Los intocables tocados
«Todavía resuenan bajo la cúpula del hemiciclo las palabras de Ábalos en la moción de censura acusando a los populares de lo que él mismo ya estaba pergeñando»
El Partido Popular ha organizado este pasado domingo una concentración en defensa de España. Mafia o Democracia era la cuestión. Más de ochenta mil españoles, indignados con un Gobierno acorralado por la corrupción e inmerso en prácticas autocráticas que dinamitan los cimientos de nuestro Estado de derecho, gritaron un contundente ¡basta ya! que sacudió las piedras milenarias del templo egipcio de Debod, y espero que también las conciencias de esa gente honrada paralizada aún bajo la presión de la visceralidad ideológica.
Cuando la palabra mafia se hace presente, inmediatamente brotan de la memoria colectiva, cual ráfagas de metralleta, imágenes de antros, burdeles, prostitutas, fajos de billetes y todo tipo de delitos que acogimos para siempre en nuestro almacén neuronal tras visionar obras maestras del séptimo arte, como aquella de Brian de Palma en la que un arrogante y valiente grupo de policías, con Eliot Ness a la cabeza, se convirtió en 'Los Intocables' para dar caza nada más y nada menos que a Al Capone, el mafioso por excelencia en la América de la Gran Depresión.
En estos días aciagos para la política española, en los que el rojo de nuestra bandera ha sobrepasado los límites del rubor por la denostada imagen de este gran país que ofrece un Gobierno fallido, indecente y perverso, que antepone su supervivencia y sus privilegios al interés de la ciudadanía a la que tiene el deber de servir, se puede leer y escuchar en los medios de comunicación el mismo adjetivo utilizado con el equipo de Ness para calificar a una banda trilera y trolera de nuevo cuño que recorrió España preparando el asalto al poder, con titulares como «La banda del Peugeot se creyó intocable» o «Prisión para quienes pensaron que el poder los hacía intocables».
Sin embargo, hay diferencias más que notables en las acepciones que la misma palabra otorga a unos y a otros. Mientras al grupo de Ness se le llamó «Los Intocables» porque eran incorruptibles y se negaban a aceptar los sobornos habituales en la policía de la época, la asignación del calificativo a la cuadrilla viajera muestra, con toda su crudeza, la obscena percepción de impunidad de quienes asaltaron el poder atrincherados en un mantra de honradez, regeneración y transparencia, cuando en realidad portaban en su código ético el más infame catálogo de prácticas corruptas. Todavía resuenan bajo la cúpula del hemiciclo las palabras de Ábalos en la moción de censura acusando a los populares de lo que él mismo ya estaba pergeñando: «Crearon con su particular uso del poder un verdadero círculo perfecto de corrupción, encubriéndola con tretas y artimañas, obstaculizando la justicia para intentar engañar a la gente». Esto afirmó la mano derecha de Sánchez en un ejercicio de honradez predictiva difícil de superar, con el que anunció lo que iba a protagonizar en años venideros.
En definitiva, los intocables que Brian de Palma dirigió luchaban contra la mafia de la época, y los intocables del sanchismo son la mafia del aquí y el ahora. Una mafia desenmascarada por sus ambiciones y veleidades, que la UCO ha puesto en manos de la justicia para que les adjudique una solución habitacional en Soto del Real. Quizás sea este el único éxito en materia de vivienda que se le pueda computar a Sánchez, lo que sin duda le sumará para esa Historia que tanto le preocupa.
Por último, deseo hacer hincapié, como siempre que tengo oportunidad, en la riqueza del maravilloso idioma que hemos tenido la suerte de heredar, al igual que he hecho en artículos como 'Las pájaras del sanchismo'. Así, creo importante señalar que a este grupo de huéspedes carcelarios su propio partido les ha asignado otra connotación de intocables más peyorativa que los ubica en una casta inferior con la que hay que procurar evitar todo contacto. Parece ser que ahora nadie en el PSOE reconoce a los tres cuartos de esta banda corrompida y putrefacta como lo que han sido, bajo una amnesia hipócrita e interesada. Ahora, nadie en este socialismo falso y frentista acepta la corta distancia en la relación mantenida con ellos. Ahora, quieren relegar al olvido aquel «eres nuestro tronco» y el «te tengo en mi alma», sutil dedicatoria de María Jesús Montero hacia Ábalos. Ahora, dicen quienes saben de estas cosas que ese desprecio puede ser la causa de ciertos sonidos que reverberan en la sala de prensa del Congreso, al modo de un nuevo espectro errante que repite melancólicamente «no tengo a nadie».
En fin, es lo que hay. Mafia, corrupción, burdeles, prostitutas, fantasmas, sobrinas, lechugas, chistorras, cloacas e intocables tocados. Un excelente cóctel a la espera de la captura de Al Capone en la España del siglo XXI. No tengo claro si lo que acontece dará de sí para otra obra maestra del cine, aunque permítanme que lo dude, porque hasta para ser mafioso de éxito hay que tener cierta clase y, además, no es nada probable que a ese supuesto capo español le dé vida en la pantalla Robert de Niro, lo que siempre sería una garantía.
Bartolomé Madrid Olmo es diputado en el Congreso y alcalde de Añora