Imagen de archivo de Jordi Graupera

Imagen de archivo de Jordi Graupera García-MilàWikimedia Commons

Un investigador nacionalista considera que el español es una lengua genocida

El polémico perfil académico y político de Jordi Graupera García-Milà

Jordi Graupera García-Milà es considerado uno de los gurús del nacionalismo catalán. Un personaje que nunca ha ocupado cargos políticos, pero desde su tribuna en la Woodrow Wilson School of Public and International Affairs de Princeton (Nueva Jersey), teoriza sobre lo que deben hacer los políticos catalanes. Como tertuliano y columnista participa en Catalunya Ràdio, El Mundo, La Vanguardia, Público, RAC 1, SER, ARA, El Nacional y El Periódico. Actualmente tiene 44 años y, antes de entrar en la universidad, trabajó como repartidor de publicidad, cortador de salmón y en la pizzería familiar. Desde muy joven ha estado vinculado a movimientos nacionalistas. Graupera se define como liberal y heterodoxo, afirmando que es tanto de izquierdas como de derechas.

Ha estudiado Derecho, Filosofía y Filología Catalana. Está casado con la periodista Sara Loscos, una de las caras conocidas de TV3, con quien tiene tres hijos. Mientras su mujer vive en Barcelona, él reside en Estados Unidos: una relación con miles de kilómetros de distancia. En Princeton investiga los conflictos internacionales derivados de la autodeterminación.

En 2019 se postuló para la alcaldía de Barcelona con una propuesta que no tuvo acogida. Quería crear una sola lista independentista mediante primarias abiertas a las que se podría presentar cualquiera. El ganador sería el único candidato a la alcaldía de Barcelona, y todos los demás aceptarían el resultado apoyándolo. Graupera apostaba por dejar las siglas políticas y centrarse únicamente en el independentismo. Ni el PDECat de la época, ni ERC, ni Junts le hicieron caso, y la idea se diluyó.

Posteriormente volvió a involucrarse en política de la mano de la fugada Clara Ponsatí Obiols. Con ella crearon el partido «Alhora» en 2024, con la idea de presentarse a las elecciones al Parlamento de Cataluña de ese año. Su objetivo era acoger desde la izquierda independentista hasta el catalanismo liberal, trabajando por encima de todo por la independencia de Cataluña. El avance electoral de Pere Aragonès hizo que no tuvieran tiempo para darse a conocer. Consiguieron los 5.703 avales necesarios para presentarse, con Clara Ponsatí como cabeza de lista. Al final obtuvieron 13.759 votos (0,44%), quedando en la posición 11 sin entrar en el Parlamento catalán. Tras este fracaso electoral, Ponsatí abandonó el partido y anunció que se apartaba de la primera línea política.

El caso de Graupera se parece al del economista Xavier Sala i Martín, ferviente defensor de la independencia fiscal y política de Cataluña, profesor de la Universidad de Columbia (Nueva York) y con ciudadanía estadounidense. Es famosa su frase de que «la independencia se consigue a hostias». También es, como Graupera, un referente intelectual para el independentismo. Graupera, además de los medios de comunicación, maneja muy bien las redes sociales. Su cuenta en «X» la siguen 144.513 personas. Es en esta red social donde ha escrito:

«El español es una lengua genocida. Posiblemente la que más lenguas ha destruido a su paso: con muertos y represión. Cada vez que alguien habla en español, lo hace sobre una montaña de cadáveres. Por eso los países donde manda son pobres: han sido expoliados de vitalidad. Y por eso sus defensores más agresivos son gente que ha huido pero no puede escapar de la maldición. Nosotros sí. Con nuestra lengua [el catalán] no han podido: somos los primeros que los dominamos y por eso nos odian. Se entiende. Ahora están envalentonados porque confían en la inmigración de Latinoamérica. Pero son igual de débiles y por poco que nos organicemos este es el siglo en que descastellanizaremos el país. Somos el partido de la lengua y contamos con todos, votéis a quien votéis».

Hay mucha amargura y racismo en sus palabras, pronunciadas como presidente del partido «Alhora». Un arrebato desde su pedestal estadounidense. Escribir esto demuestra un complejo de inferioridad latente, agravado por los progresos del español en Estados Unidos, donde medio gobierno de Trump habla el español que defenestra Graupera, e incluso alguno, como Marco Rubio, tiene apellidos tan españoles como el García que heredó de su madre.

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