Ximo Puig y Pedro Sánchez, en una imagen de archivo

Ximo Puig y Pedro Sánchez, en una imagen de archivoRober Solsona / Europa Press

Comunidad Valenciana

Sánchez ningunea a Puig con un premio de consolación después de su frustrado nombramiento como ministro

El PSOE nombra al líder del PSPV presidente de la Comisión de Presupuestos del Senado, un asiento sin apenas influencia por la mayoría absoluta del PP y muy alejado de sus aspiraciones a la cartera de Política Territorial

No hay mal que por bien no venga. A ese dicho español debe de estar aferrándose el socialista Ximo Puig tras su último nombramiento. Y es que el todavía líder del PSPV-PSOE ha sido nombrado presidente de la Comisión de Presupuestos en el Senado. En principio, esa designación podría ser vista como una gran noticia. Sin embargo, a tenor de las aspiraciones del castellonense en las últimas semanas, bien podría catalogarse como un simple premio de consolación.
Hasta la conformación del nuevo Gobierno, el exmandatario de la Comunidad Valenciana figuraba en buena parte de las quinielas para ocupar un puesto en el Consejo de Ministros. Desgraciadamente para sus intereses, no recibió la ansiada llamada telefónica por parte del jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez. Por el contrario, sí sonó el móvil de Ángel Víctor Torres, expresidente canario, que ha pasado a ser el actual responsable de la Cartera de Política Territorial. Esa elección frustrada supuso un mazazo para Puig, que, para colmo, vio cómo Diana Morant sumaba las competencias de Universidades a las que ya tenía de Ciencia y, por ende, se le ponía como pieza clave a la hora de influir en su sucesión.
El nuevo puesto de Puig está alejado de ser 'El Gordo'. De hecho, se acerca más a una pedrea. Por una parte, cabe recordar que el exdirigente regional fue nombrado senador por designación de las Cortes Valencianas, un rol muy distinto al que desempeña Francina Armengol, presidenta del Congreso de los Diputados y que también desempeñó durante ocho años el puesto de presidenta de Baleares. De igual modo, su nuevo cargo le deja nulo o escaso margen de maniobra, ya que el Partido Popular cuenta con mayoría absoluta en la Cámara Alta, por lo que tanto las cuentas públicas como cualquier propuesta que hagan los de Alberto Núñez Feijóo saldrán adelante sin ningún tipo de problemas.

Regalo envenenado

Con esta maniobra de Sánchez, Puig queda en muy mal lugar en comparación a la mayoría de los que hasta los comicios autonómicos del 28 de mayo eran sus homólogos. Así, además de los casos de Armengol y Torres, el extremeño Guillermo Fernández Vara ocupa la vicepresidencia segunda del Senado e incluso el andaluz Juan Espadas es el portavoz en la Cámara territorial, a pesar de que en en 2022 tuvo un batacazo electoral sin precedentes tras la mayoría absoluta lograda por Juanma Moreno.
Por tanto, Puig se queda sin influencia y en un rango inferior al de compañeros de partido con igual o menores responsabilidades. Pero para el exdirigente todo puede ir a peor y buena muestra de ello es que el Gobierno ha nombrado a su núcleo duro en las Cortes Valencianas, representado por los exconsejeros, y hasta este martes portavoces en el Hemiciclo regional, Rebeca Torró y Arcadi España, nuevos secretarios de Estado. Al igual que con su puesto en la Comisión de Presupuestos, más que un premio a la labor que hicieron en los años del tripartito junto a Compromís y Unidas Podemos, el movimiento puede ser un regalo envenenado.
Puig y Sánchez, en Valencia, el pasado mes de abril

Puig y Sánchez, en Valencia, el pasado mes de abrilJorge Gil / Europa Press

Con esos dos movimientos, Sánchez no ha apartado de la noche a la mañana a dos de los tres mayores apoyos de Puig en un momento casual, sino cuando la federación socialista valenciana está inmersa en un inevitable proceso de cambio de liderazgo y en el que el secretario general del PSOE no está dispuesto a dejarle la riendas del proceso al sector ximista, con el que, más que estar enemistado, está enfrentado. La apuesta del presidente del Gobierno es Carlos Fernández Bielsa, secretario provincial del PSPV-PSOE en Valencia y alcalde de Mislata.

Sánchez y el control del partido

En consecuencia, con un Puig centrado en sus labores en el Senado y sin apenas poder de influencia y con sus hasta ahora afines sumados a la causa sanchista, la sucesión se acerca más a las preferencias de Ferraz que a las del expresidente. Tal como ha sucedido con otras marcas socialistas a nivel regional, el objetivo de Sánchez es el de controlar los nombres y la actuación de sus barones territoriales y, naturalmente, eso pasa por hacer lo propio con la valenciana, relegando a su otrora aliado a un puesto de segunda división y sumando a sus más afines al aparato gubernamental.
De acabar todos esos pasos según desea el líder del PSOE, sería la puntilla a Puig, que, a pesar de sus ímprobos esfuerzos por acercarse a su jefe de filas tras más de un año de relación con los puentes rotos, no tendría más remedio que asumir que su futuro político ya no pasa por ser un referente autonómico del partido del puño y la rosa.
Que Sánchez no le llamara para ser ministro de Política Territorial fue la última muestra que experimentó en sus propias carnes de cómo se las gasta el jefe del Ejecutivo, sobre todo tras perder la presidencia de la Generalitat y dejar a su partido en la Comunidad con raquíticas responsabilidades institucionales y culpándole del resultado en las urnas. En ese momento, le dejó negro sobre blanco cuál era su porvenir en las altas esferas socialistas, pero el nombramiento como presidente de la Comisión de Presupuestos en el Senado se lo ha acabado por confirmar. Está en la rampa de salida.
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