Pacheco, los dos grandes nombres del movimiento comunero. Un hecho que, según subrayó, «salda una deuda de gratitud» con la primera heroína española y con la ciudad que resistió más que ninguna otra.
Doña María Pacheco de Padilla después de Villalar
Velázquez recordó que mientras Segovia, Salamanca o Madrid caían, Toledo aguantó hasta el final, y lo hizo «gracias al liderazgo y la valentía de María Pacheco». Y ese liderazgo no se ejerció desde la sombra, sino desde el Alcázar, precisamente el lugar que hoy observa la escultura. Allí tomó decisiones estratégicas, mantuvo la moral del pueblo y se convirtió en la última luz del movimiento comunero.
El regidor tuvo palabras de agradecimiento para el escultor, «un autor de altura», cuyas obras dedicadas a Padilla y Garcilaso ya vigilan otros puntos elevados de la ciudad.
Una figura recuperada para la historia que no quiso escribir su nombre
El presidente de las Cortes, Pablo Bellido, lo expresó sin rodeos: «Toledo recupera a María Pacheco». La mujer más influyente del comunerismo, la estratega, la noble culta, la administradora de la resistencia… quedó opacada por siglos de relatos escritos en clave masculina. Hoy, por fin, sale de ese rincón injusto.
La escultura forma parte de los homenajes impulsados por las Cortes con motivo del V Centenario del Levantamiento de las Comunidades. No es un cierre, sino una puerta abierta: la prueba de que Castilla-La Mancha reivindica su pasado no desde el orgullo vacío, sino desde la verdad y la igualdad.
«Toledo es la ciudad más comunera de todas», recordó Bellido. No solo por lo que fue, sino por lo que representó: una ciudad que se alzó contra los privilegios del emperador Carlos V y su regente Adriano de Utrecht. Una ciudad que no aceptó su destino y que, en pleno siglo XVI, confió en una mujer como líder política.
La igualdad como legado que atraviesa los siglos
El presidente regional, Emiliano García-Page, hiló la memoria con el presente. Definió la inauguración como una forma de «reivindicarnos a nosotros mismos», una manera de recordar que Castilla-La Mancha no presume de historia para reclamar privilegios, sino para afirmar igualdad.
Inauguración escultura María Pacheco, Toledo
María Pacheco subrayó, «no rindió Toledo a pesar del descabezamiento de su marido», una frase que resonó en la plaza como un recordatorio de su fortaleza política en un tiempo que no aceptaba mujeres dirigiendo nada. Fue líder, fue respetada, fue temida. Y murió en el exilio de Oporto sin poder regresar a su tierra.
Page fue claro: la historia de Castilla-La Mancha está atravesada por la igualdad y por el coraje. Y en ambos caminos, María Pacheco es faro.
Una escultura que mira al conocimiento
El consejero de Cultura, Amador Pastor, ofreció una de las imágenes más poderosas del día. Explicó que la escultura «nos reconcilia con una parte invisible de nuestra historia, la que trabajaron las mujeres». No es casual que no mire hacia el Alcázar, sino hacia la Biblioteca Regional. Es un gesto que transforma el bronce en mensaje: la memoria no se rinde; la memoria se ilumina. La ciudad no mira solo al pasado, sino también a la cultura que la sostiene.
Julio Martín de Vidales confesó que la obra le había quitado el sueño en más de una ocasión. Que sentía el peso de la responsabilidad. Que no quería una estatua bélica, sino un símbolo. Y lo ha conseguido. Porque al contemplarla, María Pacheco no parece detenida: parece latente. No representa victoria, sino dignidad. No refleja furia, sino determinación. Es una comunera en calma. Una mujer que sabe que la historia, al final, siempre acaba regresando al lugar correcto.
Toledo escribe una nueva página en su historia
Hoy, cinco siglos después, Toledo devuelve a su ciudadana más valiente al centro de su memoria. Y lo hace en un lugar cargado de significado: frente al Alcázar donde defendió la libertad y los derechos de su pueblo. La escultura no es un adorno ni un gesto simbólico. Es una rectificación histórica. Es un acto de justicia. Es un mensaje para el futuro. Porque la historia de Toledo no puede entenderse sin ella. Porque la igualdad, como la memoria, se construye día a día. Y porque hay mujeres —como la 'Leona de Castilla'— que nunca deberían haberse marchado de nuestras plazas. Hoy, Toledo las llama por su nombre. Y ellas vuelven.