Inés Arrimadas, en una imagen de archivo

Inés Arrimadas, en una imagen de archivoGTRES

Análisis

Illa y Puigdemont siguen el ejemplo de Arrimadas

Queda vacante el puesto de candidato a la investidura, abonando el camino para una repetición electoral

El presidente de la Mesa del parlamento catalán, Josep Rull, anunciaba este miércoles que nadie se ha presentado para cubrir la plaza vacante de presidente de la Generalitat. No es de extrañar dado que en nueve años la silla presidencial ha tenido cuatro titulares: Artur Mas, Carles Puigdemont, Quim Torra y Pere Aragonés.

En este estado de cosas, con el fin de las vacaciones, un 26 de agosto –si antes Sánchez no entregado suficiente oro, incienso y mirra a ERC para que Marta Rovira se decante por votar a Illa–, quedarán convocadas de forma automática unas nuevas elecciones autonómicas.

Unos nuevos comicios que –caprichos del destino– se celebrarían el fin de semana de la Hispanidad, un 13 de octubre. La nueva convocatoria sería la séptima en catorce años. En definitiva, los catalanes votan una vez cada veinticuatro meses.

Émulos de Arrimadas

Salvador Illa insistió una y otra vez durante la campaña electoral sobre su intención, innegociable, de presentarse a la investidura. En los debates interpelaba machaconamente al resto de candidatos sobre quién iba a apoyarle y quién iba a obstaculizar su investidura, pero a la hora de verdad el líder socialista ha emulado a Inés Arrimadas, quien a pesar de salir vencedora de las elecciones de diciembre de 2017 al frente de la candidatura de Cs no presentó su candidatura a presidente por no contar con una mayoría viable.

Los mismos que en su día criticaban a Arrimadas, acusándola de dejación de funciones, ahora justifican a Salvador Illa. Los motivos del desistimiento de Puigdemont son distintos y tienen que ver con el temor a ser detenido en caso de que pise territorio nacional.

Salvador Illa centra ahora todos sus esfuerzos en atraer a ERC a su redil, dado que Sumar-Comunes es, como siempre, un uno fijo en la quiniela socialista. El próximo martes Pedro Sánchez visitará Barcelona para presidir la entrega de los premios de la patronal PIMEC.

Allí tendrá la oportunidad de pedir a diversos líderes sociales presentes en el evento que intercedan a su favor, pero las élites catalanas están desconcertadas porque tras la revitalización del papel de Puigdemont con la investidura de Sánchez ahora no saben cómo actuar, ni si Junts es aún socio de Sánchez o un adversario a batir del que es mejor distanciarse.

Puigdemont no tiene prisa

Puigdemont no tiene prisa por volver a España. Cree que el tiempo corre a su favor. El ex presidente y ex eurodiputado confía en que la crisis de ERC se incline a favor de los que apoyan un acuerdo con Junts y la repetición electoral y, además, está convencido de que esa repetición electoral mejoraría ostensiblemente su resultado gracias al hundimiento de ERC.

La repetición electoral es el escenario más favorable tanto para ERC como para Junts, y también para el PSOE... pero en el PSC no lo ven de la misma manera. Mientras no se forma un nuevo gobierno, los cientos de cargos eventuales de ERC siguen en su puesto así que la interinidad es para ellos un regalo inesperado.

Para Junts, la dilatación de plazos permite afianzar su posición y analizar los riesgos de detención en caso de regreso de Puigdemont. Por su parte, para Sánchez que no se forme gobierno en Cataluña le permite seguir unos meses más en Moncloa con parte de sus socios desactivados.

Solo el PSC vive esta situación con angustia, pero como es sabido Sánchez no tendrá inconveniente alguno en dejar en la estacada a Illa si no con eso él gana un tiempo más en La Moncloa.

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