Control, confianza y educación: el día a día en los centros de menores

Control, confianza y educación: el día a día en los centros de menoresAna Uría

Sociedad  Control, confianza y educación: el día a día en los centros de menores

Los centros de menores para la ejecución de medidas judiciales de internamiento son una realidad latente en la actualidad

Cuando tenía 17 años, M. llegó al Centro de Menores de El Lavadero (Madrid). A día de hoy, con 20 años y 29 meses a sus espaldas de internamiento, está a punto de terminar su etapa en él.
Sus problemas con el consumo de drogas fueron los que le trajeron hasta aquí, sin embargo, desde su ingreso, no ha tenido contacto alguno con ningún tipo de estupefaciente y ha dado negativo en todos los controles que le han realizado.
Juana Mateo, directora del CEMJ El Lavadero, cuenta a El Debate que «de 4.537 test de drogas que hemos realizado en los últimos meses, únicamente han dado positivo seis de ellos, lo que significa que nuestro programa está dando sus frutos».
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M. durante la entrevistaAna Uría

Cuando hablamos con M., nos cuenta que él empezó haciendo diferentes tipos de talleres como cerámica, manualidades, talleres de mantenimiento o jardinería, pero que desde hace casi un año, está trabajando en las cocinas de un restaurante en Madrid.
Cuando le preguntamos por su futuro, lo tiene claro: «Me gustaría quedarme en España y seguir trabajando en cocina. A mi país quiero volver para visitar a mi familia, pero cuando tenga vacaciones. También me gusta viajar, antes de llegar a España, visité todo el norte de Europa. Si tuviera que volver a algún país, quisiera volver a Dinamarca, me encantó».
Según nos cuenta, siempre se ha sentido arropado en el centro y también en su trabajo. «Nunca he tenido ningún problema. Mi jefe es muy buena persona y estoy muy contento. Se trabaja mucho, pero me divierto y disfruto».
También hemos podido hablar con Sofía, una de las trabajadoras sociales del centro. Lleva trabajando aquí desde hace doce años, momento en el que se inauguró El Lavadero, el 1 de enero de 2010. Sofía nos cuenta que su trabajo abarca varios campos, uno de los principales es el de coordinarnos con los recursos externos.
«Hay chicos que se encuentran en régimen semiabierto y salen a estudiar fuera. Algunos van a institutos, otros a centros educativos, otros están en programas de inserción laboral. Y nosotros, los trabajadores sociales, somos los que nos coordinamos cada uno de los recursos para seguir la evolución del chico y controlar la asistencia».
Sofía, trabajadora social del centro

Sofía, trabajadora social del centroAna Uría

Sofía nos explica que tanto el psicólogo como el trabajador social son los que hacen de nexo de unión entre el centro y la familia. «En algunos casos se hacen intervenciones familiares en el caso de los menores que están, por ejemplo, con medidas de maltrato familiar. También se hacen terapias familiares y además se informa a la familia de la evolución del chico».
«Además, hacemos un seguimiento de las salidas del menor a casa. En el caso de los chicos de cerrado, pues también un poco lo mismo, ya que nos coordinamos con los chicos que están matriculados dentro del centro, que hay algunos que están haciendo aquí formación académica. También nos coordinamos con el centro educativo de referencia en el caso de que estudien fuera».
Por las características del centro, de media, un menor está internado un año o un año y medio. Hay chicos que llegan para medidas de cuatro meses y también van algunos para medidas de fin de semana. «Y luego tenemos algún chico que ha estado con medidas de dos meses, tres meses y ha tenido varias causas dependiendo de si se van acumulando» explica Sofía.

Qué son los CEMJ

En la Comunidad de Madrid existen seis centros de ejecución de medidas judiciales de internamiento para menores de entre 14 y 18 años. Entre todas las medidas que pueden imponer los Jueces de Menores, figuran el internamiento de diferentes tipos de régimen.
El centro de El Lavadero es uno de ellos. Su régimen de internamiento es de tres tipos: cerrado, semiabierto y abierto. En cuanto a la población atendida, se trata de un centro mixto que dispone de un total de 45 plazas.
Su perfil contempla diferentes tipos de programas de intervención, los generales, como el Programa Central de Tratamiento Educativo y Terapéutico para Menores Infractores y el Programa para la Predicción del Riesgo de Reincidencia y los específicos (Programa ENLACE de Intervención en el Consumo de Drogas).

Personal del centro y convenios

Con respecto al personal del centro, hay unas 50 personas en el ámbito educativo y en equipos técnicos. Cuatro trabajadores sociales y cuatro psicólogos, y también cuatro coordinadores. Además del equipo directivo y del personal de servicios y vigilantes. En total, trabajan en el centro unas 100 personas.
El centro cuenta con un médico que suele ir todos los días, además de disponer de personal de enfermería. También hay un psiquiatra y, si se necesita acudir a alguna consulta médica externa, el personal acompaña a los jóvenes.
En el centro trabajan con programas de la Comunidad de Madrid y , a través de ellos, se buscan convenios con empresas. Es la Comunidad la que lo lleva a cabo y no lo hacen ellos directamente, sobre todo porque su trabajo consiste realmente en una coordinación y un seguimiento de la evolución del chico.

Experiencia personal

Sofía, la trabajadora social del centro, relata que ven a chicos que realmente han cambiado y que están insertados laboral y socialmente. «Los resultados son muy positivos y es muy gratificante ver su evolución», añade.
Normalmente, los jóvenes que cumplen medidas relativamente extensas, «suelen tener unos avances muy buenos porque aprenden a vivir de otra manera, ya que adquieren unos hábitos y unas rutinas de trabajo muy favorables».
Para Sofía, la clave del éxito que tiene que tener un trabajador social es la de no perder la «esperanza en el ser humano». Y añade: «Hay que ser comprensivo con la vida que han tenido estos chicos y darles ayuda, porque a veces no saben hacer las cosas de otra manera». Por supuesto, es vital «tener confianza» en de alguna manera se les puede aportar algo.
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