Imagen de los leones originales para el Congreso de los Diputados en un jardín de Valencia

Imagen de los leones originales para el Congreso de los Diputados en un jardín de ValenciaEl Debate

Los leones originales para el Congreso de los Diputados descansan en un bonito jardín de Valencia

Esculpidos en piedra por José Bellver en 1859 fueron rechazados por su aspecto «infantil»

La historia de los leones que flanquean la escalinata del Congreso de los Diputados en Madrid es más compleja de lo que parece. Los majestuosos felinos de bronce que hoy se conocen como Daoíz y Velarde no fueron la primera opción. Antes de llegar hasta ellos, hubo intentos fallidos, polémicas en la prensa y esculturas que, tras ser rechazadas en la capital, encontraron refugio en un rincón insospechado: el Jardín de Monforte de Valencia.

En este espacio romántico del siglo XIX, declarado Jardín Artístico Nacional en 1941 y hoy propiedad municipal, se conservan dos leones de piedra blanca de Colmenar. Su autor es José Bellver y Collazos (Ávila, 1824 – Madrid, 1869), escultor de una conocida familia de origen valenciano y tío de Ricardo Bellver, creador del célebre Ángel Caído del Retiro. Las piezas, de apenas 90 centímetros de altura y 1,40 metros de largo, fueron encargadas en 1859 para custodiar el Congreso, pero nunca lograron imponerse.

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Imagen de los leones originales para el Congreso de los Diputados en un jardín de ValenciaEl Debate

El rechazo fue inmediato: resultaban demasiado pequeños, con un aspecto aniñado y hasta caricaturesco. La prensa y los madrileños se burlaban de ellos, señalando que parecían «perros rabiosos» más que leones. La intención era que simbolizaran fuerza, elegancia y fiereza, pero su imagen amable no convenció a nadie. Así, quedaron relegados a un almacén del Congreso, a la espera de un destino mejor.

No era el primer tropiezo en este empeño. En 1852, Ponciano Ponzano había colocado en la escalinata dos leones de yeso pintados de bronce, que en apenas un año se deterioraron por la falta de protección frente a las inclemencias del tiempo. Tras la fallida experiencia con Bellver, la Cámara volvió a recurrir al escultor aragonés. Esta vez la obra se realizó en la Maestranza de Sevilla con el bronce fundido de los cañones capturados en la batalla de Wad-Ras (1860), durante la Guerra de África. Los nuevos felinos, de más de dos metros de altura y porte imponente, fueron recibidos con entusiasmo y desde 1866 vigilan las escaleras del Congreso.

Mientras tanto, los dos leones de Bellver no cayeron en el olvido. En 1864, el marqués de San Juan, Juan Bautista Romero y Almenar, los adquirió en Madrid y los trasladó a su palacio de Valencia. Desde entonces, se integraron en la decoración del Jardín de Monforte, donde todavía hoy reciben a quienes cruzan la entrada principal a través del palacete. Allí, entre setos geométricos y esculturas clásicas, se han convertido en una curiosidad histórica que sorprende a los visitantes.

Con el paso del tiempo, los leones de Valencia han alimentado incluso anécdotas comparativas con sus hermanos mayores de Madrid. Hace unos años, el Canal Historia desveló que a uno de los leones del Congreso le faltaban los testículos, mientras que los de Monforte sí los conservan, aunque de menor tamaño. Una diferencia menor que, sin embargo, da pie a relatos pintorescos que contribuyen a mantener viva su memoria.

Hoy, los paseantes que recorren este jardín histórico pueden contemplar de cerca unas esculturas que fueron concebidas para uno de los escenarios más simbólicos de la política española. Rechazadas en la capital por no infundir respeto, los leones de Bellver encontraron en Valencia un lugar donde imponerse en silencio, custodiando discretamente uno de los rincones más bellos y menos conocidos de la ciudad.

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