Resto de la capilla del Ayuntamiento antiguo

Resto de la capilla del Ayuntamiento antiguoJC

La huella de una pérdida en el patrimonio municipal

La capilla del Ayuntamiento tenía un curioso retablo civil de azulejos

En la calle Capitulares, en el lienzo de muralla que hay junto a la fachada principal del Ayuntamiento se advierte una huella en forma de arco que despierta la curiosidad del viandante y que, al menos, dice que allí algo hubo.
De lo que hubo, desgraciadamente, sólo queda esta marca picada en los sillares y un hueco central sobre el que siempre suele haber un cartel. El que hay ahora informa de las obras en el Templo Romano de las que no fecha de momento para su finalización.
Este arco en la muralla es lo único que se conserva, arquitectónicamente hablando, de lo que nació como sala capitular baja y que con posterioridad devino en capilla del Ayuntamiento hasta que hace poco más de medio siglo se derribó junto con todo el edificio, se ensanchó la calle y así quedó mientras su recuerdo se diluía en la memoria de los cordobeses.
Capilla del Ayuntamiento antiguo

Capilla del Ayuntamiento antiguoArchivo Municipal de Córdoba

Con ese derribo se destruía una importante página en la historia de Córdoba, que arrancaba con la visita a la ciudad de Felipe II en 1570, motivo por el que se inició la construcción de la antigua casa consistorial, que vino a sustituir a la de la calle Ambrosio de Morales, actual sede de la Real Academia de Córdoba.
Aquel primer edificio no tenía nada que ver con el que figura en viejas fotografías en sepia. Fue fruto de varias ampliaciones y esta capilla se construyó tras la adquisición de unas casas en 1620 como sala capitular baja; esto es, para celebrar las reuniones en los calurosos meses estivales.

El curioso retablo

Esta sala se decoró más de un siglo más tarde, en 1732, con un retablo de azulejo que Fuensanta García de la Torre señala como de procedencia trianera. Aunque a un primer golpe de vista se pudiera confundir con un retablo religioso, la iconografía del mismo es plenamente civil. Sobre el banco, en el que figuraba la fecha de construcción, estaba el primer cuerpo con dos figuras a las que se les atribuye la fundación de la ciudad, el mítico Túbal y Claudio Marcelo. En el centro, una hornacina en la que se colocó, según el momento, una imagen de San Fernando o del beato Diego José de Cádiz, por haber predicado en ese lugar a la Corporación municipal, que le dio plaza de capitular.
En el ático del retablo destacaba en su centro a gran tamaño el escudo de Felipe V entre dos damas y a sus lados el de la ciudad de Córdoba, con la curiosidad de que los leones del centro estaban enfrentados para buscar la simetría, cuando lo habitual es que el animal mire a la izquierda, según las normas heráldicas.
Capilla del Ayuntamiento antiguo

Capilla del Ayuntamiento antiguoArchivo Municipal de Córdoba

Esta sala, pese a la iconografía civil del retablo, tuvo también su uso como capilla y para ella se hizo un magnífico ajuar de plata en el siglo XVIII cuando se desmontaron las andas que tenía en Ayuntamiento para traer a la ciudad a la Virgen de Villaviciosa. Con este metal se hizo el frontal, que aún se conserva, junto con las sacras, candelabros, atril y demás enseres.
La ubicación de esta capilla, en la primera crujía del edificio, le hizo sufrir serios problemas de estabilidad, hasta el punto de que llegó a estar cerrada mucho tiempo. En 1944 se rehabilitó y a partir de entonces volvió a tener uso. Ahí se organizó en ese año una exposición sobre el Beato Diego José de Cádiz y también se expusieron algunas piezas insignes del Archivo Municipal.

Celebrar la reconquista

En 1952 se volvió a celebrar misa en la misma y a partir de ese año, entre otros usos, era el lugar en el que se conmemoraba cada 29 de junio la reconquista de la ciudad. Para ello contaba el Ayuntamiento con un ceremonial propio que había sido diseñado y escrito por Luis María de las Casas-Deza en 1842, cuando formó parte de la Corporación como caballero síndico.
El secretario del Ayuntamiento leía en esa capilla el texto que relataba el hecho histórico y después partían los capitulares en procesión hasta la Catedral donde había una solemne misa seguida de Te Deum.
Las últimas veces que se conmemoró la reconquista en el siglo XX no contaba la ceremonia con tanto aparato ni pompa, sino que la lectura del relato, la misa y el Te Deum tenían lugar en la misma sala de la que hoy no se conserva nada.
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