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08 de mayo de 2024

Manifestación convocada este domingo en Barcelona en el marco de los actos para conmemorar el sexto aniversario del 1 de octubre de 2017

Manifestación convocada este domingo en Barcelona en el marco de los actos para conmemorar el sexto aniversario del 1 de octubre de 2017EFE/ Quique García

Cataluña

Un independentismo bajo mínimos no moviliza en los actos para conmemorar el 1 de octubre

En la manifestación convocada por los CDR se han quemado dos banderas españolas ante la Comandancia de la Guardia Civil en Travessera de Gracia

Ya ocurrió en la Diada y ahora se ha vuelto a repetir con motivo de los actos organizados para conmemorar el 1 de octubre, día en que se celebró el referéndum ilegal. El independentismo no logra movilizar a sus simpatizantes, a diferencia de años anteriores. En la manifestación del domingo por la mañana, auspiciada por la ANC, sólo participaron un millar de personas. En la de la tarde, promovida por los CDR, empezaron con una cifra similar, pero no llegaron al que pretendía ser el destino, la Delegación del Gobierno en Barcelona porque sólo quedaron medio centenar de personas.
Esta última manifestación ha sido seguida muy de cerca por los Mossos de Esquadra. De hecho, la Brigada Móvil ha blindado el cuartel de la Guardia Civil situado en Travessera de Gracia, en Barcelona, uno de los objetivos de la movilización. Durante la marcha se han escuchado algunas de las consignas habituales, como «independencia», «Urquinaona, lo volveremos a hacer» o «1 de octubre, ni olvido ni perdón».
Ya en las proximidades del cuartel, han coreado el «a por ellos», «pim, pam, pum, que no quedi ni un» y han quemado un par de banderas de España; también han lanzado huevos y harina a los Mossos y han tirado alguna valla. Y ha sido aquí, en el cuartel donde se ha disuelto la manifestación porque apenas quedaban medio centenar de personas.
La manifestación de la mañana ha transcurrido en términos muy similares. Ha tenido una baja participación, y lo más destacado es que a su paso por la Jefatura Superior de la Policía, en Vila Laietana, los manifestantes han lanzado pequeñas urnas y papeletas a semejanza de las utilizadas en las votaciones de 2017. En la plaza de Sant Jaume se ha podido ver una pancarta de gran tamaño con una fotografía de esa jornada de hace seis años y diversas banderas catalanas e independentistas.
Y ésta parece ser, por el momento, la fuerza del independentismo, al menos, en las calles. También fue un fiasco la que convocó la ANC con motivo de la Diada. Junts pretendía que fuera un espaldarazo a sus tesis, más radicales, y eso lo consiguió en parte, poque el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, tuvo que abandonar la movilización al ser insultado. Pero lo cierto es que sólo participaron 115.000 personas, lejos del millón y medio que se congregaban no hace ni siquiera diez años.
Las bases del independentismo parecen estar divididas, desmovilizadas, pero también radicalizadas. Aun así, se ve más fuerte desde el punto de visto de vista político, teniendo en cuenta que Junts y ERC tienen la llave de la gobernabilidad de España. De sus votos en el Congreso, depende la investidura de Pedro Sánchez, que ya sabe cuál es el precio a pagar: amnistía y autodeterminación.
El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha reivindicado el 1 de octubre, como la fórmula unitaria de la política las instituciones y la movilización civil que permitió celebrar aquella consulta, y, en ese sentido, ha pedido que no se «malvenda» a cambio de conseguir «soluciones personales».
Y ha aprovechado para lanzar una crítica, aunque sin mencionarla en ningún momento, a ERC, porque ha celebrado que ahora todo el independentismo «haya vuelto» al 1 de octubre, también los que «se habían alejado los últimos años». Y este «cambio», ha añadido, «va en la buena dirección», aunque ha dejado claro que no es ni mucho menos suficiente. También ha dicho que la fórmula para la independencia ya existe, «la tenemos en nuestras manos, pero depende de la voluntad».
El presidente de la Generalitat celebra que haya una «posición conjunta» para negociar con el Estado, y ha insistido en que no vale la amnistía para resolver el «conflicto político», sino que el referéndum es el «centro». También ha reivindicado la acción del gobierno de la Generalitat, que se tiene que situar al frente de las reivindicaciones ante el Estado y ha recetado «firmeza en todos los ámbitos».
También desde el punto de vista político, Junts no desaprovecha la ocasión para zancadillear a sus exsocios, a ERC, mientras que los republicanos tratan de reivindicarse y ponen en valor que, si se ha llegado hasta aquí, es porque ERC ya forzó al Estado a negociar la pasada legislatura, por ejemplo, para conseguir la supresión del delito de sedición y la reforma de la malversación.
Y luego está el papel de las entidades independentistas. Aquí, también parece que hay discrepancias de fondo. Así, por ejemplo, desde Òmnium Cultural defienden la amnistía para «forzar al Estado a afrontar democráticamente el conflicto político» y para «poner el derecho a la autodeterminación en el centro». Lo decía el presidente de la entidad, Xavier Antich, quien decía que lo primero es que el Estado se «enmiende» y reconozca que «las 1.500 personas condenadas, juzgadas y sancionadas no han cometido ningún delito». Una idea que no ha gustado a los presentes en el acto, que han respondido con silbidos y gritos de «amnistía no».
Sí ha sido mejor recibida la intervención de la presidenta de la ANC, Dolors Feliu, más radicalizada y más vinculada a las tesis que defiende Junts. Decía que el día en que el Congreso se apruebe una amnistía «en el Parlament debe resonar la palabra independencia». Y dejaba claro: “no queremos ser un pueblo perdonado y vencido. La independencia la haremos aquí, en Cataluña. ¿Qué esperamos para hacerla? ¿A qué nos los diga Madrid?".
El discurso del expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y de los presidentes de Òmnium y de la ANC se han podido escuchar en el acto unitario para conmemorar el 1 de octubre. Ha sido unitario, porque han participado todos en él, pero desde luego, las diferencias en el fondo, en los discuros, han sido evidentes.
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