Dormitorio de la Royal Suite del Mandarin Oriental Ritz.
Secretos y anécdotas del Ritz de Madrid, el primer hotel palacio de España
Durante el máximo esplendor de la Belle Époque madrileña se inauguró el primer hotel-palacio de la capital. Hoy, 115 años después, el Ritz se ha convertido en parte viva y alma de nuestra capital
El Madrid de 1910 estaba en plena transformación. Comenzaban a convivir la tradición decimonónica con los primeros signos de modernidad. Las calles se iluminaban, los tranvías recorrían el centro y la Gran Vía, símbolo del progreso urbano, acababa de iniciar su construcción. Se abrían cafés, teatros y tertulias literarias donde florecía la vida cultural: Galdós, Valle-Inclán, Gómez de la Serna, Ortega y Gasset, Jacinto Benavente, Pío Baroja o Azorín animaban el debate intelectual.
Tras haberse hospedado en los Ritz de Londres y París, el rey Alfonso XII impulsó un hotel palacio similar para el nuevo Madrid
En este ambiente de cambio, el rey Alfonso XIII tuvo un papel fundamental: quiso proyectar la imagen de una España moderna con una capital europea al estilo de Londres o París, donde había pasado su luna de miel en 1906. Tras haberse hospedado en los Ritz de esas ciudades, soñó con un hotel palacio para el nuevo Madrid. El rey contactó con su creador, César Ritz, y con el arquitecto Charles Mewes. Así comenzó la historia de un emblema.
Apertura revolucionaria
Jardines y fachada del Mandarin Hotel Ritz de Madrid.
El Mandarin Oriental Ritz conserva intacta su aura de gran hotel europeo más de un siglo después de su inauguración, superando épocas en las que el concepto de lujo se ha redefinido una y otra vez. Fue el primer hotel palacio de España y el último creado y diseñado por César Ritz. Su apertura supuso una auténtica revolución: fue pionero en la hostelería moderna al introducir el servicio personalizado 24 horas y una gastronomía acorde con los estándares internacionales.
Fue el primer establecimiento en España en ofrecer habitaciones con baño privado
Fue el primer establecimiento en España en ofrecer habitaciones con baño privado; inicialmente solo diez por planta, aunque pronto se amplió al resto. Ofrecía servicio de ómnibus-automóviles a las estaciones, peluquería, intérpretes, salón de lectura y un fumoir de estilo holandés. Contaba con ascensor y central telefónica y en todas las habitaciones había carpetas de cuero para papel y sobres elaborados por la fábrica de Enrique Loewe. Llamó especialmente la atención una gran cúpula de cristal que en la planta principal cubría un jardín de invierno.
La joya hotelera de España
Anuncio de la apertura del hotel en el «ABC», con habitaciones desde 7 pesetas.
Para dirigir la que fue considerada gran joya hotelera de España se escogió como director a «D. Antonio Mella, que tiene acreditada su pericia en los hoteles Ritz de París y Londres y Explanada de Hamburgo», según la crónica publicada por ABC el 3 de octubre de 1910. Continuaba el texto destacando a su esposa: «Mme. Mella está considerada la mejor y más inteligente ‘gouvernante’ de Hoteles Ritz». Todo muy innovador, incluido el matrimonio al frente. Desgraciadamente, César Ritz estaba enfermo y no pudo asistir a la inauguración del 2 de octubre de 1910, aunque sí lo hizo la familia real al completo.
Hospital en la Guerra Civil
La magnífica terraza del Mandarin Oriental Ritz.
Un histórico alojamiento siempre unido a la capital y que ha evolucionado con ella. En pleno corazón del triángulo del arte, es parte viva de la historia y cultura madrileña, y su influencia en la percepción de Madrid como destino de lujo y refinamiento es indiscutible. Transmite al viajero los valores de la ciudad: elegancia, hospitalidad, discreción y amor por el arte. Una auténtica embajada cultural que nunca cerró sus puertas hasta su reforma. Durante la Guerra Civil fue utilizado como hospital, se cree que la cantina de empleados del sótano funcionó como pequeña oficina de correos. A lo largo de los años ha acogido a reyes, jefes de Estado y personalidades de todo el mundo. En 2004, durante la boda de Felipe VI, alojó a 24 delegaciones de casas reales, todo un desafío de protocolo.
La nueva cúpula
La cúpula del hotel.
