El rodadero de los lobosJesús Cabrera

Un gesto por Nicaragua, por favor

No hay más que echar un vistazo en Google o en YouTube para descubrir una celebración exuberante, potente y con una personalidad propia indiscutible

Actualizada 05:10

Aquí, que nos creemos el ombligo del mundo, pensamos erradamente que la Semana Santa es algo que nos pertenece, porque lo hemos parido y hemos decidido que sea así. A las celebraciones de Castilla y León o el Levante, las miramos de reojo como sucedáneos que se encuentran muy lejos de la autenticidad que creemos sólo se encuentra en la España meridional.
Esta forma de pensar sólo tiene su lógica cuando es más cómodo ver un vídeo que leer un libro y por eso se desconoce que la celebración de la Semana Santa, a grandes rasgos, fue un producto que el imperio español exportó allá adonde estuvo, ya fuese Hispanoamérica, Filipinas o el reino de las Dos Sicilias. En cualquiera de estos lugares han asimilado como propias unas formas que, aun partiendo de un tronco común, han derivado en expresiones propias, originales y valiosas que, olvidado su origen, consideran como propias.
Procesión de Semana Santa en Granada (Nicaragua)

Procesión de Semana Santa en Granada (Nicaragua)La Voz

Nicaragua es un ejemplo. Allí tienen su Semana Santa desde hace 500 años y ahora la dictadura de Daniel Ortega la ha suprimido de un plumazo. Este dictador castiga ahora a su pueblo -porque no hay nada más popular que una Semana Santa- prohibiendo procesiones y víacrucis fuera de las iglesias, cuando este mismo régimen, tras derrotar al dictador Somoza, nos castigó aquí con las coplas de la Misa Campesina de Carlos Mejía Godoy y los de Palacagüina. ¿Recuerdan?
La Semana Santa de Nicaragua es rica en arte, en ritos, en colorido, en músicas y, sobre todo, en participación popular. No hay más que echar un vistazo en Google o en YouTube para descubrir una celebración exuberante, potente y con una personalidad propia indiscutible que este año va a quedar reducida a la nada.
Ortega ya ha decretado el cerrojazo dentro de la cristianofobia que viene practicando sin tapujos desde hace un tiempo y que ha focalizado en la figura del buen obispo Rolando Álvarez, al que tras perseguirlo inhumanamente lo tiene ahora injustamente encarcelado con una condena de 26 años que cumplirá íntegramente si antes no regresa la democracia a este país centroamericano y el prelado le cede su celda al presidente derrocado.
Aquí, en cambio, estamos en plena efervescencia cofrade. Cultos, reparto de túnicas, víacrucis y todo aquello que ustedes ya saben. Nadie, hasta ahora, ha tenido un gesto de solidaridad por mínimo que sea con los nicaragüenses que este año se van a ver privados de su Semana Santa. Nuestro egoísmo nos hace ignorar a quienes son tan cofrades como nosotros -o, incluso, más- y se ven privados de su celebración principal por la arbitraria decisión de un dictador sanguinario de chandal y gorra de beisbol.
Estamos aún a tiempo. Queda un buen puñado de días para que se dé el primer paso en favor de los cofrades nicaragüenses que puede consistir en cualquier cosa, desde una oración a poner una banderita en uno de los cirios, ahora que gusta tanto taparlos con simbología de todo tipo.
Con esto no se va a conseguir derrocar al dictador Ortega, ojalá, pero servirá para que aquellos cofrades del otro lado del Atlántico sepan que aquí no se les olvida y que a pesar de la distancia la Semana Santa es otro elemento más que nos une.
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