Pere Aragonès y Carles Puigdemont, en una reunión que mantuvieron en Bruselas

Pere Aragonès y Carles Puigdemont, en una reunión que mantuvieron en BruselasEFE

Comunidad Valenciana  El independentismo se escuda en el acuerdo PP-Vox en Valencia para insistir en los ‘Países Catalanes’

Frente a la Ley de Señas de Identidad de Mazón y su política de cero subvenciones a entidades que aboguen por el anexionismo, Aragonés asegura que defenderá la unidad lingüística «siempre y en todas partes»

«Aprobaremos una Ley de Señas de Identidad que proteja los valores, costumbres y tradiciones de la Comunidad Valenciana como parte esencial de la plural riqueza de España. Por ello, eliminaremos las subvenciones a las entidades o asociaciones que promuevan los ‘Países Catalanes’». Con semejante claridad se expresa el punto número tres del acuerdo que hace semanas firmaron el Partido Popular y Vox para gobernar en coalición la Comunidad Valenciana. Por si quedaban dudas de las intenciones, los dos epígrafes previos hablan de defender «la unidad de España» y de reivindicar su «historia y la de la Comunidad Valenciana».
Con esos principios como base de la actuación del nuevo Ejecutivo autonómico, no es de extrañar que los nervios se hayan instalado en el seno del independentismo catalán, tanto a nivel social como en el plano político. En cuanto al primero, tal como informó ayer El Debate y viene haciendo en los últimos meses, con la decisión del recién estrenado Gabinete bajo el mandato de Carlos Mazón hay una gran cantidad de asociaciones secesionistas que, de la noche a la mañana, se quedarán sin recibir fondos públicos, a diferencia de como han venido haciendo durante ocho gracias al tripartito del PSPV-PSOE, Compromís y Unidas Podemos.
Respecto al ámbito político, este golpe de timón ha supuesto un auténtico varapalo para la izquierda valenciana, pero principalmente para todo el sector pancatalanista, comenzando por la Generalitat gobernada por Pere Aragonés (ERC), que ve como se le escapa buena parte del camino recorrido con Ximo Puig en la Comunidad de cara a implementar lo que es su fin último, los ‘Países Catalanes’. Este mitológico territorio únicamente existente en el imaginario anexionista comprende las tres provincias valencianas, las Islas Baleares, una parte del sur de Francia y Cataluña, que actuaría a modo matriz del resto, que estaría supeditado.

«Ataque a la lengua catalana»

De hecho, las reacciones del presidente catalán al pacto entre PP y Vox han sido bastante airadas y, dentro de la habitual manipulación nacionalista, ha calificado la política de cero subvenciones al secesionismo como un «ataque a la lengua catalana», asegurando que allí donde se produzcan estos, estará el Gobierno de la Generalitat para fomentar una «política lingüística» común en las zonas antes mencionadas.
Es importante subrayar que para los anexionistas el asunto de la lengua y su unidad donde quiere enraizar no es que sean asuntos importantes, sino claves e imprescindibles de cara a un hipotético triunfo de su ideario anticonstitucional. La hoja de ruta para la ruptura está clara, siendo tan antigua como lo es esta clase de movimientos políticos y otros de características ideológicas similares. Así, el primer paso es instalar en la opinión pública la idea de que, en este caso en las provincias que abarcarían los ‘Países Catalanes’, se habla desde que el mundo es mundo un mismo idioma, el catalán.
Este hecho es el que, automáticamente, dota a sus ciudadanos, de una cultura común, que trasciende a la lengua y abarca toda clase de facetas imaginables. Aunque cada parte pueda tener algún rasgo idiomático propio, lo importante es hacer creer que es menor, puesto que lo verdaderamente válido es estar bajo el paraguas del catalán. Con esa visión ya inoculada socialmente con grandes dosis de victimismo y manipulación histórica de por medio, el siguiente paso sería el definitivo: si se habla el mismo idioma y es la misma cultura milenaria que, para colmo, está oprimida, solo queda formar una comunidad política, un Estado-Nación bajo esas premisas.
Con el tripartito de socialistas, nacionalistas y comunistas, la Comunidad Valenciana se encontraba en la segunda fase, con una aceptación de los principios catalanistas llevados a todas las políticas públicas y a escaso tiempo de cruzar el Rubicón y adherirse sin fisuras y sin retorno a la fantasía de los ‘Países Catalanes’. Ahora, en cambio, se dará un giro de 180 grados a esa actuación, lo que ha derivado en que instituciones y colectivos anexionistas vuelvan a alzar la voz reivindicando esa quimera territorial.
El propio Aragonés ya ha puesto el grito en el cielo como consecuencia de que en la Comunidad las «políticas culturales, educativas y del ámbito del bienestar» vayan a estar gestionadas bajo la influencia de la «ultraderecha». Con vistas a intentar revertir los compromisos del acuerdo de Gobierno, el dirigente de Esquerra ha hecho un llamamiento, ofreciéndose «al conjunto del territorio de habla catalana para seguir defendiendo y promoviendo la lengua compartida».

Aragonés, Puig y Armengol, al unísono

Este «gran activo» que a su juicio es la supuesta unidad lingüística y territorial Aragonés insiste en que la defenderá «siempre y en todas partes» porque es un tema en el que está «comprometido». Ciertamente, en esto último el catalán dice la verdad, ya que la única política sólida que todavía se sigue llevando a término desde la Generalitat de Cataluña y que no recibe la menor crítica es la de extender los tentáculos del independentismo hacia las regiones a conquistar. De ahí que una de las iniciativas fuese la de dotar de ingentes fondos públicos la celebración del centenario del nacimiento de Joan Fuster, el autor intelectual de los ‘Países Catalanes’ y paradójicamente de origen valenciano.
Para tal evento contó con la siempre agradecida colaboración de los tripartitos valenciano, con Puig al frente, y balear, bajo la batuta de la ya expresidenta Francina Armengol, ambos siempre dispuestos a colaborar con la causa catalanista. Por tanto, lejos de amilanarse y de limitar sus críticas por desinflar el suflé independentista en la Comunidad a alguna declaración aislada o a publicar un tuit, el secesionismo va a redoblar su apuesta por sus aspiraciones máximas y para ello va a utilizar el Gobierno de coalición como excusa y arma arrojadiza, aumentando si cabe los discursos incendiarios.
Durante ocho años de la izquierda en el poder han visto cómo lo conseguido en Cataluña a lo largo de décadas, en Valencia se estaba alcanzando en cuestión de pocos años fruto de una velocidad escandalosa con pedales en los dos gobiernos regionales. Ahora, al comprobar que estaban tocando el sueño con la punta de los dedos pero que se les escurre se niegan a morir en la orilla.
Dicho con otras palabras, aunque Escola Valenciana, Plataforma per la Llengua o Acció Cultural del País Valencià no vayan a recibir fondos públicos, la amenaza territorial, cultural y constitucional que representa el pancatalanismo continuará siendo una realidad. Y todo lo anterior hay que unirle que el fugado Carles Puigdemont es pieza clave para la investidura de Sánchez y cabe prever que el peaje a pagar por el socialista vaya orientado a robustecer las maltrechas estructuras nacionalistas.
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