Manifestación del 8 de octubre de 2017, a su paso por la Vía Laietana de Barcelona

Manifestación del 8 de octubre de 2017, a su paso por la Vía Laietana de BarcelonaEfe

Cataluña  Cinco años de la histórica manifestación que plantó cara al separatismo en Cataluña

Casi un millón de personas salieron a la calle en la capital catalana como respuesta al desafío separatista

Con el lema 'Prou! Recuperem el Seny' (¡Basta! Recuperemos el sentido común), casi un millón de personas salieron a la calle, en Barcelona, un 8 de octubre de hace cinco años para reivindicar la unidad de España. Fue la respuesta que se dio desde el constitucionalismo al desafío separatista. Previamente, el 1 de octubre se había celebrado el referéndum ilegal; el día 3 los independentistas llevaron a cabo lo que llamaron la «aturada de país» (una huelga de país), con cortes de carreteras, de trenes y con paros de la actividad comercial incluida. Y solo dos días después, se había convocado el pleno en el que Carles Puigdemont proclamaría la Declaración Unilateral de Independencia, la DUI, para eso sí, suspenderla sólo ocho segundos después.
Una marcha que colapsó el centro de Barcelona, transcurrió desde plaza Urquinaona hasta la estación de Francia, y que superó las expectativas de sus organizadores, de Sociedad Civil Catalana. Una manifestación que también se convirtió en un homenaje a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, a Policía Nacional y Guardia Civil, ante el acoso que estaban recibiendo los agentes por parte de los separatistas. Y también fue un momento de esperanza, ante una posible unidad política, porque se pudo ver juntos a representantes del PP, de Ciudadanos y del PSC. Allí estaban Albert Rivera e Inés Arrimadas, Alejandro Fernández, o Salvador Illa y Miquel Iceta. En aquella jornada, clausuraron la manifestación el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y el ahora jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell.
Manifestación 'Prou! Recuperem el_seny', en Barcelona

Manifestación 'Prou! Recuperem el_seny', en BarcelonaHazteOir

«Fue una sensación indescriptible de alegría». Así define aquella jornada Mariano Gomà, que en 2017 era el presidente de Sociedad Civil Catalana, la entidad que convocó la manifestación. En declaraciones a El Debate ha explicado que nunca antes había vivido un momento así, «con la cantidad de miles de personas que había en la calle. Fue algo insólito. En Urquinaona, la cabecera de la manifestación no podía adelantar ni un paso porque Via Laietana estaba a reventar. Después de tres horas conseguimos llegar a la estación de Francia, donde estaba el escenario. Y me decían que había gente que ni había podido empezar la marcha. Nunca me pude imaginar algo así», resume Gomà.
Una convocatoria que empezó a gestarse el mismo domingo 1 de octubre, una jornada que el expresidente de Sociedad Civil Catalana califica de «dramática». Esa misma noche, explica, «reuní a la Junta y les dije: es el momento de salir a la calle». La organización tampoco fue fácil porque «navegábamos a contracorriente, en terreno hostil. Y tuvimos pelea con el Ayuntamiento de Barcelona. Solo dos días antes conseguimos que abrieran espacio, para que la gente pudiera llegar, porque nos preocupaba mucho su seguridad».

Un antes y un después

Y luego llegó el día de la manifestación, con casi un millón de personas que inundaron el centro de Barcelona. Eso, asegura Gomà, «marcó un antes y un después. Dio un giro importante a todo». De ahí que considere que en Cataluña y en España se debería convertir el 8 de octubre «en un día de celebración», entre otras cosas, asegura, porque el procés «murió ahí».
Según Gomà, cinco años después las cosas han cambiado: «sí, seguimos teniendo independentistas, ahora están haciendo la payasada del Parlament con la vía canadiense, están atornillados por el dinero, pero también hay una cosa clara. Jamás desde hace cinco años han vuelto a cruzar una línea roja: tensan la cuerda, chantajean, pero ya está. Y el fugitivo hace cinco años que está fuera y ahí sigue». Además, para el que fuera presidente de Sociedad Civil Catalana, una cosa está clara: «si ellos lo volvieran a hacer, tienen la seguridad de que nosotros, también».
8 de octubre de 2017: Los líderes de Ciudadanos, Albert Rivera e Inés Arrimadas; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes; la ministra de Sanidad, Dolors Monserrat, y el delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo

8 de octubre de 2017: Los líderes de Cs, Albert Rivera e Inés Arrimadas; la presidenta de Madrid, Cristina Cifuentes; la ministra de Sanidad, Dolors Monserrat, y el delegado del Gobierno, Enric MilloEfe

También estuvo en aquella manifestación la catedrática de Derecho Constitucional, Teresa Freixas. Coincide con Gomà en que «fue un antes y un después». Y destaca especialmente el apoyo del Rey y el discurso que pronunció el 3 de octubre: «nos ayudó mucho, movilizó a la gente, porque si no, nos sentíamos muy solos los constitucionalistas en Cataluña. Ese apoyo, más el ansia que había por manifestar que se estaba en contra del golpe del estado, nos movilizó. Fue un motivo más para que saliéramos a la calle».

