Sexto día de peregrinación en la JMJ. El Papa Francisco.

Sexto día de peregrinación en la JMJ. El Papa Francisco.

Crónicas desde la JMJ

¡Que el alma pueda sonreír!

«Hoy ha sido un día de grandes emociones, muchas lágrimas derramadas de alegría por lo maravillosa que es la Iglesia»

En la mañana del viernes decidí ir a conocer el Campo de la Alegría donde se encuentra el espacio de las confesiones, la feria de las vocaciones… , hoy tenía que sacrificar la catequesis. En esto tuve la oportunidad de conocer otra realidad, los chicos recién levantados, en el tren de cercanías evidenciando lo poco que habían dormido.

Al bajarnos tomamos dirección hacia el Campo de la Alegría y cuál fue nuestra sorpresa que a 200 metros del lugar al que íbamos observamos un buen número de policías bien dispuestos, vigilando el tránsito de la calzada, y comenzamos a comentar: «aquí pasa algo, esto no es normal». Preguntamos al policía y no acababa de confirmarnos si iba a pasar el Papa por allí. Nos arriesgamos a quedarnos apoyados en una valla.

Hicimos bien. A los diez minutos se congregan más jóvenes y en seguida apareció el Santo Padre. El corazón se me salía del pecho de emoción. Tuvimos la oportunidad de ver al Papa Francisco a escasos metros. Nos saludó con una sonrisa espectacular, parecía otra persona a la que observé la tarde anterior. Rebosaba vitalidad y alegría. Y quienes me acompañaba, familias de la parroquia, estaban impactadas y asombradas, rebosantes de felicidad. Solo sabía dar gracias a Dios al contemplar cómo la presencia del Papa puede causar tanto impacto y admiración.

Sexto día de peregrinación en la JMJ

Sexto día de peregrinación en la JMJ

En seguida, lo propio, enviar al resto de la parroquia, amigos y familias las fotos y el vídeo. Las llamadas de teléfono contando que el Papa nos ha saludado, que lo hemos visto muy cerquita. Recuperados de este éxtasis de felicidad marchamos saboreando en nuestro interior la experiencia vivida.

Al avistar el Campo de la Alegría se veía un mar de confesionarios donde los sacerdotes incansablemente derramaban la misericordia divina en los corazones de aquellos jóvenes que con humildad y arrepentimiento acudían a recibir la bendición de Dios y el abrazo, el que el Papa Francisco comentó en la tarde anterior: el abrazo del amor de Dios que me ha llamado por mi nombre y me quiere con inmensa locura.

Muy cerquita había dos capillas donde constantemente se iban alternando celebraciones de la Santa Misa en diversos idiomas y momentos de Adoración Eucarística. Le seguía una zona de stands donde las diversas congregaciones, movimientos, asociaciones y grupos de lo más diverso mostraban sus carismas. Aquí es donde las palabras de San Pablo adquiere toda su plenitud: un solo Espíritu y diversidad de carismas. La Iglesia es una e inmensamente rica en su diversidad de experiencias de fe y culturas. Toman validez las palabras del Papa Francisco: en la Iglesia caben todos, todos, todos.

Tras el pertinente avituallamiento caminamos hacia el parque Enrique VII donde tendría lugar el Via Crucis presidido por el Papa. Tuvimos la oportunidad de encontrarnos con unos jóvenes que habían venido de San Fernando (Cádiz) a través del Consejo de Hermandades y Cofradías y se conocían a la perfección nuestra Semana Santa, y aprovecharon para invitarnos a la Magna Mariana que celebrarán en septiembre, unos jóvenes encantadores. Y cercanos al control de acceso nos sorprendieron un grupo de seminaristas cordobeses que derrochaban entusiasmo y una humanidad y sencillez que transparentaba el amor de Dios. Uno de ellos ya está en el último curso, a las puertas de recibir el Diaconado en los próximos meses. Este tiempo de oración en el Via Crucis lo ofrecí por ellos, para que este día en que la Iglesia celebraba la fiesta del Santo Cura de Ars, patrón del clero mundial, el Señor, dador de todo bien, derrame su gracia en sus corazones para que perseveren y sean santos sacerdotes con un ardor apostólico como el de San Pablo y San Juan de Ávila. Que sean humildes y servidores incansables del Evangelio y de la Iglesia que los envía a ser pastores según el corazón de Cristo. No ladrones ni asalariados, pastores según el corazón amoroso y bondadoso de Jesús que constantemente derrocha ternura, pastores que se derraman como Cristo en la cruz, ser corazones traspasados que irradian la luz de Dios.

No hay mejor comienzo que una nueva sorpresa del Señor. Nos quedamos lejos de poder ver al Papa en el parque y decidimos vivir este momento en unas sombras cerca de la Plaza del Marqués de Pombal, y la algarabía nos despertó del sopor de la espera, y era porque el Papa iba a pasar ante nosotros, bajó la vía pegado al lugar donde nos encontrábamos y lo volvimos a ver pegado al otro lado de la vía exultante, sonriendo, feliz. Es la magia de Pedro: «Tú eres Pedro y sobre ti edificaré mi Iglesia». Gracias Señor, más cerca de Ti y más en comunión con todos la Iglesia.

El Papa Francisco irrumpe feliz en el altar para presidir el Via Crucis y se dirigió a todos diciendo: “Hoy van a caminar con Jesús, Él es el camino y camina junto a los pobres, haciendo justicia y cercano a los sufren. Hoy miramos a Jesús que sufre. Caminemos con Él, renovemos el camino de la cruz.

La cruz es el sentido del amor más grande. El amor con el que Jesús quiere abrazar nuestra vida. Jesús comienza este camino por mí para dar la vida por mí. Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos.

Cuando miramos al crucificado nos produce dolor pero también muestra la belleza del amor que da la vida. Y animó a orar como un conocido suyo que decía: «Señor por tu inefable agonía puedo creer en el amor».

Jesús camina pero espera algo, espera nuestra compañía. El alma de cada uno de nosotros. No almas cerradas. Espera con su ternura. Y lanzó una pregunta para que cada uno se la contestara en silencio: ¿yo lloro de vez en cuando? Jesús llora con nosotros porque nos acompaña en la oscuridad de nuestra vida. Jesús con su compañía sana nuestras heridas. Quiere calmar nuestros miedos.

Animó a vivir el Vía Crucis diciendo: “Vamos a hacer el camino de nuestro sufrimiento, ansiedades y miserias. Piensen en las ganas de que el alma vuelva a sonreír. Jesús muere en la cruz para que nuestra alma pueda sonreír.

Queridos amigos, hoy ha sido un día de grandes emociones, muchas lágrimas derramadas de alegría por lo maravillosa que es la Iglesia. ¿Puede existir algo más bello que la Iglesia? En verdad, esta juventud no es solo la juventud del Papa, es el presente y futuro de la Iglesia, es también el futuro de la humanidad. No soy pretencioso, hablo desde el mayor convencimiento de que el mañana de la Iglesia está en sus manos.

No olviden de seguir rezando por estos chicos. Mañana tendrán que desplazarse al parque del Tejo donde tendrá lugar la Vigilia de oración, allí pasarán la noche al raso en espera de la celebración de la Misa de envío que tendrá lugar el domingo por la mañana.

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