El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con Ximo Puig y Sandra Gómez en un acto del PSOE en Valencia.

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, con Ximo Puig y Sandra Gómez en un acto del PSOE en ValenciaEFE

Comunidad Valenciana  El control del PSPV-PSOE protagoniza la última gran batalla entre Pedro Sánchez y Ximo Puig

El expresidente de la Generalitat ha nombrado a la delegada del Gobierno como número dos del partido, mientras que la apuesta del líder socialista sigue siendo el alcalde de Mislata, Carlos Martínez Bielsa

El curso político que arrancó hace unos días traerá consigo más de una novedad en la Comunidad Valenciana. La más significativa es la presidencia de la Generalitat, ahora en manos del popular Carlos Mazón, que gobierna en coalición con Vox. Tanto su toma de posesión como la de los consejeros se produjeron en el mes de julio, por lo que esta será la primera ‘temporada’ completa del Ejecutivo regional.
Como consecuencia, otro elemento novedoso será ver a una izquierda valenciana representada por el PSPV-PSOE y Compromís fuera de las responsabilidades autonómicas y con gran parte del poder territorial que tenía en manos del centro-derecha. En cuanto a Unidas Podemos, a los comunistas directamente ni se les verá porque el 28 de mayo no obtuvieron el 5 % de los votos mínimos requeridos, por lo que se convirtieron en fuerza extraparlamentaria.
Por ceñir el análisis a los socialistas, el año político que les espera se podría definir cuanto menos como complejo. Más allá del trauma que todavía les está suponiendo salir de la Generalitat después de dos legislaturas, en el corto o medio plazo deberán abordar la sucesión de su líder y expresidente regional, Ximo Puig. Esta clase de procesos suelen ser sensibles porque puede alimentar las luchas internas entre las diferentes ‘familias’ en una organización.

A expensas de Puigdemont

En el caso del PSPV-PSOE ese contexto no es que esté en riesgo de darse, sino que desde la misma noche electoral en que se consumaron los peores presagios para la federación socialista es todo un hecho. Aunque a medias, el paso al lado dado por Puig deja sobre la mesa dos principales candidatos para relevarle, si bien ninguno de ellos ha querido oficializar todavía sus aspiraciones, ya que la fecha del cónclave depende de si hay repetición de las elecciones generales o si, por contra, Pedro Sánchez termina sellando un pacto con el prófugo Carles Puigdemont y es investido.
Por el sector oficialista, lo que viene llamándose el ximismo, en los últimos días quien ha ganado enteros para liderar el PSPV-PSOE es Pilar Bernabé, actual delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana. Persona de total confianza de Puig, este le acaba de ascender a número dos del partido tras la extraña y repentina salida de Ana Domínguez, hasta ahora mano derecha del expresidente valenciano y a quien este aupó en el último Congreso de los socialistas valencianos. Naturalmente, este baile de sillas se ha analizado como una maniobra del dirigente para sellar su sucesión y no dejar flecos sueltos, una vez que ha hecho lo propio con el grupo parlamentario en las Cortes autonómicas.
Frente a una hipotética candidatura de Bernabé estaría la de la dirección de Ferraz, es decir, de Sánchez, capitaneada por Carlos Martínez Bielsa, actual alcalde de la localidad valenciana de Mislata. Esta pugna entre el presidente del Gobierno y Puig presumiblemente será la última gran batalla entre ambos, una tensión que en estos días cumple un año. Primero fue porque Puig anunció motu propio y desobedeciendo a Moncloa y a su partido una bajada de impuestos.
Más tarde fue porque el exmandatario regional llevó al Ejecutivo central ante el Tribunal Supremo a cuenta del recorte en el trasvase Tajo-Segura. Y, finalmente, porque –aunque sin decirlo explícitamente– Puig achacó salir de la Generalitat a que los valencianos votaron el 28-M pensando en clave nacional, lo que fue un claro dardo envenenado a su jefe de filas.
Ximo Puig y Pedro Sánchez

Ximo Puig y Pedro SánchezEfe

De hecho, esa falta de confianza se pudo comprobar cuando llegó el momento de confeccionar las listas al Congreso de los Diputados para las elecciones generales. Con un Puig «en la rampa de salida» tal como reconocían fuentes socialistas, Sánchez dio galones a Bielsa. Tantos que diseñó una papeleta propia introduciendo algunos cambios que le convenían por afinidad. Esta fue la que el PSOE terminó avalando y aprobando. Sánchez se vengó de Puig.

El PSOE, partido ‘cesarista’

Lo que está claro es que ambos postulantes ya van deslizando a nivel interno sus fortalezas políticas para liderar el PSPV-PSOE. A favor de Bernabé juega que junto a la ministra de Ciencia, Diana Morant, ostenta el mayor cargo institucional para unos socialistas valencianos huérfanos de responsabilidad de alto nivel una vez han perdido la Generalitat, las dos diputaciones donde gobernaban y decenas de consistorios. También le beneficia su trayectoria política en distintas administraciones, puesto que ha sido concejala en el Ayuntamiento de Valencia.
En su contra tiene, paradójicamente, los liderazgos. Respecto al que le apoya, la figura de Puig está notablemente devaluada y, para colmo, desde que se abran los períodos de sesiones tendrá que compaginar su rol de líder de la oposición en las Cortes autonómicas con el de senador en Madrid, lo que le impedirá estar al cien por cien en la Comunidad. Igualmente, que Sánchez tenga otra preferencia puede convertirse en un escollo casi insalvable, teniendo en cuenta que ha convertido al PSOE en un partido 'cesarista' en el que el criterio de su secretario general es el que permanentemente se impone.
Esa es la gran ventaja para Bielsa. Contar con la carta de recomendación del jefe del Ejecutivo es ir un paso por delante. Sin embargo, a pesar de sus más que buenos resultados en Mislata, también ha protagonizado un sonoro traspié. Sucedió cuando se tuvo que elegir al presidente de la Diputación de Valencia, donde los bloques de la izquierda y el centro-derecha estaban empatados a diputados. Todo dependía del único voto de Ens Uneix, el partido de un alcalde que fue expulsado por Puig del PSPV-PSOE tras ser detenido por un caso de corrupción, del que finalmente ha sido absuelto.
El candidato socialista era Bielsa, pero por más esfuerzos que hizo para convencer a Jorge Rodríguez de que se decantara por su partido para presidir el organismo provincial, las rencillas que mantenía con Puig –y con la portavoz en las Cortes y antigua mano derecha de Rodríguez, Rebeca Torró– pesaron más y la Diputación cayó en manos del Partido Popular. De esa manera, los socialistas valencianos se despedían de la única gran institución que podían gobernar en la región. Otro palo en las ruedas en la relación Sánchez-Puig a la que aún le queda un importante capítulo por sufrir.
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