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El actor Dominic WestGTRES

Gastronomía

'The Crown', ¿realmente los hijos de Isabel II comían con las manos?

En una escena de la quinta temporada, los actores que dan vida al Príncipe Carlos y la Princesa Ana toman sus espárragos con los dedos, algo que sorprende en primera instancia

En cuanto han salido los nuevos episodios de la serie The Crown me he dispuesto a verlos. La serie está muy bien documentada, los actores son estupendos, los escenarios muy bien montados y las localizaciones resultan fabulosas. La atmósfera está repleta de pequeños detalles que en general son excelentes con una –de momento– gran excepción.
Se trata de una preciosa escena en una comida informal entre el entonces Príncipe de Gales y su hermana, la Princesa Ana. Una terraza abierta y una mesa sencilla sobre un precioso jardín son el escenario donde se desarrolla una conversación familiar entre ambos. Están tomando un extraño plato de espárragos verdes dispuestos solos sobre el plato, no hay guarnición ni salsa. Ya empieza a ser raro, porque la mesa está extrañamente vacía, falta componer mejor ese almuerzo ligero.
Es entonces cuando el Príncipe de Gales anima a su hermana a comer algo, y aunque ella manifiesta carecer de apetito se anima a picar. Ambos actores, ni cortos ni perezosos, toman sus espárragos con los dedos, algo que sorprende en primera instancia ¿alguien imagina al futuro Rey de Inglaterra comiendo con las manos, no en un entorno campestre o similar, sino en una estancia de palacio? A esta escena sigue un momento que mejora lo anterior. La actriz que representa a la Princesa Ana coge un espárrago de su plato, igualmente sin cubiertos, y en un estallido de poder ¡crac! lo muerde por un lateral de la boca como si fuera un auténtico cowboy de las praderas de Texas, y después tira de él de inmediato. En un gesto al que el espectador asiste divertido y asombrado por lo escasamente apropiado que resulta.
No es la primera vez que observo cómo ocurren escenas extrañas en películas, por otra parte muy buenas. Muchas veces relacionadas con la mesa, con la etiqueta en ella o sencillamente concernientes a la educación que corresponde a según qué personajes.
La cortesía de comer bien no es algo extraño en la historia. A lo largo de los milenios el comportamiento en la mesa se ha reglamentado de forma diferente, y conocer esas reglas que generalmente se aprenden en la infancia es muestra de buena crianza. Y cuando uno observa a otras personas que no las ponen en práctica, conoce de inmediato que no procede del mismo mundo. Son las normas marcadas por la etiqueta. En realidad, los buenos modales son un auténtico lenguaje para iniciados.

Cortesía y educación

Algunos ejemplos a lo largo de la historia: en Roma se comía con la mano derecha y no con la izquierda, solo se usaban tres dedos, utilizaban servilleta y era una grosería mancharse el resto de la mano de comida. Solo los dedos. En la corte andalusí, a la llegada de Ziryab, en el s. IX, se impuso un orden concreto en los platos, poniendo los entrantes fríos primero, después los platos principales y al final los dulces. Un sistema heredado del mundo clásico y que hemos seguido hasta la actualidad. Alfonso X el Sabio recomendaba en sus Partidas acostumbrar a los príncipes a comer con educación, a no limpiarse las manos en los vestidos y a usar servilletas. Y así a lo largo de la historia, encontraremos diferentes protocolos y sistemas de protocolo.
Hay ciertos aspectos genéricos que tienen un significado para todos, por ejemplo es poco atractivo hacer ruidos con la comida, de lo que las sopas y los espaguetis son los dos grandes culpables; servir a los demás antes que a uno mismo, comer con la boca llena o sorber la sopa o el vino. Esto último es sumamente desagradable, por cierto. Todas estas cosas hacen la comida más agradable a quienes la comparten con nosotros. O, mejor dicho, evitan que el acto de comer resulte desagradable en compañía. Ese es el significado de la etiqueta, de la cortesía y de la educación, en distintos niveles y con diferente profundidad. Hacer la vida más agradable.
Y sí, la etiqueta tiene un sentido, la cortesía significa respeto, amabilidad, conocimiento y como casi todo lo que tiene que ver con la alimentación, es cultura. Todo se dice en la mesa, nada se escapa: dime cómo comes y te diré quién eres.