Guadalupe Plata en concierto
El porqué ir a un concierto de «Guadalupe Plata» y pensar que el resto del mundo te importa un pito
El XXIII festival Desencuentro Enemigo continúa hoy con la actuación de los británicos MFC Ckicken
De Úbeda a Córdoba, en el trayecto más corto, tirando por la Nacional, la distancia es de 147 quilómetros por la carretera de Jaén. A tiro de piedra. Una hora y pico si le pisas fuerte a la furgona del grupo. Café y media tostada con aceite y tomate a la altura de Cañete de las Torres, también. Jaén y Córdoba colindan con Castilla, y eso imprime cierto carácter fronterizo: de trescientos años peleando contra el Moro a otros tantos en la frontera infinita del blues yanqui junto a Méjico. Los Guadalupe Plata son de Úbeda, muy cerca del nuestra particular frontera. Casi nada. Y eso imprime carácter, chaval. Mucho más que ser de Londres -el horror- o de Pernambuco -esa odisea-.
Escuchar a Guadalupe Plata por primera vez es tomar aire tras escuchar un disco de los primeros Gabinete Caligari, cantando al matador Belmonte en «Sangre Española». Estos tipos de Guadalupe Plata -aunque no lo sepan- han leído a Baroja, y a Valle-Inclán, han reciclado a Faulkner, y rematado con un mal digerido Ray Loriga imitando a Charles Bukowski. Pero, entonces, ¿quiénes son los Guadalupe Plata? ¿unos garajeros del montón? ¿Unos impostores algo lúcidos? ¿Quizá nos encontremos ante, otra vez, unos bluesmen de provincias?
Con ese aire de a tipos a a los que les llevan dejando las chicas desde principios de los 90. Con lo cual la catarsis está casi asegurada ante un público entregado, en estos tiempos en los que nuestra hombría se pone en discusión una y otra vez. A los Guadalupe no les gustan las mujeres porque llevan veinte años rompiéndoles el corazón. Y lo cantan. Bienvenidos al club. Los Guadalupe irrumpen, molestan, fascinan, incordian, corrompen e interrumpen un rock´n´roll castizo de trazos evidentes yanquis, de la larga estela de los Hank Williams, pero también de la Banda Trapera del Sur, del sonido mas profundo del Sur hispano estadounidense, pero de un modo casi único en la historia de la música popular española. Porque Perico -un verdadero frontman- y los suyos están lejos de lo que usted pueda pensar. De hecho, de todo lo que usted pueda concebir.
Concierto de Guadalupe Plata
¿Indies? Váyase usted a freír espárragos. Cuando la voz es un instrumento más, y cuando se aproxima la tormenta. Tener el diablo en el cuerpo no debe ser fácil, pero esta panda de apandadores del rock´n´roll gastan -como no podía ser de otro modo- camisas hispanas como puñales, patillas anchas en hacha de bandoleros en crisis existencial y zapatos -probablemente- del C&A. Porque lejos de imposturas, estros tres tipos lo mismo te los encuentras como funcionarios de la Seguridad Social, como atracando bancos en horario vespertino, en sus horas libres en mitad de Sierra Morena perseguidos por huestes del Ministerio de Igualdad. Y así es su música.
Outsiders de tomo y lomo, los vi en una ocasión actuando como orquesta mientras se proyectaba la película «Sangre y Arena» versión muda con Rodolfo Valentino hace un par de años, en el cine de verano Fuenseca. Taurinos o no -venga aquí el escándalo-, mencionando continuamente a la bicha.
Escuchar a los Guadalupe es ver una película de spaguetti-western o «Grupo Salvaje» de Sam Peckinpah , leer el Romancero español del siglo XV -échenle un ojo, les sorprenderá-, hurgar en la herida de amores desdichados, y releer novelas de Vizcaíno Casas o de Sven Hassel de las de bolsillo. Todo en uno está en los Guadalupe. Estética, y música de la frontera auténtica. Estos tipos consiguen transmitir lo inaudito con postura, tan importante en cualquier banda, esta sí, lejos del aburrimiento.
Guadalupe Plata en concierto
Tiraron de amplio repertorio repasando su ya dilatada carrera, con bendiciones que transforman en canciones como «Cementerio», «Lorena», «Gatito», «Funeral», «Huele a Rata», «Serpientes negras», «Esclavo», «Lo mataron» o las más recientes «Cigüeña», «El cóndor pasa». Noche para el recuerdo, y, como todos sabemos, el sur de España sigue siendo frontera y rock´n´roll. Y lo demás, tierra conquistada.
Guadalupe Plata ahora son un dúo y debe su nombre a a la Virgen de Úbeda. Anoche tocaron en la sala Ambigú como -no lo duden- plato fuerte de la edición XXIII del festival Desencuentro Enemigo, con la banda de P.A. Barham & The Varlets de teloneros. La tarde-noche del sábado, será el turno de los ingleses MFC Chicken, The Hot Jivers y Los Carnales.