Fue algo muy simbólico, que demostró que en Cataluña hay constitucionalistas, y muchosTeresa FreixasCatedrática de Derecho Constitucional

Freixas dice que, especialmente por parte de los independentistas, no se esperaban tal éxito. «Fue algo muy simbólico, que demostró que en Cataluña hay constitucionalistas, y muchos». Y también destaca que muchos decidieron dar un paso adelante y dar la cara «a pesar de que sabíamos que nos la podíamos jugar. Los que intervinimos hemos tenido represalias».

Estructuras del Estado

¿Y cómo ve ahora la situación Teresa Freixas? Dice que está algo más tranquila, que «ahora no incendian Barcelona. Tampoco se aprueban leyes que implican un golpe de estado, como se hizo entonces»: Pero también, precisa, «visto desde el punto de vista del secesionismo van dando pasos, van consolidando lo que llaman estructuras de estado y van ocupando todos los espacios que pueden, para demostrar que toda Cataluña es así, cuando no lo es».
La manifestación también se acabó convirtiendo en una especie de homenaje a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. De hecho, su recorrido pasaba por Vía Laietana, donde se encuentra la Jefatura del Cuerpo Nacional de Policía. Y ese edificio fue parada obligatoria para muchos ciudadanos, para demostrar su apoyo a los agentes que custodiaban las puertas de la comisaría. Agentes a los que repartían abrazos, flores, banderas, y les cantaban «esta es nuestra policía», o les gritaban «por favor, no nos dejéis» o «no estáis solos». Todo ello, después de que agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil fueran acosados, a veces en los cuarteles, otras en los hoteles en los que se hospedaban, por parte de los independentistas.
Coche de la Guardia Civil en Cataluña  que realizaban un registro con motivo del 1-O

Coche de la Guardia Civil en Cataluña que realizaban un registro con motivo del 1-OEFE

Julián es policía nacional. Ahora ya está jubilado, pero hace cinco años aún estaba activo en una comisaría de la provincia de Barcelona. Él fue a la manifestación para decir «basta» a los políticos que estaban «ninguneando a los ciudadanos que no queremos la independencia». Pero no sólo eso, sino también participó para «dar fuerza a sus compañeros». «Empecé a llorar como un niño cuando llegué ante la Jefatura y vi a toda esa gente mostrando su apoyo a la policía. Fue reconfortante, porque sé del sufrimiento de muchos de mis compañeros. Y fue un gran alivio».
Recuerda especialmente el momento en que el DAO salió al balcón del edificio para saludar a los manifestantes. «Se me puso la piel de gallina», nos dice Julián, porque «entendieron que verdaderamente no estaban solos, que había gente detrás de ellos a cada paso». La lástima, dice, es que ese acoso a policías y guardias civiles, se ha ido manteniendo después, con más o menos intensidad.
Y desde el punto de vista político aquella manifestación también transmitió imagen de unidad en el constitucionalismo. Asistieron políticos de PP, de Ciudadanos y del PSC. Quizás se vio la última foto del constitucionalismo unido. Entre los líderes de ciudadanos que asistieron está Carlos Carrizosa, quien también habla de ese «antes y después» en la historia de Cataluña, «porque hasta entonces las manifestaciones multitudinarias eran patrimonio del nacionalismo y parecía imposible que los catalanes constitucionalistas saliéramos en masa a la calle a defender algo que dábamos por descontado como nuestra propia nacionalidad española y nuestros derechos y libertades como ciudadanos de un Estado democrático de Derecho».

«Aquel día fue una liberación para cientos de miles de catalanes», afirma Carlos Carrizosa (Cs)

Para Carrizosa, el separatismo hasta entonces «había tensado tanto la cuerda», que aquel día fue «una liberación para cientos de miles de catalanes. Te encontrabas a tu vecino, de cuyas ideas políticas no tenías ni idea, castellanohablante o catalanohablante, todos salimos a la calle para decir ¡basta! Y, ciertamente, aquella impresión causó gran impresión entre políticos y comentaristas nacionalistas». Ahora lamenta que el PSC se haya apartado en cierta manera de aquella foto, que haya vuelto «por donde solía, blanqueando de nuevo todos los desmanes del separatismo», que, a su juicio, «ya prepara su próximo golpe con la complicidad del PSC».
Miles de personas salieron a la calle contra el separatismo el 8 de octubre de 2017, en Barcelona

Miles de personas salieron a la calle contra el separatismo el 8 de octubre de 2017, en BarcelonaEfe

Y desde el Partido Popular, su actual presidente, Alejandro Fernández, también acudió a la manifestación del 8 de octubre. En declaraciones a El Debate, se ha limitado a decir, eso sí, que «fue un día histórico que demostró al mundo que Cataluña es plural y que bien articulada, puede haber una alternativa al nacionalismo». También Fernández apunta cinco años después a la actitud del PSC, que ha optado por «romper la unidad constitucionalista y pactarlo todo con los separatistas».
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