editorialla voz de córdoba

Soplar y sorber

Tal es la coherencia socialista y el peso de sus valores, siempre al albur de la obediencia al líder y al sueldo

Hace unos días justo antes de la investidura de Pedro Sánchez, el secretario general de los socialistas de Pozoblanco, Rafael Villarreal, se pronunciaba públicamente contra la ley de amnistía durante una entrevista en una emisora de radio. Villarreal apareció dolido porque en su pueblo le han llamado ‘cómplice’ de la infamia que va a sufrir España y, visiblemente preocupado por los grados que esto le pueda hacer bajar en un termómetro electoral - no es otro el miedo- tiró de argumentario corporativo para hablar de otras amnistías fiscales y del 'y tú más' hacia el Partido Popular que es la única exposición de motivos tergiversados, cuando no falsos, que les queda a los socialistas para explicar lo inexplicable. El señor Villarreal que tanto se opuso de boquilla a la ley de amnistía un día antes, la refrendó durante la jornada siguiente en el pleno provincial, en su calidad de diputado. Tal es la coherencia socialista y el peso de sus valores, siempre al albur de la obediencia al líder y al sueldo.

Pero lo que Villarreal mostró con su supuesto rechazo solo es un ejemplo de un síntoma que muchos socialistas van a vivir en sus pueblos, cuando la gente se sienta agraviada por el trato injusto y preferente hacia los catalanes y vascos y sea con toda probabilidad más castigada a base de impuestos. Es cierto que esto que ya ven venir los socialistas- no serán los muchachos y muchachas que ganen un concurso de popularidad- ya está siendo instrumentalizado para convertir al contribuyente y vecino disidente en fascista peligroso, y avisar del peligro guerracivilista que se cierne de nuevo contra ellos, los grandes demócratas del consenso contra más de la mitad de los españoles. No les queda otro relato( además del comodín de Franco), para tratar de sobrellevar la tormenta de antipatía que les puede caer.

Es solo un pequeño precio que pagar para quienes gustan de soplar y sorber al mismo tiempo, un ejercicio mucho más fácil desde luego que el de mirarse en el espejo sin azogue de la coherencia, la valentía, la decencia y la honestidad.

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