Los enclaves de Galicia donde se rodó «Las hijas de la Criada»
Los rincones gallegos que se convierten en protagonistas de ‘Las hijas de la criada’ de Sonsoles Ónega
Un viaje por los pueblos y paisajes que dan vida al Premio Planeta de Sonsoles Ónega
Galicia ha conquistado la pantalla gracias a su fuerza visual; su patrimonio histórico, su costa y sus pintorescas villas hacen que cualquier escenario artificial resulte innecesario. Cada vez son más las producciones que eligen la comunidad como marco natural por la riqueza cultural que aporta a la narrativa. Series como Rapa, El sabor de las margaritas o El desorden que dejas, han convertido a Galicia en un personaje más, capaz de influir en la trama y en la atmósfera de la historia.
Por eso no sorprende que la adaptación de Las hijas de la criada, la novela con la que Sonsoles Ónega ganó el Premio Planeta en 2023 y que se convirtió en el libro más vendido del país ese año, se haya apoyado en la geografía gallega para cobrar vida dos años después en la pequeña pantalla.
La historia, un drama ambientado a principios del siglo XX lleno de intrigas familiares, herencia y secretos, ha encontrado en estas localizaciones una atmósfera perfecta. Pazos, pueblos costeros y paisajes atlánticos trazan el mapa emocional por el que transitan los protagonistas en los ocho capítulos de la adaptación televisiva.
Un recorrido por Pontevedra y Coruña
El rodaje se desarrolló principalmente en las provincias de Pontevedra y La Coruña, donde la producción encontró los escenarios perfectos para recrear la Galicia de principios del siglo XX, con su ambiente rural, marinero y burgués. Desde la elegancia del Pazo do Faramello, pasando por los emblemáticos hórreos de Combarro, hasta las playas salvajes de Muros, cada localización contribuyó a transmitir el carácter de la época.
El pazo ficticio Espíritu Santo, centro de poder de la familia Valdés, se construye sobre la base real del Pazo do Faramello (Rois, La Coruña). Este enclave, rodeado de bosque y atravesado por un regato, refleja la solemnidad de las viejas casas hidalgas gallegas. Sus jardines, entre ellos el simbólico Jardín del Recuerdo, marcado por el homenaje a las víctimas de Angrois, aporta una dimensión emocional extra a su presencia en la serie.
Pazo de Faramello
A poco más de una hora de allí, la producción se trasladó a Pontevedra para construir el universo socialmente fracturado de Punta do Bico. Su vertiente más burguesa tiene su epicentro en la Plaza de la Leña, uno de los rincones más característicos del casco histórico pontevedrés. Durante el rodaje, esta plaza se transformó en un bullicioso mercado.
Pero la vida humilde, marinera y cotidiana del pueblo de Punta do Bico se filmó en otro lugar: Combarro. Sus hórreos alineados frente al mar, las casas de piedra con balcones de madera, los cruceiros y las pequeñas plazas que se abren entre callejuelas estrechas ofrecieron a la serie un decorado natural.
El recorrido por los escenarios gallegos prosigue en la provincia de La Coruña, donde la producción recreó el universo de la conservera La Deslumbrante, que situaron en la ría de Muros. Las playas de Area Mayor, con sus dunas, la laguna de Xelfas y el monte Louro dominando el horizonte, fueron testigo de varias escenas clave.
Sin embargo, fue el puerto de Cabanas, un pequeño enclave que conserva el espíritu del siglo XVII, el que se transformó para representar el exterior de la conservera. Allí, entre embarcaciones tradicionales, soportales de piedra y la arquitectura marinera, la ficción encontró el escenario perfecto para mostrar el día a día del negocio familiar.
Completan el mapa de rodaje gallego municipios como Pedrouzos y Negreira, que aportaron paisajes rurales y caminos de tránsito.
Galicia no solo ofrece paisajes, sino también historia y lugares con carácter, convirtiéndose en el escenario perfecto para trasladar a la pantalla historias que ya han cautivado a miles de lectores.