Castillo de proa durante las visitas en Cádiz

Castillo de proa durante las visitas en CádizGonzalo Jiménez

Más de 9.000 personas han visitado en Cádiz el Juan Sebastián de Elcano antes de su partida

Durante el XCV Crucero de Instrucción, en los puertos donde atraque Elcano, los guardiamarinas se encargarán de guiar a los visitantes por el buque-escuela

El Juan Sebastián de Elcano, con sus cuatro palos y 20 velas, parece un edificio más de la ciudad de Cádiz. Tanto es así que son muchos los gaditanos que ni se inmutan ante la presencia del bergantín-goleta que, como todos los años, atracó el pasado miércoles frente a la plaza del ayuntamiento. Pero este año es diferente, porque es la primera vez después de dos años de pandemia que los ciudadanos han podido embarcar, aunque sea por unos minutos, en el buque-escuela y conocer desde dentro este embajador y navegante.
A los miembros de la dotación, como afirma el sargento primero Javier Vargas «nos gusta que venga la gente de Cádiz a ver el barco, porque les encanta, además es una pequeña parte de la ciudad». En los tres días que ha estado atracado Elcano han pasado por su cubierta más de 9.000 personas para verlo, algunos solo han tenido que caminar unas pocas calles, otros se han acercado desde Jerez de la Frontera, Sevilla, Valencia, Madrid, e incluso procedentes de Inglaterra o Francia. Para muchos como Luis Costoya era su primera vez a bordo, aunque otros lo conocen perfectamente de visitas anteriores como Javier Gómez, que portaba un gorra azul marino con el escudo de armas y conocía a la perfección los nombres de los cuatro palos y sus velas. Sin colas y con espacio suficiente, los visitantes han subido por el portalón de popa con más o menos pericia hasta la toldilla, donde les ha recibido el puesto de guardia, para darles la bienvenida. Una vez arriba las caras de asombro iban en aumento según se acercaban a la popa, donde está situado la cuarta caña (timón), que sorprende por su gran tamaño. Todos buscan la foto y algunos preguntan a un marinero si la caña es de verdad. Ante su sorpresa, el marinero les explica que «funciona, pero no se utiliza» y necesitas cinco personas para dar una vuelta entera a la caña. En ese mismo punto, Luis Costoya se sorprende al asomarse en el fumador del comandante y ver una bicicleta estática, que lleva allí desde el crucero anterior, como explicó el comandante en la entrevista que publicó El Debate el pasado miércoles.
Elcano ultima los preparativos para su salida de Cádiz

Elcano ultima los preparativos para su salida de CádizGonzalo Jiménez

Los visitantes se detienen en el puente de gobierno, donde está la caña principal de Elcano junto al pedal de la bocina con una nota escrita a mano que dice «por favor, no pisar», para evitar la tentación. Durante su salida, el buque-escuela hará sonar como saludo a las numeras embarcaciones que acompañarán durante unas millas la salida del buque de la bahía de Cádiz. El puente siempre es el centro de atención, pero para los visitantes como Luis, el lugar más impresionante es el castillo de proa, donde se encuentran los dos cañones destinados a disparar salvas a la entrada de los puertos que visite Elcano. Antes de desembarcar, Luis confiesa que le gustaría «hacer media travesía con ellos, pero me mareo y tengo vértigo, pero me interesa mucho cómo es la vida dentro y cómo funciona». Los últimos visitantes aprovechan a hacerse las últimas fotos y desembarcan por la pasarela de proa. Mientras, la dotación sigue con sus trabajos de puesta a punto del buque, deseando en su mayoría soltar amarras y empezar a navegar rumbo a Tenerife.
La caña en el puente de Elcano

La caña en el puente de ElcanoGonzalo Jiménez Tapia

La emoción también inunda a la dotación del bergantín-goleta. Nada es igual que el año pasado o el anterior, cuando la dotación y los guardiamarinas tuvieron que cumplir unas estrictas normas sanitarias de seguridad que implicaban, entre tantas otras, el aislamiento total de la dotación y los guardiamarinas, que no pudieron despedirse con un abrazo de sus familiares. En el crucero de hace dos años, en el que dieron la vuelta al mundo, no pudieron bajar del buque en ninguno de los puertos de los que estaban previstos y «fue muy frustrante» para todo, como cuenta el sargento primero Ricardo, aunque se considera un privilegiado por navegar en Elcano y le hace mucha ilusión porque «es el crucero por antonomasia de Elcano: la vuelta a Sudamérica». Al igual que Javier Vargas que hizo este recorrido hace 9 años, pero con otros años y diferente pensamiento, aunque de todos los puertos su ilusión es volver a Nueva York, porque quiere coincidir allí con la familia, que viajarán desde España si puede. Incluso para el carpintero, que lleva 10 navegaciones, este «no es un crucero más», advierte. Lo que más le ilusiona es «el paso por los canales patagónicos porque es lo más bonito que he visto nunca». Además, está deseando recorrer Manhattan con la bicicleta que guarda en su pañol de carpintería y que construyó el mismo hace unos años. Incluso el marinero destinado en puente Álvaro Medina, que es su primer crucero, tiene «muchas ganas de navegar y ver cómo me manejo en la mar», explica mientras saca brillo al bronce de la bitácora de popa.
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