Gabriel Rufián se tapa la boca para intercambiar unas palabras con Pedro Sánchez en el Congreso, en una imagen de archivo

Gabriel Rufián se cubre para intercambiar unas palabras con Pedro Sánchez en el Congreso, en una imagen de archivoEuropa Press

El laberinto catalán

Sánchez quiere que Gabriel Rufián ocupe el puesto de Yolanda Díaz

Una coalición entre Podemos, ERC, BNG, Bildu y otros impulsada desde La Moncloa evitaría un hundimiento de la extrema izquierda y la dispersión del voto

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está en tiempo de descuento y su futuro político ya es cuestionado desde dentro de sus propias filas, pero él no parece ser consciente de su situación y sigue señalando con su pulgar quién vive y quién muere.

La última sentencia coincide con el último encumbramiento: esta afecta a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ya amortizada, y a Gabriel Rufián, de quien se desea que encabece una candidatura que agrupe a todas las izquierdas e independentistas en sustitución de Sumar.

El pulso electoral de Sumar hace tiempo que es prácticamente inapreciable. A los naufragios de las elecciones en Galicia, País Vasco y Cataluña se unen las deserciones dentro del conglomerado, con los abandonos de parte de Compromís y de la Chunta Aragonesista.

Para más inri, Sumar no comparece a las elecciones que se celebran hoy en Extremadura, sino que lo hace la coalición de Podemos e Izquierda Unida, lo que pone de manifiesto que a Díaz la dieron por finiquitada desde sus propias filas desde que dimitió de su cargo orgánico en Sumar, pero no de la vicepresidencia del Gobierno.

Pedro Sánchez y sus vicepresidentas María Jesús Montero y Yolanda Díaz

Pedro Sánchez y sus vicepresidentas María Jesús Montero y Yolanda DíazEFE

Junto a la falta de punch electoral de Díaz, el otro motivo que lleva a Sánchez a querer decapitar a la vicepresidenta es el enfrentamiento que esta mantiene con Podemos, lo que impide la unidad de la izquierda y dificulta el día a día, así como el futuro, de Sánchez.

A todas estas circunstancias, solo faltaba la reclamación de Díaz a Sánchez de que este acometa una profunda remodelación del Gobierno porque –como dijo con su habitual tono estridente– «así no se puede seguir». Desde Moncloa se considera que esto fue una deslealtad inaceptable.

Rufián, al alza

Mientras la cotización de Díaz llegaba al nivel de bono basura, para el entorno presidencial la de Gabriel Rufián, portavoz de ERC en el Congreso, apunta hacia la AAA+ política. De Rufián gusta su capacidad para lidiar con lo que Sánchez considera agitadores como Vito Quiles.

También se valora su lealtad y silencio en plena tormenta por la crisis múltiple de corrupción, acoso sexual, debilidad parlamentaria, nepotismo y aislamiento internacional en la que está inmerso el presidente.

Rufián, con pie y medio en Madrid, y muy desconectado de las bases de su partido en Cataluña, tiene, a diferencia de Díaz, buena relación con Podemos. Desde Moncloa se cree que es el perfil perfecto para crear un nuevo artefacto de extrema izquierda que complemente el resultado que pueda obtener el PSOE en las próximas generales.

Este artefacto sería, en el proyecto de Sánchez, un Sumar ampliado y mejorado, dado que no sólo recuperaría a Podemos, evitando la división que tanto castiga en el sistema electoral español, sino que además podría añadir a la candidatura a grupos independentistas de extrema izquierda fuertes en sus territorios, como el BNG y Bildu, así como, obviamente, a la mismísima ERC. Esta fórmula lejos de ser una ensoñación imaginativa ya ha funcionado con éxito en las tres últimas convocatorias electorales europeas.

Gabriel Rufián, hablando con el ministro de Asuntos Exteriores

Gabriel Rufián, en una imagen de archivoEFE

Desde presidencia del Gobierno valoran muy especialmente que Rufián se ha convertido en ariete de Junts, y cómo sale siempre en tromba a atacar a los de Carles Puigdemont cada vez que estos se alejan del Gobierno o le dejan tirado en una votación. Rufián se ha convertido en un ventrílocuo de lo que el PSOE quisiera decirle a Junts y piensa de él, pero no se atreve a verbalizar para evitar la ruptura definitiva.

Rufián se deja querer. Sabe que ahora debe pasar lo que para la izquierda será un ciclón electoral, con cuatro derrotas consecuencias en un semestre en Extremadura, Aragón, Castilla y León y Andalucía. No son pocos los que no descartan que incluso estas cuatro derrotas lo acaben siendo con mayorías abultadísimas del PP.

Cuando ya haya pasado este vendaval a la derecha, la operación Rufián podrá activarse, al estilo de la CEDA, pero de extrema izquierda, en la que ERC, Podemos, BNG, Bildu, Compromís, la Chunta y otros grupos concurran cada uno con sus siglas, pero evitando la confrontación entre ellos, pactando listas en su territorio para luego formar un grupo confederal en el Congreso que pudiera ofrecer a Sánchez un paquete suficiente de escaños como para soñar en seguir en la Moncloa.

Los hay que aventuran que Rufián y Sánchez ya han hablado de esta posibilidad en más de una ocasión y que el actual portavoz independentista en el Congreso estaría incluso dispuesto a abandonar ERC si Junqueras no está dispuesto a jugar esta carta. Esta predisposición de Rufián explicaría su actitud prepotente y arrogante en la comisión de investigación de la Dana donde, buscando protagonismo, hace pocos días se ensañó con la exconsellera valenciana Salomé Pradas.

comentarios
tracking

Compartir

Herramientas