El alcalde de Alicante, Luis Barcala, en el Pleno municipal del pasado 28 de mayo.

El alcalde de Alicante, Luis Barcala, en el Pleno municipal del pasado 28 de mayoMORELL/EFE

Comunidad Valenciana  Alicante, el ejemplo valenciano que mantiene impuestos bajos y estabilidad institucional

El alcalde, Luis Barcala, apuesta por una «fiscalidad blanda» en la que el ciudadano «solo aporte lo que tiene que aportar» y que permita atraer inversiones y crear empleo

Este semana la ciudad de Alicante vive sus días grandes con las celebraciones de las Hogueras en honor a San Juan. Lo hace en uno de los mejores momentos de los últimos años gracias a que sigue siendo un referente turístico a nivel mundial y al desarrollo tanto industrial como tecnológico que todavía a día de hoy sigue experimentando.
Su despegue se puede equiparar al de Málaga. Ambas capitales están siendo punteras a la hora de atraer inversiones tanto extranjeras como nacionales y han dado un salto cualitativo en en el ámbito cultural. En el caso alicantino, la ciudad alberga una exposición única sobre los guerreros de Xi'An que ha sido objeto de numerosas visitas.
Para lograr ese bienestar económico y social, el Ayuntamiento liderado por Luis Barcala aplica una doble receta: impuestos bajos y estabilidad institucional. En el aspecto fiscal, el alcalde ha implementado desde que accedió al cargo en 2018 una política «blanda», bajo la máxima de que «donde mejor está el dinero es en el bolsillo de los ciudadanos».

Turismo, gastronomía y logística

Por tanto, lo primero que rechaza es el afán recaudatorio del Consistorio, ya que cada vecino de Alicante aporta «solo lo que tiene que aportar». En este sentido, una de las primeras medidas que adoptó Barcala fue la de rebajar un 5 % el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI). A esta le siguió otra iniciativa, como fue la bonificación de los impuestos municipales en relación a las actividades económicas, la construcción y los vehículos.
Aunque esa gestión fue duramente criticada por la oposición, los alicantinos decidieron respaldarla, votando mayoritariamente al regidor, que se quedó el pasado 28 de mayo a tan solo un escaño de alcanzar la mayoría absoluta. Por tanto, y tal como anunció durante la campaña electoral, seguir al frente del Ayuntamiento le permitirá continuar aliviando la carga impositiva a sus ciudadanos.
De esta manera, Barcala aprobará más bonificaciones en el IBI, en el Impuesto de Actividades Económicas (IAE), el de Construcciones, Instalaciones y Obras (ICIO), así como en el de Circulación. Todo ello, con un objetivo: «Mantener a Alicante entre las ciudades con menor presión fiscal de España».
Al igual que a Juanma Moreno o a Isabel Díaz Ayuso se les critica permanentemente por ejecutar esta clase de políticas y posteriormente los datos de inversión y recaudación les respaldan, al regidor alicantino le sucede lo mismo. Ajeno a estas circunstancias, Barcala mantiene sus planes y utiliza los crecientes recursos públicos para darle un impulso a la ciudad.
En esta línea, una de sus prioridades en la legislatura que termina de comenzar es apostar por la digitalización, en especial en los sectores del turismo, la gastronomía y la logística, tres ámbitos en los que se sustenta la economía local. Potenciándolos y adaptándolos a las nuevas demandas sociales se persigue «atraer empresas y generar empleo».
La política fiscal del alcalde de Alicante coincide con la que pretende llevar a cabo el próximo presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, una vez sea investido a lo largo del mes de julio. La sintonía entre ambos es total, no solo por el mero hecho de ser compañeros de partido, sino también en lo programático más allá de lo puramente económico. Además, Mazón preside la Diputación de Alicante, con lo que tanto el uno como el otro comparten proyectos e inversiones.
El expresidente del Gobierno Mariano Rajoy participó en un mitin apoyando a Luis Barcala.

El expresidente del Gobierno Mariano Rajoy participó en un mitin apoyando a Luis Barcala.EFE

Por poner un contrapunto, el exalcalde de Valencia Joan Ribó en todo momento puso la ideología por delante en su gestión. Eso le valió para subir el IBI y que cada vecino pagase al año cuatrocientos euros más de impuestos. Ahora es María José Catalá quien tiene la misión de revertirlo y para ello hará una reforma fiscal que entrará en vigor el 1 de enero de 2024.

Moción de censura

Para apuntalar la generación de riqueza, los alicantinos han apostado por la continuidad institucional, renovando en las urnas el mandato de Barcala. No obstante, el popular no lo ha tenido fácil. Tras las elecciones municipales de 2015, en la capital del sur de la Comunidad Valenciana se confeccionó un tripartito de izquierdas que calcaba el regional (PSPV-PSOE, Compromís y Unidas Podemos).
Tal fue la inestabilidad interna de ese Gobierno, que reventó internamente y Barcala se hizo con la alcaldía en 2018 mediante una moción de censura. Sus vecinos valoraron positivamente su gestión de apenas una año y en 2019 fue el vencedor de los comicios, aunque se quedó lejos de lograr la mitad más uno de los concejales de la Corporación. Aún así, firmó un pacto de coalición con Ciudadanos.
Las elecciones de 2023 fueron distintas para el regidor alicantino. En su ciudad era en la que las encuestas pronosticaban una cómoda victoria del PP, algo que no sucedía con Valencia y Castellón. Y así fue. El popular cosechó el 38,96% de los apoyos, lo que se tradujo en catorce escaños, uno por debajo de la mayoría absoluta.
Sin embargo, ese resultado le permitió ser investido el sábado pasado sin necesitar el apoyo de Vox, ya que al ser la lista más votada fue proclamado alcalde de forma automática en segunda vuelta. Con ese contexto, aunque tendrá que pactar los Presupuestos municipales y medidas en los plenos, tiene el aval ciudadano para proseguir bajando impuestos e impulsando Alicante.
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