Lonja del marisco en el Puerto de Burela (Lugo)

Lonja del marisco en el Puerto de Burela (Lugo)Carlos Castro/Europa Press

La curiosa historia del marisco en Galicia: de comida de pobres al plato más codiciado

En la actualidad es un lujo reservado para las grandes celebraciones como la Navidad

La gastronomía gallega, rica en tradiciones, ha sido testigo de un cambio espectacular en la percepción de sus productos más emblemáticos. Lo que antaño eran ingredientes humildes, destinados a la subsistencia de las clases trabajadoras, hoy se han convertido en auténticas exquisiteces que triunfan en la alta cocina.

Uno de los pilares de esta evolución ha sido la comida de aprovechamiento, una práctica habitual en los hogares gallegos donde nada se desperdicia. Desde platos como el caldo gallego, que se enriquecía con los ingredientes disponibles en cada casa, hasta la ropa vieja, una sabrosa reinvención del cocido, la cocina gallega ha demostrado ser muy creativa.

Comida de pobres y abono de tierra

Lo que antaño fue considerado ‘comida de pobres’ hoy es un manjar al alcance de pocos. En Galicia, donde la gastronomía ha sabido revalorizar sus productos más tradicionales, el caso del marisco es uno de los ejemplos más sorprendentes de esta transformación.

Lejos de la exclusividad que hoy lo rodea, en el pasado el marisco gallego no solo era un alimento humilde, sino que en muchos casos se desechaba e incluso se utilizaba como abono para las huertas.

Durante gran parte del siglo XX, el marisco en Galicia era un recurso abundante y barato. Las costas gallegas estaban llenas de especies como percebes, centollos, nécoras, mejillones, y bogavantes, que se recogían en grandes cantidades.

Además, en una época de escasos medios de transporte y sin la tecnología actual, el marisco no podía llegar de manera eficiente a los mercados interiores del país, por lo que su consumo se limitaba casi exclusivamente a las poblaciones costeras.

Lonja del marisco en el Puerto de Burela (Lugo)

Lonja del marisco en el Puerto de Burela (Lugo)Carlos Castro/Europa Press

Esta abundancia llevó a que los mariscos sobrantes se utilizaran como fertilizante en las huertas, gracias a su alto contenido en calcio, o incluso se regalaran a los más necesitados. De hecho, en ocasiones, los pescadores llegaban a destruir el marisco al no poder cargar con él hasta el puerto, lo que refleja el desprecio hacia un alimento que hoy en día se cotiza a precios astronómicos.

La transformación a comida de lujo

Este panorama cambió radicalmente cuando España vivió una revolución económica y social. La mejora de las infraestructuras de transporte, como la modernización de las vías de tren y la creación de rutas directas a Madrid, permitió que el marisco gallego llegara con rapidez y frescura a los grandes centros urbanos.

Fue entonces cuando surgió un nuevo perfil de consumidor: el urbano, con mayor poder adquisitivo. La creación de un ‘mercado del lujo’ en torno a estos productos hizo que el marisco dejara de ser un alimento común.

Y es que, a medida que la demanda aumentaba y la oferta disminuía, los precios del marisco comenzaron a escalar de manera vertiginosa. Hoy en día, algunos mariscos, como el percebe o la nécora, se venden a precios desorbitados, convirtiéndose en un lujo al alcance de pocos. Es por esto por lo que, el marisco se asocia con momentos de celebraciones familiares y festivas, como la Navidad.

Este cambio refleja no solo la evolución en los hábitos alimentarios, sino también valor de los productos autóctonos, y cómo algunos se han convertido en auténticos bocados de lujo.

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