El rodadero de los lobosJesús Cabrera

Bruselas y los mantecados

En ese momento se generó la mejor metáfora sobre el grado de conocimiento que hay en Europa sobre las decisiones que toman y las consecuencias que ocasionan

Actualizada 04:05

Uno de los especímenes más peligrosos de la fauna política actual es, sin lugar a dudas, el burócrata europeo. Decide sobre las vidas y haciendas de todo un continente desde un triste despacho con un ventanal que ofrece un paisaje harto deprimente de edificios grises bajo un cielo más gris aún. Pero, eso sí, en su mesa de trabajo se acumulan expedientes que afectan directa y gravemente a agricultores, comerciantes, pescadores y ganaderos de toda Europa y, por supuesto, a todos los consumidores que son a la postre quienes pagan su ocurrencias.

Ser político en Bruselas es elevar a rango legal el ‘volunto’ de cada día cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Podrás protestar, manifestarte, discrepar o encabronarte pero a final se hace la voluntad testicular de alguien que no tiene ni puñetera idea de lo que se trae entre manos.

El mejor ejemplo de que en los altos organismos europeos se toman decisiones de forma tan alegre como arbitraria lo vivimos estupefactos aquí, en Córdoba. En la primavera de 1997 había 300 municipios olivareros andaluces que estaban en un sinvivir por el carajal que estaba montando el comisario de Agricultura, Franz Fischler, al diseñar unas ayudas al sector que, por supuesto, perjudicaban gravemente a Andalucía.

La situación era tan grave que la entonces ministra de Agricultura, Loyola de Palacio, tuvo la genial idea de traer a Fischler a Córdoba, para que conociera lo que era un olivar, una almazara, una cooperativa. El objetivo era dar a conocer la importancia del aceite de oliva en la economía del sur de Europa además de explicarle, en plan Barrio Sésamo, lo que es una aceituna de mesa, algo que el grandullón austriaco desconocía de plano.

Loyola de Palacio lo bajó del coche en un punto donde la vista se perdía en el horizonte entre hiladas de olivos. El entonces consejero de Agricultura, Paulino Plata, arrancó una aceituna y se la ofreció a Fischler para que, al menos, la tocara y supiera de lo que se estaba hablando. Pero el burócrata europeo se la metió en la boca y en ese momento se generó la mejor metáfora sobre el grado de conocimiento que hay en Bruselas sobre las decisiones que toman y las consecuencias que ocasionan.

Han pasado casi tres décadas y todo sigue igual. Ahora han puesto en marcha un paquete de decisiones sobre los mantecado de Estepa para la próxima campaña de Navidad. Quieren que el peso máximo de cada uno pase de 35 a 55 gramos para así adaptarlo a la demanda, dicen. Esto demuestra que no han pasado una Nochebuena en familia y si un mantecado te sabe a poco pues te tomas otro y listo. Es un producto que no se vende por piezas sino al peso, por lo que no tiene sentido esta medida.

Otra eurodecisión es la que incluye a la almendra y el aceite de oliva virgen extra como ingredientes alternativos, cuando deben ser obligatorios para que no te den gato por liebre. Y así todo. Fischler, por lo menos, supo rectificar después del ridículo que hizo.

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