El Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa aborda una renovación integral de los proyectos para las Fuerzas Armadas
Fuerzas Armadas Las claves del nuevo plan industrial de Defensa: 34.000 millones y 31 programas especiales
El gasto en defensa ha acaparado todo tipo de titulares en medios de comunicación y ha centrado el debate político, rodeado con frecuencia de polémica. En el epicentro de la estrategia del Ministerio de Defensa para impulsar las capacidades militares españolas se encuentra la aprobación del Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa, que cuenta con una inversión inicial de 10.471 millones de euros en 2025. Quizás agosto, mes en el que la refriega política baja, sea un mes propicio para recordar las claves generales de este plan. ¿En qué consiste? ¿Cuáles son sus líneas básicas? ¿En que capacidades materiales concretas se va a sustanciar?
Puedes descargar el pdf desde aquí: Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa
El Consejo de Ministros aprobó el pasado mes de julio 16 nuevos techos de gasto, que se suman a los 15 ya autorizados anteriormente, y permitirán al Ministerio de Defensa movilizar cerca de 34.000 millones de euros en los próximos años. Estos recursos servirán para financiar un total de 31 Programas Especiales de Modernización (PEM), que abarcan todos los dominios operativos: terrestre, naval, aéreo, espacial y cibernético.
Vehículos, artillería y movilidad táctica
En el ámbito terrestre, se contempla la adquisición de vehículos de combate sobre cadenas, así como la participación en el desarrollo del futuro carro de combate europeo (MGCS). También se actualizarán sistemas de artillería autopropulsada, se incorporarán radares de localización de fuego indirecto y vehículos lanzapuentes, esenciales para garantizar la movilidad táctica en zonas de operaciones.
Renovación de capacidades navales
En el entorno marítimo, el plan incluye la sustitución del buque logístico de aprovisionamiento en combate (BAC) ‘Patiño’, la modernización de las fragatas F-100 con nuevas capacidades de combate, mejoras en los buques anfibios tipo LPD y la incorporación de un nuevo buque hidrográfico oceánico destinado a labores de investigación del fondo marino. A ello se suma la adquisición de un sistema de guerra electrónica de última generación.
Fragata Juan de Borbón utilizada para el dispositivo de seguridad de la cumbre de la ONU en Sevilla
Relevo de aeronaves y salto tecnológico
En el dominio aéreo, se prevé la compra de nuevos aviones de instrucción para reforzar la capacidad de entrenamiento, así como el reemplazo de los veteranos C-212 Aviocar por plataformas de transporte táctico más modernas. También se contempla la adquisición de helicópteros multipropósito para misiones de transporte, evacuación y apoyo logístico. A nivel estratégico, el plan mantiene el compromiso con el desarrollo del sistema europeo de combate aéreo del futuro (FCAS), en el que España participa junto a Francia y Alemania.
Sistema de armas de nueva generación (NGWS) de FCAS, con el caza de nueva generación, Eurofighter y operadores remotos
Satélites, ciberdefensa y comunicaciones
El espacio y el entorno digital también ocupan un lugar prioritario. Está previsto el lanzamiento de dos satélites radar de apertura sintética para mejorar las capacidades de observación terrestre. En paralelo, se desarrollará un sistema conjunto de radio táctica para garantizar comunicaciones seguras entre unidades, así como un sistema digital único para la gestión operativa en tiempo real.
Lanzamiento del satélite militar español SpainSat NG I desde Cabo Cañaveral
Tecnologías duales
Estos programas se alinean con las prioridades de la OTAN, centradas en el desarrollo de tecnologías disruptivas que son clave para la seguridad colectiva. Entre ellas destacan la inteligencia artificial, el Big Data, la robótica, las tecnologías cuánticas, la biotecnología, los nuevos sistemas energéticos y de propulsión, así como nuevas técnicas de fabricación. En su mayoría, se trata de capacidades duales —con aplicaciones tanto civiles como militares— que permitirán consolidar una base industrial y tecnológica de la defensa robusta, autónoma y moderna.
Con esta inversión, Defensa busca garantizar la operatividad de las Fuerzas Armadas ante un entorno estratégico cada vez más volátil, al tiempo que promueve el ansiado, y cada vez más urgente, objetivo de lograr una soberanía tecnológica nacional.