Una gasolinera cerrada en Ribeira de Piquín

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La lucha del rural de Galicia para no perder población: los ayuntamientos gestionan tiendas y gasolineras

«Quiero que haya un sitio donde puedan ir a comprar», argumenta el alcalde de uno de estos municipios

El rural de Galicia busca no perder población y servicios básicos. Para lograr este objetivo, varios ayuntamientos han puesto en marcha diversas actuaciones.

Lo hacen con iniciativas impulsadas desde sus ayuntamientos con el objetivo de garantizar servicios que corren el riesgo de desaparecer cuando, mayoritariamente por falta de relevo generacional, cierran ante la jubilación de sus propietarios.

Este es el caso de Piñor, en Orense, promoviendo un bar para asegurar servicios próximos a un albergue y un centro cultural, o de municipios como los de Pol o Ribeira de Piquín, en Lugo, con iniciativas para prestar asistencia a un supermercado o una gasolinera.

En otras zonas como Moimenta, un pequeño núcleo en la carretera que une Boiro y Noia, se buscan personas interesadas para una taberna que se alquila.

Supermercado

El alcalde de Pol, Lino Rodríguez, explica que optaron por comprar 862 metros cuadrados en el lugar donde estaba ubicado el supermercado y una pequeña fábrica que hacía embutido, al retirarse su propietario y para que vecinos de la zona no tuvieran que irse a otras localidades próximas como Castroverde.

«Quiero que haya un sitio donde puedan ir a comprar», explica al ser preguntado por qué se optó por esta medida, que vincula con la falta de relevo generacional. En este sentido, apunta a un descenso progresivo de la población debido a que los fallecimientos que se producen no son compensados con los nacimientos. Y eso pese a que, según especifica, llegan extranjeros para trabajar en las ganaderías. «Pero bajamos todos los años entre 30 y 40», indica sobre el número de fallecidos.

Gasolinera

En el caso de Ribeira de Piquín, su regidor, Roberto Fernández, explica que alquilaron una gasolinera que llevaba más de diez años cerrada y que optaron por crear una fundación municipal para impulsar proyectos «ante la falta de iniciativa privada». «La filosofía es la puesta en funcionamiento de proyectos abandonados e infravalorados». Ahora, añade, gestionan «una plantación de kiwi y una instalación de producción de cerdo celta».

«Somos un ayuntamiento de 500 habitantes con una línea demográfica descendiente», apunta para sostener que hay que actuar en dos frentes. «Crear servicios y sacar adelante iniciativas abandonadas con un criterio sostenible y un manejo tradicional para poner en valor recursos y crear empleo».

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