Imagen tomada este jueves del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

Imagen tomada este jueves del presidente del Gobierno, Pedro SánchezEuropa Press / Eduardo Parra

Pedro Sánchez tiene en su mano fijar la fecha para la toma de posesión de Pérez Llorca como presidente de la Generalitat

El jefe del Ejecutivo tiene la potestad de firmar en el BOE la incorporación del sucesor de Mazón

Las Cortes Valencianas fueron este jueves el escenario de un lugar en el que, metafóricamente, hubo 'fumata blanca', la de la investidura de Juanfran Pérez Llorca como presidente de la Generalitat en virtud de los 53 votos que su candidatura cosechó, 40 del PP y 13 de Vox. Mayoría absoluta y sin necesidad de volver a someterse a la confianza de la Cámara este sábado. Arranca una nueva política e institucional en la región.

Sin embargo, y aunque el pleno de toma de posesión está previsto para el próximo martes a las 12 horas, para que la investidura tenga reflejo en decisiones ejecutivas todavía hay que esperar. ¿Cuánto tiempo? El que quiera el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en cumplimiento de la Ley de Gobierno Valenciano, que en su artículo 3 establece que «elegido el presidente de la Generalitat, el presidente de las Cortes lo comunicará al Rey, a los efectos de su nombramiento. Dicho nombramiento se publicará en el Boletín Oficial del Estado y en el Diario Oficial de la Comunidad Valenciana en el plazo de diez días».

Por su parte, el artículo 4 señala que el jefe del Consell «comenzará a ejercer sus funciones a partir del día de la publicación en el Boletín Oficial del Estado de su nombramiento por el Rey». Por tanto, depende de Sánchez que Carlos Mazón deje de estar en funciones y que, por ende, Pérez Llorca tenga capacidad a la hora de tomar medidas en las respectivas reuniones del Gabinete que ha de nombrar.

A muy tardar, esto sucederá el 8 de diciembre, dado el lapso de tiempo que está en la Ley, pero no porque pudiera parecer muy cercano, el asunto deja de tener importancia. La tiene, y mucha, tanto a nivel simbólico como estrictamente político. Respecto al primer asunto, y siempre y cuando Sánchez dilatara su firma en el BOE, tendría que elaborar un concienzudo argumentario para explicar la necesidad del retraso pese a estar nombrado el mandatario por las Cortes.

En cuanto a lo político, la querencia del líder del PSOE para jugar con los tiempos y hacerlos coincidir con sus intereses políticos no es algo novedoso. Por ello mismo, una de las opciones que se manejarían sería la de seguir 'estirando el chicle' de un Mazón al frente de la Generalitat en funciones más de un mes, presidiendo un Pleno de un Consell con inminente fecha de caducidad, con un presidente elegido, pero a la espera de poder entrar al Palau y ponerse a trabajar y mientras La Moncloa no pone una solución tan rápida y sencilla como es un simple trámite que no requiere más que voluntad política.

Durante las últimas semanas, la sensación en la opinión pública de que la Comunidad Valenciana estaba en una inestabilidad institucional es una realidad, por lo que no sería descartable, a tenor de los antecedentes que le acompañan, que Sánchez quisiera prolongar esa imagen a pesar de que la solución ya está ahí.

Además, y al igual que hizo en 2023, agitar el fantasma de la «ultraderecha» lo podría utilizar para intentar que se hable lo menos posible de unas encuestas que le ponen fuera del poder, de la entrada en prisión de José Luis Ábalos y Koldo García, de los múltiples casos de corrupción que afectan y cercan a su Gobierno y al PSOE o de la palmaria, agónica e irremediable situación parlamentaria que mantiene a España paralizada.

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