Imagen de archivo de la celebración de la Nit dels Fatxos en Onil, Alicante

Imagen de archivo de la celebración de la Nit dels Fatxos en Onil, AlicanteWikipedia

La tradición milenaria de una localidad alicantina que llena las calles con antorchas de fuego cada Nochebuena

Onil, conocida como la «cuna de las muñecas», conserva una de las celebraciones más antiguas de la Comunidad Valenciana

Diciembre avanza con ese brillo característico que transforma las calles en escenarios festivos. En estas semanas en las que el invierno ya se deja sentir, la Comunidad Valenciana despliega un abanico inagotable de propuestas navideñas. A los belenes, a los dulces típicos y a los rituales familiares se suman tradiciones propias que dotan a cada localidad de una personalidad única. Y entre todas ellas, hay una que destaca por su antigüedad, su simbolismo y su espectacularidad: la que cada Nochebuena ilumina la villa alicantina de Onil.

Onil, conocida como la «cuna de las muñecas», conserva una de las celebraciones más antiguas de la región, una tradición que se remonta a tiempos prerromanos y que hoy forma parte esencial de su identidad cultural. La Nit dels Fatxos, que comparte protagonismo con los Moros y Cristianos en honor a la Mare de Déu de la Salut, es un ritual de fuego que cada 24 de diciembre reúne a generaciones enteras en un acto donde historia, devoción y comunidad se entrelazan.

Aunque su finalidad actual es conmemorar la Natividad, sus raíces son claramente paganas. Antaño, los pastores encendían estas antorchas en la sierra para calentarse y alumbrar los hogares durante las noches más frías del año. Con el tiempo, la celebración se cristianizó y el fuego pasó a simbolizar la luz que anuncia el nacimiento de Jesús, convirtiéndose en un gesto que acompaña el inicio de la Navidad local.

Imagen de archivo de la celebración de la Nit dels Fatxos en Onil, Alicante

Imagen de archivo de la celebración de la Nit dels Fatxos en Onil, AlicanteTurismo Onil

Los fatxos, protagonistas absolutos de la noche, son elaborados artesanalmente por los propios colivencs y colivenques. Días antes de la celebración, vecinos de todas las edades se desplazan a la Sierra de Onil para recoger esparto verde y seco, la materia prima de estas antorchas ancestrales. Con el esparto seco, llamado totxa, se forma el cuerpo del fatxo, mientras que el esparto verde sirve tanto para sujetarlo como para rematarlo con un trenzado que actúa de empuñadura. Una vez confeccionados, estas teas se encienden por la punta y se hacen girar como si fueran molinetes, desprendiendo un aroma característico y creando un juego de luces que envuelve la plaza Mayor en una atmósfera única.

La cita comienza alrededor de las siete de la tarde, cuando vecinos y visitantes se congregan en la plaza para participar o presenciar el concurso de fatxos. Allí se premia desde el más grande, que puede alcanzar cuatro o cinco metros, hasta el más diminuto, junto con reconocimientos para las personas de mayor y menor edad capaces de rodarlos por sí mismas. Esta participación intergeneracional es uno de los rasgos que más emocionan a quienes viven la fiesta, desde abuelos, hijos y nietos comparten un rito que se ha transmitido sin interrupción, conservando intacta su esencia ancestral.

Bien inmaterial de relevancia local

La Nit dels Fatxos no solo ha perdurado, sino que ha sido reconocida oficialmente. Desde 2022 está declarada Bien Inmaterial de Relevancia Local, lo que implica medidas específicas de documentación, preservación y estudio para garantizar su continuidad. Este reconocimiento, publicado en el Diario Oficial de la Generalitat Valenciana, sitúa a la tradición entre las manifestaciones culturales más valiosas del patrimonio valenciano. Además, el eco de la fiesta se ha expandido más allá de Onil, inspirando celebraciones similares en municipios cercanos como Relleu, Tibi, Elche, Petrer, Elda, Beniarrés o Agullent, e incluso variantes como la Rodà de les Aixames en Jijona.

El vínculo de Onil con sus tradiciones se refleja también en su patrimonio arquitectónico y museístico. En el Claustro del Palacio del Marqués de Dos Aguas, convertido en Belén monumental municipal durante estas fechas, puede contemplarse una figura a tamaño real representando a un hombre elaborando fatxos, un guiño a esta costumbre milenaria. El propio palacio, un edificio gótico-renacentista declarado Bien de Interés Cultural, alberga salas dedicadas a la fiesta, como la del Consulado de los Reyes Magos, único en el mundo, y la sala de los Fatxos, que profundiza en el significado de esta tradición.

Cada Nochebuena, Onil enciende mucho más que fuego. La Nit dels Fatxos es un vínculo con sus orígenes, un espectáculo sensorial y un acto colectivo que aviva el espíritu de comunidad. Es una celebración que ilumina la Navidad desde hace siglos y que, todavía hoy, continúa marcando el latido de la villa con la misma fuerza que antaño. Una noche en la que el fuego no solo acompaña, sino que cuenta la historia de un pueblo entero.

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