Trump y Musk son ahora enemigos políticos

Trump y MuskCFOTO via AFP

Defensa

Está en peligro la inteligencia de los EE.UU.

Compartir y proteger secretos tiene unas normas y es una parte importantísima de la cooperación internacional

Las actividades de la política exterior de un país, tanto las diplomáticas como las de inteligencia y, sobre todo, las de contrainteligencia, tienen características comunes, son rutinarias, aburridas, requieren de paciencia, casi nadie las nota, requieren de miles de horas de investigación y estudio, pero son absolutamente imprescindibles para la prevención de amenazas y la mitigación de los daños que se producen cuando fallan los sistemas de alerta y es necesario «taponar una vía de agua».

Entre aliados se comparte inteligencia, se colabora y coopera en operaciones conjuntas, se planifican acciones tendentes a eliminar objetivos comunes, se desarrollan políticas generales para el grupo de aliados y un largo sinfín de acciones. Todo este sistema tiene como base la «confianza». Situarse en el lado contrario, el de la «desconfianza», dejaría al que avanzase en esa dinámica peligrosa en una situación en la que todos los demás le mantendrían «bajo vigilancia» y reducirían de inmediato sus aportaciones de inteligencia. Se convertiría en un socio no fiable y ello tendría consecuencias inmediatas.

Esta situación de «desconfianza», provocada por la mala gestión de los asuntos de inteligencia, de aquellos asuntos que no deben «airearse», de las negociaciones que existiendo no existen, de los tratos que se formalizan debajo y no encima de la mesa, puede provocar daños impredecibles al que la genere, independientemente del poder que ostente. Tengamos en cuenta que cuando se desconfía de alguien no se entrega inteligencia ni militar, ni política, ni policial, ni económica, ni de ningún tipo, y eso puede acarrear consecuencias muy graves.

Hace unos días hablaba con un colega de otro servicio que me decía que las relaciones con los servicios estadounidenses estaban «congeladas» y que no les enviaban informaciones porque no se fiaban de este equipo actual. Algo que me asombró mucho más fue que me dijo que no se fiaban de que las informaciones compartidas no terminasen en la mesa del enemigo. Esto me hizo pensar que ellos seguían considerando enemigo al mismo que antes, a Rusia, a China, a Irán, pero que ahora estaban un poco desorientados con la deriva que había marcado el presidente de los Estados Unidos.

Desde la misma llegada de Donald Trump al gobierno ha seguido unos pasos de manual, instalando leales en la dirección de todas las agencias federales para, acto seguido, dejar entrar al equipo del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), dándole acceso a los datos internos, incluidos los clasificados y secretos, proporcionándole apoyo para el control de los fondos y así poder ejercer presión y reducir el número de puestos de trabajo. El objetivo de todo ello, al parecer, generar una alineación ideológica de los funcionarios con los objetivos de esta Administración y, por supuesto, sustituir mano de obra humana por tecnología.

Los miembros de DOGE han obtenido todo tipo de datos, informaciones y registros de las bases de la Administración de los Estados Unidos y han estado introduciéndolas en herramientas de Inteligencia Artificial (IA), intentando estudiar y determinar qué trabajos pueden realizarse por parte de herramientas tecnológicas o por robots. El asunto es lo suficientemente preocupante en sí mismo, pero se torna mucho más cuando la información a la que han tenido acceso es de todo tipo, incluida la clasificada de secreto.

El procedimiento que han seguido ha sido una copia de unos organismos a otros. Han presionado a los informáticos de menor rango, que son los que más problemas de acceso les han puesto, pero han convencido a sus jefes, que les han desautorizado de inmediato ante la posibilidad de perder su puesto de trabajo. Los funcionarios que ocupan puestos de carácter técnico han visto, sin salir de su asombro, cómo eran autorizados a bucear en todo tipo de información, aunque muchos de ellos eran profesionales muy jóvenes, sin experiencia alguna en el tratamiento de este tipo de informaciones. De hecho, se han presentado muchas demandas ante el modo de actuar de los miembros de DOGE que no pertenecen formalmente a una agencia del Gobierno y, por tanto, eluden el cumplimiento de ciertos controles y supervisiones.

Y ahora Elon Musk ha abandonado sus funciones en el equipo de Trump e incluso se ha enfadado con el que le ha permitido hacer todos esos movimientos y se va con todo lo visto, con todos los secretos a los que ha tenido acceso. Podríamos pensar, ejerciendo, por supuesto, la labor de mal pensado, que Musk compró Twitter, ahora X, a finales del 2022, para comenzar a trabajar en la figura de Trump y que esta vez fuese la buena, no como en el 2016, donde el desconocimiento del interior de la Administración acabó por hacerle perder las siguientes elecciones. Podríamos también pensar, continuando con la labor de mal pensado, que, inmediatamente a su victoria, encargó Trump a su amigo que adquiriese todo el conocimiento necesario para «esposar» y «amordazar» la Administración estadounidense. Y, por último, una vez adquirido todo ese conocimiento, y realizada la labor para la que se le había requerido, que retorne a su actividad empresarial y pueda comenzar a desarrollar productos, aplicaciones, herramientas y todo tipo de asuntos, todos dirigidos a la venta al Estado, algo que ahora conoce a la perfección.

¿Tendríamos que pensar que después de toda esta operación el peligroso es Elon Musk? Seguro que los servicios de países hostiles ya estarán preparando operaciones para intentar reclutar a miembros de este equipo DOGE, que puedan ser vulnerables de algún modo, no necesariamente legal, en las operaciones de este tipo las cortapisas legales o morales no existen, para obtener todo el conocimiento e informaciones a las que han tenido acceso. Estamos hablando de muchas personas y cualquier profesional sabe que cuantas más personas dispongan de la información o conocimiento, más riesgos asumimos para protegerlo.

Compartir y proteger secretos tiene unas normas y es una parte importantísima de la cooperación internacional. Todos los países implicados deben estar seguros de que la información e inteligencia que aportan se trata como tal. Abandonar este sendero significa que te quedas solo ante amenazas que han adquirido la catalogación de globales. Un ejemplo de ello es el terrorismo, capaz de aplicar sus métodos y realizar actos terroristas a lo largo de todo el globo. Alejarse del sendero de la colaboración es en este sentido un suicidio que seguro que los enemigos aprovecharán.

Cuando hablamos de compartir, y de proteger la inteligencia, no debemos olvidarnos de que esto lleva implícito proteger las fuentes y los métodos de actuación, que de otro modo podría caer en manos del enemigo.

La pregunta que lanzo a los lectores, que me produce una enorme preocupación, es si los servicios hostiles están haciendo su trabajo o esto es fruto de que ya lo hicieron en el pasado y ahora están recogiendo la fruta madura. La otra cuestión que me preocupa es el aumento de poder de los contratistas privados y su repercusión en cuestiones vitales como esta.

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