Chayma Boutkabout gana el II Premio Internacional de Alta Pastelería Paco Torreblanca a la Mejor Tarta de Chocolate 03/10/2025
El mejor pastel de chocolate o los mejores callos de España: Barcelona triunfa en los concursos de cocina
Tres establecimientos barceloneses conquistan certámenes nacionales e internacionales demostrando que la excelencia culinaria no entiende de categorías
Barcelona se está convirtiendo en un imán de premios gastronómicos, y lo hace desde frentes insospechados. Mientras la alta pastelería de la ciudad deslumbra en competiciones internacionales, las casas de comidas de barrio demuestran que la tradición más humilde también puede alcanzar la cima mundial. El denominador común: la capacidad de innovar sin perder la esencia.
Cuando el chocolate habla francés en suelo catalán
A sus 27 años, Chaima Boutkabout acaba de protagonizar uno de esos momentos que marcan época en la repostería española. La jefa de obrador de L'Atelier —con espacios en Viladomat y Doctor Fleming— se ha alzado con el codiciado Premio Internacional de Alta Pastelería Paco Torreblanca de este año, superando a candidatos de todo el mundo con una propuesta que desafió las convenciones.
Lo que conquistó a un panel de jueces repleto de estrellas Michelin —desde Jordi Roca hasta Martín Berasategui, pasando por Oriol Balaguer— fue precisamente su audacia técnica. Boutkabout construyó su pastel ganador sin utilizar un solo molde, un homenaje deliberado a los orígenes artesanales de la profesión. El resultado visual evoca las volutas de humo de un whisky añejado y la madera noble de sus cajas.
Pero la estética es solo la puerta de entrada. En el interior, un equilibrio complejo de texturas y sabores: mousse de caramelo y chocolate Manjari, bizcocho chiffon de cacao, flan de vainilla con nata ahumada, crujiente de arroz salvaje y una cobertura de Jivara que esconde caviar de whisky. El toque ahumado —ese guiño al destilado escocés— fue especialmente celebrado por su dificultad de ejecución.
La mantequilla también tiene su olimpiada
El triunfo de L'Atelier no es un caso aislado en la escena pastelera barcelonesa. La tradicional Pastelería Canal, arraigada en Sant Gervasi desde los años setenta, acaba de sumar su cuarto título en el Concurso del Mejor Croissant Artesano de Mantequilla de España. Con victorias anteriores en 2016, 2019 y 2022, el establecimiento —que opera desde dos locales en el barrio— se ha convertido en el referente nacional de este clásico francés con alma mediterránea.
Del mantel de lino al mostrador de barrio
Pero quizás el triunfo más sorprendente llegó desde un frente inesperado. En el VIII Campeonato del Mundo de Callos Pedro Martino, celebrado durante San Sebastián Gastronomika, el gran protagonista no fue ningún templo de manteles almidonados, sino L'Artesana Santa Eulàlia, una casa de comidas de L'Hospitalet abierta recientemente en la calle Aprestadora.
El trío al frente —Romina Reyes, Pau Pons y Héctor Barbero— compitió contra nueve recetas más, enfrentándose a nombres consolidados de Gijón, Palencia, A Coruña, Bilbao o Madrid. Lo que les diferenció fue precisamente su capacidad para romper moldes sin perder respeto por la tradición.
Mientras el resto de participantes apostó por fórmulas ortodoxas —callos sin legumbres, salsas sedosas pero prudentes—, el equipo catalán decidió fusionar la receta riojana clásica con elementos del capipota local: morro, careta y pies de vaca. Y añadieron garbanzos, siendo los únicos en hacerlo.
El jurado, encabezado por Benjamín Lana y que incluía a Elena Arzak, Miguel Laredo y Sacha Hormaechea, valoró la valentía. El resultado es un guiso meloso, fluido, con punto picante y texturas perfectamente diferenciadas.
«Somos una casa de comidas de barrio y tratamos de dar buena cocina casera a precios populares», explica Pau Pons a distintos medios con la humildad de quien ha ganado sin esperarlo. Y es literal: la ración de estos callos campeones del mundo cuesta apenas diez euros y medio.
La democracia del buen comer
Lo que conecta estos tres reconocimientos —desde el pastel de autor hasta los callos de diario— es una filosofía compartida: la excelencia no es patrimonio exclusivo de la alta cocina. Barcelona está demostrando que tanto puede brillar en un certamen internacional de pastelería como en un campeonato de guisos tradicionales, y que el talento se mide por la ejecución, no por el precio del cubierto.
Que una ciudad acumule simultáneamente el mejor pastel de chocolate del mundo, el mejor croissant de España y los mejores callos del planeta no es casualidad. Es el reflejo de una escena gastronómica vibrante, diversa y, sobre todo, libre de complejos. Desde el obrador de alta repostería hasta la casa de comidas de barrio, el mensaje es el mismo: lo importante no es dónde cocinas, sino cómo lo haces.