El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, en la ofrenda a la tumba de Companys, este miércoles

El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, en la ofrenda a la tumba de Companys, este miércolesAlberto Paredes / Europa Press

Cataluña

Illa alaba a Companys, que permitió asesinar a 2.441 eclesiásticos, como «patrimonio de todos los catalanes»

El presidente catalán loa la «serenidad, dignidad y generosidad» de Companys, que lideró la Generalitat entre 1934 y 1940

Este miércoles se cumplen 85 años del día en que fusilaron al controvertido Lluís Companys, que fue líder de ERC, ejerció de ministro de Marina de España en 1933 y ocupó el cargo de presidente de la Generalitat desde 1934 hasta 1940, cuando le mataron. El separatismo le considera un «mártir» de la causa, ya que en 1934 proclamó una efímera «República de Cataluña», y fue ejecutado por Franco.

Como cada año, una cuantiosa comitiva de políticos nacionalistas ha acudido a la tumba de Companys, en el Cementerio de Montjuïc, para rendirle homenaje. Entre ellos también estaban representantes del PSC, como el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, o el propio presidente de la Generalitat, Salvador Illa, que ha loado el ejemplo de Companys por su «serenidad, dignidad y generosidad».

Illa ha invocado la memoria de Companys como guía para afrontar los desafíos actuales de Cataluña, entre los que ha situado el acceso a la vivienda, la seguridad, o las desigualdades sociales. Lo ha hecho afirmando que la conmemoración a Companys es el homenaje a una figura «patrimonio de todos los catalanes», y que llega en una Cataluña «reconciliada con su historia».

Cristianos mártires

Son palabras bonitas, que, sin embargo, ignoran la realidad histórica de lo que supuso el gobierno de Companys durante los últimos compases de la Segunda República y el estallido de la Guerra Civil: fue una etapa particularmente sangrienta en Cataluña, en la que Companys –como recuerda el historiador y colaborador de El Debate César Alcalá– hizo la vista gorda ante el asesinato de, al menos, 26.606 personas en la retaguardia catalana.

De estos, además, al menos 2.441 fueron sacerdotes y religiosos, entre los cuales se cuentan tres obispos: el beato Manuel Borrás Farré, auxiliar de Tarragona; Salvio Huix, de Lérida, y Manuel Irurita, de Barcelona. Del total de eclesiásticos asesinados en este periodo, 1.538 eran presbíteros, 824 eran religiosos y 76 eran monjas.

La Iglesia Católica ha reconocido como beatos a varios de estos mártires: entre muchos otros, los tres frailes franciscanos Benet Domènech Bonet, Josep Oriol de Barcelona y Domènec de Sant Pere de Ruidebitlles, asesinados en 1936; o el sacerdote Gaietà Clausellas y el joyero Antoni Tort, beatificados hace apenas unos meses.

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