Un agente de la Guardia Civil rastrea operaciones en Internet, en una foto de archivo
Cordobeses en la bancarrota por estafas en internet: los ciberdelitos crecen cada mes
El fraude informático se dispara en Córdoba y deja víctimas con pérdidas de hasta 350.000 euros, mientras proliferan nuevas herramientas de IA que facilitan ataques más rápidos y sofisticados
Los datos oficiales del Ministerio del Interior confirman que la ciberdelincuencia no deja de crecer en Córdoba, especialmente las estafas y fraudes por internet. El último balance anual muestra que los fraudes informáticos —la categoría más numerosa— alcanzaron en la provincia 6.462 casos en 2024, una cifra muy similar a la del año anterior (6.732), pero situada en máximos históricos. El resto de tipologías también reflejan un recorrido ascendente: el acceso ilícito a sistemas subió hasta 225 casos, y las amenazas y coacciones digitales, hasta 274. Los datos del tercer trimestre de 2025 publicados por Interior apuntan en la misma dirección: las estafas informáticas crecen un 7,6 % interanual, mientras que el epígrafe de otros ciberdelitos se dispara un 27,3 %.
El incremento estadístico tiene reflejo directo en el día a día de las fuerzas de seguridad. Desde la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil, especializada en investigación tecnológica, confirman que el fenómeno no solo aumenta, sino que se vuelve cada vez más sofisticado. La Comandancia explica que el instituto armado responde con una «adaptación y capacitación constante» de sus efectivos mediante especializaciones, cursos y certificaciones que permitan seguir el ritmo de un entorno tecnológico en permanente cambio. Además, Córdoba fue pionera en 2015 en implantar el Protocolo EDITE, que asegura que todas las unidades —desde los puestos básicos hasta los equipos Arroba y EDITE— tengan competencias para investigar ciberdelitos, derivando cada caso según su complejidad y necesidades técnicas. La tipología más recurrente es clara: la estafa, en todas sus variantes, desde el phishing bancario hasta las falsas inversiones en criptomonedas, que actualmente registran «una enorme incidencia».
El aumento de casos también se percibe en organizaciones de defensa de los consumidores como Facua Córdoba, que advierten de un crecimiento constante de afectados. «Si un mes cerramos tres casos de estafas informáticas, es porque han sido cuatro o cinco», explica su presidente, Francisco Martínez Claus, quien alerta de que el fenómeno es persistente y cada vez más variado. La asociación ha tratado en el último año situaciones de enorme gravedad, con perjudicados que han perdido 200.000 o 350.000 euros, lo que en algunos casos ha derivado incluso en procedimientos penales al utilizarse sus cuentas como tránsito de dinero fraudulento.
La estafa más común sigue siendo la compra en webs inexistentes, donde el cliente paga por un producto que nunca llega y cuya empresa «ni siquiera tiene razón social en Europa», apunta Martínez Claus. Pero los engaños evolucionan: desde supuestos cursos de inversión que terminan en préstamos encubiertos hasta maniobras en las que los estafadores mueven dinero desde la propia cuenta del afectado, tras ganarse su confianza mediante técnicas de ingeniería social.
Estafas que arruinan vidas
El presidente de Facua Córdoba relata casos especialmente complejos en los que las víctimas, además de perder grandes cantidades de dinero, quedan involucradas sin saberlo en esquemas de blanqueo. «La cuenta del afectado se convierte en una ‘mula’ para trasladar fondos de una estafa mayor», afirma. En una de las investigaciones que atienden actualmente, un vecino de la provincia está imputado en un juzgado de Cataluña por supuestamente quedarse con el dinero de terceros, cuando en realidad fue utilizado como intermediario sin conocer el origen ilícito de los fondos.
A este tipo de engaños se suman nuevas modalidades. En Córdoba capital, decenas de clientes de una clínica estética en el centro comercial El Arcángel pagaron por adelantado sin recibir justificantes. La empresa desapareció y quienes financiaron los tratamientos deberán demostrar que las sesiones no se realizaron, ya que la Ley de Crédito al Consumo exige la carga de la prueba al consumidor.
La tecnología acelera el fraude
El auge de estas prácticas coincide con la aparición de modelos de inteligencia artificial diseñados específicamente para el cibercrimen. Herramientas como WormGPT 4 y KawaiiGPT —descritas por la unidad de amenazas de Palo Alto Networks— permiten generar en segundos campañas de phishing, código malicioso, scripts de movimiento lateral o notas de ransomware, sin filtros éticos y al alcance de cualquier usuario. «El verdadero desafío está en la velocidad y facilidad con la que automatizan el cibercrimen», señala Ángel Serrano, de Palo Alto Networks. Estas plataformas, comercializadas por suscripción o incluso de forma gratuita, facilitan que delincuentes sin conocimientos técnicos lancen ataques masivos difíciles de detectar.
Para Martínez Claus, este contexto tecnológico explica por qué la variabilidad de las estafas es tan alta. «Ninguna ciberestafa es igual», resume. La ingeniería social digital se ha refinado hasta el punto de convencer a perfiles muy diversos: personas mayores, jóvenes, desempleados, pero también profesionales con formación superior. «No es avaricia; es exceso de confianza ante relatos muy bien construidos», subraya.