Al tenazónRafael del Campo

La lógica de Dios

Actualizada 04:30

Debo decir que siento cierto menosprecio ( tal vez sea sólo cierto desdén ) por la opinión que expresan algunos de los tertulianos de los diversos medios de comunicación. Este sentimiento no es caprichoso: en el pasado, cuando yo era más joven, me embaucaban con su palabrería, su impostada seguridad y sus ( a veces ) argumentos vocingleros. Y así, en muchas ocasiones, me veía arrastrado por sus opiniones y, aun más, casi las hacía propias. Ahora, con el paso de los años y el acopio de experiencias ( «Experiencia es el nombre que damos a nuestras equivocaciones » decía Oscar Wilde ) la cosa ha cambiado : en algunos casos, porque tales tertulianos expusieron ( con la misma «autoridad »que otras teorías ) opiniones sobre materias que yo dominaba y entonces me di cuenta que en sus argumentos había poco más que palabrería, falacia y forzado ademán. Otras veces porque los hechos , con su tozuda realidad, dejaron a sus opiniones despojadas de verdad.

Desde hace meses, especialmente desde que el deterioro de salud del Papa Francisco era un hecho incontrovertible y fatal, pero sobre todo desde su fallecimiento el pasado 21 de abril, vaticanistas, periodistas, tertulianos y comentaristas adelantaban el nombre de los papables, o sea, de aquellos cardenales que según sus fuentes y sus propias elucubraciones, tenían más posibilidades de ser elegidos Papa.

No discuto la lógica de los razonamientos, ni la contundencia en las formas, ni, mucho menos, la rotundidad con la que los trenzaban. Desde luego, daban ganas de creérselos. Al hilo de sus palabras, considerar que el cardenal Parolin, o el cardenal Zuppi, o el exótico Tagle, eran candidatos sólidos al papado y que, entre esos tres o algún otro ( Turkson, Erdo… ) saldría el elegido, era más que razonable.

Y esa opinión, convenientemente amplificada por los medios de comunicación, caló en las gentes y en las casas de apuestas que consideraban favoritos a los cardenales antes citados. Pero unos y otros, o sea, tertulianos, casas de apuestas, público en general, ignoraron lo más importante. Y es que el Papa no se elige sobre la base de argumentos geopolíticos, económicos, de búsqueda de consensos….esos son , en suma, criterios de lógica humana. Pero la lógica de Dios ( que contempla la historia en su globalidad ) juega de otra forma y no hay que olvidar que esa lógica, la divina, inspirada por el Espíritu Santo, es la que rige la elección.

Electo ya el Cardenal Prevost como Papa León XIV, esos mismos vaticanistas, periodistas, tertulianos y comentaristas que marraron en sus vaticinios, se han apresurado a adivinar las líneas de su pontificado. Y han alcanzado, sobre la base de datos intrascendentes, sus más seguras conclusiones : para algunos seguirá las líneas del Papa Francisco, porque lo ha nombrado en su primera alocución y porque ha ido a rezar a su tumba. Para otros: no seguirá las línea de su predecesor porque salió al balcón con muceta ( al contrario que Francisco ) y vivirá en el Palacio Apostólico y no en la Casa de Santa Marta.

Esta sociedad y sus medios de comunicación son demasiado vacuos y, por ello, ni tienen criterio ni aprenden de sus errores. Recalemos en lo esencial : el Papa gobernará la Iglesia inspirado por el Espíritu Santo y conforme a la lógica de Dios, una lógica que, como sabemos por experiencia, es demasiadas veces gustosa de sorprendernos . Es inútil tratar de adivinarla o de encajarla en nuestro torpe y limitado razonamiento. Por eso creo que, simplemente, hay que esperar y asumir nuestra obligación como católicos ( los que lo seamos ) que será rezar por el Papa, para que el Señor lo sostenga y para que esté atento y sea sensible al soplo del Espíritu. En suma: para que sea un instrumento de Dios para instaurar Su Reino en este mundo.

Lo demás ( adelantar las líneas del pontificado, jugar a imaginar estrategias político – eclesiales, aplicar lógicas humanas…) son memeces en las que, por experiencia, no deberíamos caer porque, aventuremos lo que aventuremos, sólo una cosa es segura: nos vamos a equivocar.

Recemos, pues, por el Papa. Los que somos católicos, por este único y esencial motivo: rezar es bueno. Por desgracia, la oración es algo también desacreditado en esta sociedad y ya muchos católicos no rezan ( o rezamos ) Los que no son católicos también deben rezar por el Papa, aunque no crean, porque más les vale ( más nos vale a todos ) que haya en el mundo una autoridad moral por encima de los becerros que nos gobiernan , que con su prestigio los embride y que evite el desastre al que parece que nos encaminamos de modo irremisible.

Bienvenido sea León XIV…Creo, deseo, estoy seguro, que nos esperan bajo su pontificado muchas sorpresas. Hermosas sorpresas. Confío en la lógica de Dios.

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