Atlantic CityLuís Pousa

Al rescate del Rosario

Coruña debe de ser la única ciudad de Occidente que no honra a su patrona. ¿Se imaginan la que se armaría si a los zaragozanos les hiciesen ir a trabajar el día del Pilar?

Este fin de semana, la Ciudad Vieja celebra a su manera -o sea, con modestia, porque el entusiasmo de los vecinos es ilimitado, pero los recursos son escasos- las fiestas del Rosario, que al menos sobre el papel sigue siendo la patrona de Coruña. Desde hace muchos años, la que tendría que ser la gran fiesta de la ciudad es un entrañable jolgorio de barrio del que, por ejemplo, no tienen noticia en los Mallos. Salvo los muy fans, nadie se enterará en la calle Vizcaya de que hoy hay sesión vermú en la plaza de Azcárraga.

Que un coruñés renuncie a una juerga me resulta incomprensible. Debe de ser la única ciudad de Occidente que no honra a su patrona. ¿Se imaginan la que se armaría si a los zaragozanos les hiciesen ir a trabajar el día del Pilar? ¿O si en Barcelona decretasen laborable el día de la Mercè? Pues aquí hace tiempo que dejamos que nos birlasen el festivo del Rosario y a casi nadie parece importarle.

Los queridos vecinos de la Ciudad Vieja, con el gran Leo Méndez al frente, hasta han adelantado la agenda de actuaciones a este fin de semana para que el personal se pueda acercar a Azcárraga a echar un baile. Como el martes 7, que es cuando el calendario dice que deberíamos celebrar por todo lo alto la festividad de la patrona, hay que ir a trabajar, acabamos festejando el Rosario el domingo de San Froilán.

Ya conozco el argumento de que sólo hay dos festivos locales al año y que el martes de Carnaval es irrenunciable. Yo sostengo que el martes de Carnaval debería ser festivo autonómico porque ya no hay ningún rincón de Galicia donde no se exalte el disfraz a tumba abierta. Pero mientras esto no se oficialice, si hay que elegir entre rescatar el festivo del Rosario o mantener San Juan como no laborable, yo sin duda lo apuesto todo a la patrona.

Actuación en la plaza de Azcárraga por las fiestas del Rosario

Actuación en la plaza de Azcárraga por las fiestas del RosarioCEDIDA

Ya sé que nadie me hará mucho caso -bendito problema- y que seguramente a muy poca gente le importe mi humilde opinión sobre el calendario laboral. Pero detesto que aquella noche de San Juan, que en mi infancia era una entrañable celebración de los chavales del barrio, se haya transformado en un gigantesco botellón que deja arrasadas las playas de Riazor y del Orzán con la bendición y el patrocinio de las autoridades. Y tampoco acabo de entender por qué en lugar del 23 se hizo festivo el 24 de junio, cuando ese día nadie celebra nada y la ciudad está cerrada a cal y canto. Salvo que sea para dormir la mona. Y, para dormirla, yo creo que ya llega con Año Nuevo.

Será porque fui pregonero del Rosario y desde entonces llevo el barrio tatuado pecho adentro. Será porque viví muchos años a unos pasos de la capilla de Santo Domingo, donde está la imagen de la patrona. Será porque mis hijas se criaron en el casco histórico y, de pequeñas, me desplumaban para subir a todas las atracciones que cada octubre llenaban la plaza de la Constitución. Será porque soy un sentimental y creo que a la Ciudad Vieja no la llamamos la Ciudad por casualidad. Será porque como columnista -y tal vez no sólo como columnista- soy un poco suicida y me gusta nadar a contracorriente. Pero yo abogo sin matices por resucitar el Rosario como la gran festividad de Coruña.

No sé si bautizar esta campaña unipersonal y destinada al fracaso como «Make el Rosario festivo again» o «¿San Juan? No, gracias». Pero, ya puestos a fracasar a lo grande, sueño con hermanar Coruña y la Rosario argentina. Y sueño con celebrar ese hermanamiento un futuro 7 de octubre con un amistoso en Riazor entre nuestro eterno Dépor y el Newell’s Old Boys de un Messi ya retornado al club rosarino. En el banquillo sonreirá Scaloni, que también habrá regresado a la tierra prometida.

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