Reyertas entre bandas de magrebíes y sudamericanos

Reyertas entre bandas de magrebíes y sudamericanosEl Debate

Uno de los barrios más codiciados de Alicante, sumido en las continuas reyertas entre bandas de magrebíes y sudamericanos

El Bulevar del Pla, una zona residencial de precios altos y buena calidad de vida, vive noches marcadas por la violencia y la inseguridad

El Bulevar del Pla, uno de los barrios más demandados de la capital alicantina, se ha visto sacudido en los últimos meses por un fenómeno que inquieta a sus vecinos: las continuas peleas entre grupos de jóvenes de origen magrebí -principalmente argelinos y marroquíes- y sudamericanos. Un área residencial con urbanizaciones valoradas en torno a los 270.000 euros, bien comunicada y con todo tipo de servicios, que al caer la tarde cambia de rostro: la tranquilidad da paso a un clima de tensión y violencia que ha llevado a algunos propietarios a plantearse abandonar el barrio.

Por la mañana, la avenida Periodista Rodolfo Salazar -eje central del Bulevar- conserva un aire familiar. Mayores en los bancos, niños en el parque y terrazas llenas de clientes. Sin embargo, según relatan vecinos a El Debate, esa imagen se desmorona con la llegada de la tarde. « Los niños no pueden ni ir a jugar al parque. A partir de las cinco o seis empieza a llenarse. Cada banco es de un grupito -argelinos, senegaleses, sudamericanos...- y entre ellos acaban a golpes por cualquier motivo. Sobre todo entre magrebíes y latinos», cuenta el dueño de un restaurante de la zona.

Las peleas -protagonizadas también ,según el relato de los vecinos, por menores de centros de acogida- no siempre se quedan en amenazas. Algunos residentes aseguran que los grupos han llegado a increpar e incluso agredir a personas mayores por ocupar «su banco». Ante esta situación, muchas familias optan por encerrarse en casa al anochecer.

La pelea de la katana

El episodio más grave se produjo hace unos meses, cuando decenas de jóvenes magrebíes se enzarzaron en una violenta pelea en la que se emplearon objetos contundentes, un spray de pimienta e incluso una espada tipo katana portada por un menor de edad. La llegada de varias patrullas de la Policía Nacional y de la Policía Local permitió asegurar la zona y controlar la situación.

Katana requisada por la Policía a un menor magrebí en Alicante

Katana requisada por la Policía a un menor magrebí en AlicantePolicía Nacional

En total, 12 personas fueron detenidas, ocho de ellas menores, y se recuperó la katana, que uno de los implicados intentó ocultar primero entre unos setos y después bajo un vehículo. Cuatro de los arrestados precisaron atención médica por lesiones leves. El caso fue remitido a la Fiscalía de Menores. El suceso, grabado por testigos y difundido en redes, reforzó la sensación de inseguridad entre vecinos y comerciantes.

Historias de miedo y hartazgo

El propietario de un restaurante ubicado frente a un parque infantil ha decidido echar el cierre. «Nos vamos de aquí. En parte por las peleas. Desde el vídeo de la katana todo ha ido a peor», afirma.

En su negocio, hace solo unas semanas fue víctima de uno de estos sucesos. Una noche, un joven marroquí entró en su local pidiendo que llamaran a la policía porque le perseguían. «La terraza estaba llena y le dijimos que sí, que llamaríamos, pero que se marchara para evitar problemas», relata.

Apenas veinte segundos después irrumpió un grupo de seis o siete sudamericanos armados con botellas vacías, un extintor, palos y alguna navaja. «Fueron directos a por él. Le pegaron un botellazo en la cabeza, a un metro de donde yo estaba, e intentaron apuñalarlo. El chico trató de defenderse con una silla y eso le salvó. Fue una locura», asegura el hostelero.

La Policía Nacional llegó al poco tiempo, alertada también por otros locales de la zona, pero solo pudo detener a uno de los agresores que había sido retenido por un testigo.

El hostelero asegura que la situación es insostenible: «Muchos son menores o dicen que lo son, no llevan documentación y al final no pasa nada. La Policía no puede hacer su trabajo. Hasta que no haya una desgracia no van a parar».

La sensación de miedo alcanza también a los vecinos. Una residente que se mudó con sus padres hace un año y medio a una urbanización del Bulevar reconoce que ahora se plantea vender: «La zona es buena, con todos los servicios, pero mis padres no bajan por la noche ni a tirar la basura por el tema de la inseguridad. Hay vecinos que ya piensan en marcharse, igual que nosotros».

Un barrio al límite

Los testimonios se repiten: bancos ocupados por grupos de jóvenes, robos de mobiliario en terrazas, niños que ya no pueden jugar en el parque, peleas constantes entre bandas de distintas nacionalidades. Según los comerciantes, la situación se agrava porque muchos de los implicados son menores de edad y quedan en libertad tras cada intervención policial.

El contraste es llamativo: un barrio valorado por su oferta residencial y su calidad de vida que, cada noche, se convierte en un espacio dominado por grupos juveniles enfrentados. Entre la imagen de urbanización tranquila y la realidad de las peleas, el Bulevar del Pla vive hoy atrapado en una paradoja que, de no contar con mayor seguridad, se verá abocado a vaciarse de familias y negocios.

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