editorialLa Voz de Córdoba

Córdoba cumple. El PSOE incendia.

El incendio de la semana pasada en la Mezquita-Catedral de Córdoba pudo haber sido una tragedia de grandes dimensiones. No lo fue, gracias a que los protocolos de autoprotección del templo funcionaron como debían, y gracias también al trabajo impecable del Servicio de Extinción de Incendios del Ayuntamiento de Córdoba. A eso se ha sumado una respuesta coordinada, ágil y eficaz por parte de las administraciones -Ayuntamiento, Junta de Andalucía, y otras instituciones-, que no escatimaron en recursos ni en tiempo. Los cordobeses también han estado a la altura, mostrando solidaridad, respeto y sentido común.

Ya se han iniciado las obras de emergencia y las gestiones administrativas se están resolviendo con inusual rapidez. Esa agilidad es digna de reconocimiento y demuestra que cuando hay voluntad política y responsabilidad institucional, se puede actuar sin dilaciones.

Pero mientras Córdoba respondía con unidad, algunos eligieron el camino contrario. El PSOE local ha demostrado, en este contexto, una falta de responsabilidad difícil de justificar. En lugar de sumarse al esfuerzo común, ha preferido agitar sospechas infundadas sobre una supuesta negligencia - cuando ni siquiera se ha publicado el informe pericial del siniestro-, y reabrir el ya superado debate sobre la titularidad del monumento. Lo ha hecho con oportunismo político y sin un mínimo respeto por los tiempos de la investigación ni por la gravedad de la situación sufrida.

En un momento en que se pide altura de miras, solidaridad y respeto institucional, estos movimientos revelan algo más profundo: quienes se llenan la boca hablando de la polarización como uno de los grandes males de nuestro tiempo, actúan en realidad como auténticos pirómanos de la convivencia. No solo alimentan la división: la necesitan para sostener su discurso.

Además, es difícil tomar en serio las exigencias de transparencia o buena gestión por parte de un partido que, a nivel nacional, está siendo investigado por los escándalos de corrupción más burdos y repugnantes de las últimas décadas. El PSOE no está en condiciones de exigir lo que no practica. Su falta de ejemplaridad lo desautoriza, tanto en el debate nacional como en la política municipal.

Córdoba ha respondido como una ciudad madura, que protege su patrimonio y sabe lo que está en juego. Mientras tanto, quienes han optado por sembrar sospechas y avivar polémicas estériles, quedan retratados por su oportunismo y falta de escrúpulos.

Los cordobeses, una vez más, sabrán distinguir entre quienes suman y quienes solo buscan desgastar porque ya no tienen nada bueno que ofrecer.

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