Las dos Torres Kio no pasan desapercibidas en Plaza Castilla
¿Por qué las Torres Kio no son un buen edificio arquitectónico pese a su apariencia?
Este icono de la ciudad se caracteriza por su forma inclinada, pero esto es lo que dificulta que sus bajantes y los ascensores
Las Torres Kio son un emblema de Madrid con una altura de 114 metros y 26 plantas. Su nombre se debe a la empresa Kuwaití KIO, acrónimo de Kuwait Investment Office. Son las segundas torres gemelas más altas de España, tras las Torres de Santa Cruz en Santa Cruz de Tenerife. Su fama mundial está en su apariencia, ambos edificios están inclinados hacia el otro 14,3 grados. Las torres fueron construidas entre 1989 y 1996 y diseñadas por los arquitectos estadounidenses Philip Johnson y John Burgee. La ingeniería del proyecto corrió a cargo de Leslie E. Robertson Associates y la construcción por FCC.
El arquitecto y escritor Pedro Torrijos ha explicado porqué los Torres Kio no son un buen edificio arquitectónico pese a su apariencia.
En su introducción, Torrijos comenta que «un buen edificio (como casi cualquier artefacto artístico, humanístico o tecnológico) debería ser sencillo y complejo, a la vez. Es decir, sencillo porque ofrezca una respuesta comprensible y más o menos fácil de ejecutar».
Así, continúa explicando que un inmueble debe ser «complejo porque su respuesta atienda a un análisis profundo de las necesidades, entienda el contexto y todo lo que lo rodea y, por tanto, ofrezca matices, riqueza, adaptación...».
«Por el contrario, un mal edificio suele ser complicado porque genera más problemas que soluciones (problemas estructurales, funcionales, representativos...). Y también simple porque no atiende a matices ni a un análisis profundo o intenso de las necesidades que lo generan», apunta el arquitecto.
«Las Torres Kio son, por tanto, un ejemplo bastante preciso de lo que es un mal edificio. Con el único objetivo de ser simbólicas, Philip Johnson decidió que serían dos prismas inclinados. Y simbólico es, pero a costa de generar unos problemas en estructura, cimentación, circulaciones y uso del edificio», indica Pedro Torrijos.
Estos problemas los crea el propio edificio, mientras que los estructurales se resuelven gracias a Les Robertson, el ingeniero. Sin embargo, el resto de incidencias técnicas continúan 30 años después.
Torrijos ahonda diciendo que las Torres Kio son simples: «Cada prisma solo es un palo inclinado. Como confía todo al hecho de estar inclinado, no hay ningún matiz, ningún contexto. Todas las plantas son iguales, solo que desplazadas un poquito. No tiene escala. No sabes realmente qué altura tienen».
Las Torres KIO con la publicidad de Caja Madrid
Diseño de las Torres Kio
Si se analiza en profundidad a nivel arquitectónico se observa que las torres están concebidas como volúmenes en forma de paralelepípedo, con una inclinación de 14,3 grados que produce un voladizo de treinta metros.
A pesar de esta inclinación, el desfase entre la base y la parte más alta es de solo cinco metros, lo cual permite ubicar los ascensores superiores y conservar una línea vertical continua en la fachada.
Para afrontar este reto constructivo, se proyectó una estructura basada en un núcleo vertical de hormigón armado, con capacidad para soportar hasta 35.000 toneladas.
Este núcleo concentra los servicios principales del edificio, como escaleras, ascensores y ventilación. A su alrededor, se dispusieron elementos triangulares perimetrales que otorgan estabilidad estructural y evitan movimientos indeseados. De ahí derivan las cruces que aparecen en los laterales y la línea vertical que divide las fachadas principales.
Dado que la inclinación hace que el peso del edificio tienda a desplazarse hacia el paseo de la Castellana, se instalaron cables tensores que vinculan la parte superior del edificio con un contrapeso situado bajo el terreno, en el lado contrario.
Este contrapeso es un bloque de hormigón de 60 metros de largo, 10 de ancho y 10 de alto, con un peso de 14.400 toneladas. El núcleo vertical soporta el 80 % de las cargas totales, mientras que el armazón metálico exterior se encarga del 20 % restante.
Estructura de las Torres KIO
Contrapeso de la torre
Tanto los cables como el contrapeso ayudan a contrarrestar las fuerzas laterales generadas por la inclinación, neutralizando los esfuerzos y deformaciones, y haciendo que el edificio recupere, en términos estructurales, una posición «vertical».
Por esta razón, cada nivel del edificio presenta una geometría diferente, ya que la ubicación del núcleo varía respecto a la base rectangular. Un primer grupo de cuatro ascensores llega hasta la planta 13 (aunque las instalaciones técnicas se extienden hasta la planta 16); los otros cuatro van desde la planta baja hasta la planta 24.
En su trayecto, los ascensores superiores cuentan únicamente con salidas de emergencia hacia vestíbulos de servicio. Además, cada ascensor es de doble cabina: debajo del compartimento de pasajeros se encuentra un montacargas, que puede activarse desde el centro de control del edificio.
Cada planta dispone de una superficie construida de 1.170 m², lo que se traduce en más de 63.000 m² de oficinas en altura. La superficie total edificada entre ambas torres alcanza los 125.000 m².
La entreplanta de acceso presenta una altura libre de siete metros, mientras que el último nivel, destinado a instalaciones técnicas, alberga buena parte de los sistemas principales del complejo.