Sánchez y Puig

Pedro Sánchez y Ximo Puig, en un acto del PSPV-PSOEEFE

Elecciones 28-M  Tajo-Segura, tasa turística y Presupuestos: la izquierda se ensaña con la provincia de Alicante

PSOE, Compromís y Unidas Podemos han aprobado medidas altamente lesivas para la zona tanto en el Congreso como en las Cortes Valencianas pese al rechazo de los sectores afectados

Los gurús bursátiles suelen recomendar a sus clientes que a la hora de invertir opten por diversificar dónde poner su dinero. Ese tecnicismo es lo que el dicho castizo llama ‘no poner todos los huevos en la misma cesta’. En el terreno político, no parece que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, esté siguiendo ese consejo.
Una vez defenestrado su exjefe de Gabinete, Iván Redondo, y con Félix Bolaños en la rampa de salida para terminar igual que el consultor, el jefe del Ejecutivo solo se fía de José Félix Tezanos. No se sabe si por empuje del responsable del CIS o por otras razones, el caso es que Sánchez está mostrando una especial inquina hacia la provincia de Alicante, una de las más prósperas y dinámicas del país.
Habiendo tantas como hay en España, el líder socialista se ha cebado con la zona en tres ámbitos que son de suma importancia tanto para su desarrollo como, incluso, para su supervivencia.
Uno de ellos es el trasvase Tajo-Segura. Está marcando la agenda mediática nacional a colación de la sequía y, por ende, es un tema que se ha ‘colado’ en el debate público. La raíz del problema aparece cuando Sánchez y la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, acuerdan recortar drásticamente la cantidad de agua que anualmente llega al Levante español para uso agrario proveniente del río Tajo.

Peligran millones de árboles

Sin ningún criterio científico ni informe técnico que lo avalase, el Gobierno siguió adelante con su plan, ignorando por completo las reivindicaciones y peticiones de los agricultores de la provincia. En la práctica, la decisión del Consejo de Ministros supone la pronta eliminación de esta vital infraestructura hídrica, amén de consecuencias económicas como el encarecimiento de los productos y pérdidas de empleo, así como ecológicas por la muerte de millones de árboles y demás fauna de la zona.
El pasotismo sanchista hacia los agricultores es absoluto. Primero por no atenderles y después por ofrecerles una solución «parche» que les cabrea aún más como es el agua desalada, algo que es infinitamente más caro y contaminante que el agua trasvasada.
Tampoco es que el presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, esté haciendo ímprobos esfuerzos para revertir la situación. Tras un recurso ante el Tribunal Supremo que no pocos asocian a la cercanía de los comicios autonómicos, la alternativa que les dio a los afectados el pasado viernes en un debate electoral dejó a los presentes atónitos: «equilibrio». Semejante afirmación provocó que el candidato de Vox a la Generalitat, Carlos Flores, le preguntara irónicamente: «Señor Puig, ¿con equilibrio crecen las naranjas?».
Para ser justos, tanto en este capítulo como en los otros dos Sánchez y el PSPV-PSOE no están solos, ya que cuentan con la inestimable ayuda de Compromís, que se unió a los campesinos tarde y mal, y de Unidas Podemos, que directamente no quiere ni hablar de trasvases ni de nada que se le parezca.
Junto a la agricultura, si hay un motor que genera prosperidad en la provincia de Alicante ese es el turismo. A pesar de ser unos enclaves nacionales y de contar con localidades como Benidorm, que contribuyen a desestacionalizar el sector, la izquierda tampoco ha tenido el más mínimo miramiento en perjudicarlo aprobando la llamada tasa turística para gravar a los visitantes que decidan visitar la región.
De nuevo, la metodología es la misma: crear un problema artificial donde no lo había, generar enfado en el sector, ignorar a los profesionales de este y, como colofón, terminar sacándolo adelante de todos modos.
Los profesionales del sector han expresado al tripartito de socialistas, nacionalistas y comunistas su rechazo unánime y con datos a la medida, pero ni siquiera esa justificación ha podido forzar la no aprobación de una iniciativa eminentemente ideológica y que el gremio considera que será altamente lesiva.
Turistas y locales disfrutan del buen tiempo en una terraza en Valencia.

Turistas y locales disfrutan del buen tiempo en una terraza en Valencia.C.L.

La única voz discordante dentro del Ejecutivo regional fue la del secretario autonómico de Turismo, Francesc Colomer. Llegó a deslizar su dimisión si se aprobaba la tasa por convertir a los ayuntamientos en unas «oficinas de recaudación» de la Generalitat, aunque nunca llegó a renunciar al cargo.
Salvo esa excepción, el PSPV-PSOE, Compromís y Unidas Podemos fueron al unísono para dar luz verde a una medida plenamente cuestionada y que si llega el centro-derecha a presidir la Comunidad, tendrá los días contados para alivio de un sector que ya lo pasó especialmente mal durante la pandemia.
Con la huerta en un contexto de muerte en diferido y el turismo en pie de guerra, la izquierda tampoco ha tenido reparo alguno en que Alicante sea la provincia de España en la que el Gobierno menos vaya invertir a lo largo de 2023. Así se recoge en los Presupuestos Generales del Estado que se aprobaron con los votos en el Congreso, entre otros, del PSOE, Unidas Podemos y Compromís.
Si en el mencionado debate electoral la expresión de «equilibrio» pronunciada por Puig fue cuanto menos curiosa, es de suponer que Joan Baldoví cultivó envidia y quiso superarle. Así, cuando Carlos Mazón le recordó que votó a favor de esas cuentas públicas, el nacionalista reconoció que era cierto… y que eran unos Presupuestos «malos». Ver para creer.
Dicen quienes le conocen y tratan, que cuando a Sánchez se le pone algo entre ceja y ceja lo consigue. A día de hoy, parece, no se sabe bien por qué motivo, que lo que le obsesiona -más allá de prometer construir miles y miles de viviendas públicas- es la provincia de Alicante. Es cierto que allí no es que tenga la mejor expectativa de voto. Tan verdad como que hace innumerables méritos para ello.
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