Ilustración de Pedro Sánchez flanqueado por Junqueras y Puigdemont

Ilustración de Pedro Sánchez flanqueado por Junqueras y PuigdemontLu Tolstova

La maniobra de Sánchez busca votos en Cataluña

Un descalabro en Cataluña podría ser el fin del presidente en la Moncloa y ante esta tesitura lo que el PSC necesita es movilizar a su electorado

Pedro Sánchez no se va a ninguna parte, lo que quiere es movilizar a su electorado en Cataluña. El PSOE si de algo sabe es de hacer campaña electoral. El equipo de campaña socialista, del que forma parte el secretario de estado de comunicación, el catalán Francesc Vallès, es consciente de que el resultado de las elecciones catalanas del 12 de mayo se decide en la participación.
Es una paradoja que en la muy nacionalista Cataluña la abstención en las elecciones autonómicas sea siempre más alta que en las elecciones generales. Sin ir más lejos, en las últimas elecciones al Parlamento catalán votó el 51,2% del censo; y en las generales de julio del año pasado, el 62,8% del electorado. Si bien el PSC gano en ambas entre una y otra convocatoria, los socialistas pierden la mitad de su electorado. Illa obtuvo 0,6 millones de votos y Sánchez el doble, 1,2.
Las perdidas de Junts y ERC son mucho más moderadas, 175.000 y 165.000 votos respectivamente. Las diversas encuestas publicadas ponen de manifiesto que hasta un 43% del electorado socialista en Cataluña no está conforme con la amnistía pactada entre Puigdemont y Sánchez a cambio de que el primero sostenga en el poder al segundo. Los socialistas han dejado de progresar en las encuestas, Puigdemont viene fuerte desde la cola del pelotón y amenaza la victoria socialista.
Un descalabro en Cataluña podría ser el fin de Sánchez en la Moncloa y ante esta tesitura lo que el PSC necesita es movilizar a su electorado de las generales para que también salga de casa en las autonómicas. Los socialistas tienen muy claro que solo con una alta participación un partido no independentista vence; en su memoria está la victoria de C´s en diciembre de 2017, sustentada en una participación de casi el 80%.
En Santa Coloma de Gramanet, municipio natal de Gabriel Rufián, pero uno de los grandes feudos socialistas de Cataluña, la participación en las autonómicas es del 44% y en las generales del 62%. En otro de los graneros de voto socialistas, L’Hospitalet -la ciudad más poblada de España que no es capital de provincia- ocurre algo parecido, la participación pasa del 47% al 62%. Si se evapora la participación el PSC sufre y Sánchez ha decidido hacer lo de siempre: jugar al limite para despertar a su electorado y no ha tenido reparo en insinuar su dimisión. Busca que los abucheos de la calle muten a súplicas.

Abstención

Los votantes socialistas catalanes, tan entusiastas de Felipe González, luego de Zapatero y hoy de Sánchez, no sienten ningún apego por la política catalana y se abstienen. Es curioso por qué los políticos nacionalistas se mantienen en el poder y hacen lo que hacen gracias al apoyo entusiasta del PSC.
O Sánchez moviliza a sus votantes o Puigdemont puede ganar las elecciones y para conseguirlo no tiene reparo alguno en apartar a Illa y interpelar a sus votantes sobre su persona. La Faraona gritaba en la boda de su hija: «Si me queréis, irsu»; Sánchez se marca un Lola Flores: «Si me queréis, votadme». El presidente es consciente de que su persona resta en casi toda España, pero Cataluña le salvó en las generales de 2023, donde obtuvo el segundo mejor resultado histórico de los socialistas, solo superado por Carmen Chacón en 2008 con 25 escaños de los 48 que elige Cataluña.
Sánchez no da puntada sin hilo, mañana empieza la campaña catalana y con su carta a lo Calimero el protagonista ha dejado de ser Puigdemont y el foco se centra en él. Es un genio del marketing electoral.
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