Con la restauración iniciada en 2018 se quiso preservar la esencia original, manteniendo viva la idea de aquel «pedazo de París en Madrid», pero con el convencimiento de que se había convertido en un símbolo de la capital. La reforma, dirigida por el arquitecto Rafael de la Hoz y la interiorista Dorothée Boissier (Gilles & Boissier), recuperó la emblemática cúpula de cristal, dañada y tapada desde hacía décadas. En 1910 fue toda una revolución arquitectónica, pero los daños de la guerra y su cierre en los años 50 la habían dado por olvidada. La nueva cúpula, rediseñada con tecnología de vanguardia, ha resistido incluso el temporal Filomena y ha recuperado la luz y la soberbia arquitectónica del creador.
Durante la reforma se pusieron en valor espacios antes ocultos, como las dos cúpulas de la sexta planta que servían de almacén junto a las dependencias de mayordomos y doncellas y hoy convertidas en habitaciones con vistas al Prado. Otro espacio recuperado es la escalera de servicio que ahora da acceso al Spa, rediseñada en forma almendrada y apodada El Ojo.
Bienestar y silencio
Spa The Beauty Concept del hotel Ritz.
El Spa Wellness, revestido de mármol estatuario y decorado con lámparas de araña de cristal, ofrece una experiencia única de bienestar y silencio. Bajo la dirección de The Beauty Concept, es el tesoro escondido del palacio. Por primera vez el grupo externaliza un servicio tan importante. Tras dos años de trabajo conjunto, se definieron protocolos, materiales, tratamientos y aromas. El Ritz es consciente de que cada vez más el huésped busca salud y bienestar, por ello se ofrece un servicio de chófer para acceder a la medicina estética y peluquería del prestigioso centro The Beauty Concept en Madrid.
El Spa Wellness, revestido de mármol y decorado con lámparas de araña de cristal, es el tesoro escondido del palacio
El resultado es un equilibrio perfecto entre el clasicismo, savoir faire, refinamiento histórico y la modernidad que aporta Mandarin Oriental. Una fusión entre la experiencia de los veteranos y la energía de las nuevas generaciones, todos fieles a la filosofía de integridad y respeto. Desde sus orígenes los empleados han tenido conciencia de pertenecer a una institución, formando parte de la llamada escuela Ritz, símbolo de lealtad, discreción, elegancia y tradición.
Flores y pasteles
Las flores de Brumalis decoran las estancias del hotel.
Tras tres años de obras, reabrió en 2022. A las dos horas, ya estaba lleno de visitantes emocionados que aseguraban haberlo echado de menos. Se conservan muchas piezas decorativas y mobiliario, así como toda la platería, más de 3.000 piezas originales de 1910: carros de desayuno, champaneras del rey y cubertería inglesa estilo Luis XVI, una colección viva a disposición de los clientes. Las flores, a cargo de Brumalis, son el reflejo perfecto de la armonía buscada. Desde las estancias más grandes hasta los pequeños rincones, parecen recién cortadas del jardín, aportando frescura, inocencia, sencillez y elegancia.
El pastel de bienvenida se elabora artesanalmente cada mañana.
El famoso pastel de almendra es otro icono y parte esencial de la estancia. Tiene más de un siglo y se inspira en la tarta Victoria, creada para la boda de Alfonso XIII y María Victoria de Battenberg en 1906. Este sencillo bizcocho de almendras se elabora artesanalmente cada mañana y se ofrece como detalle de bienvenida, durante el té de la tarde o por encargo para celebraciones o para que el huésped lo lleve a su hogar.
Ni artistas ni toreros
Uno de los clásicos carritos de comida de plata del Ritz.
Entre las muchas anécdotas, se recuerda que en sus primeros años no se permitía la entrada a artistas ni toreros, ya que fue concebido como un remanso de paz y discreción. Hubo excepciones, como Leslie Howard, Rita Hayworth o Sir Laurence Olivier. La familia Market, propietaria del hotel, construyó el Palace justo enfrente para alojar a quienes no podían hospedarse por las normas de protocolo. Se dice que existía un pasadizo secreto entre ambos hoteles que permitía al Ritz abastecerse de cualquier producto solicitado por sus huéspedes.
Un cliente quiso hacerse un traje de luces y otro recibió un burro como regalo cuyo traslado a México fue gestionado por el hotel
Ha hospedado a casi toda la realeza mundial y a los jefes de Estado más importantes. Algunos huéspedes anónimos han dejado recuerdos imborrables. Entre las peticiones más extravagantes figura la de un cliente que quiso hacerse un traje de luces o la de otro que recibió un burro como regalo y cuyo traslado a México fue gestionado por el hotel. Cada cliente es tratado como parte de la familia.
El tiempo pasa y la historia continúa escribiéndose mientras en este palacio sigue latiendo el espíritu creativo de César Ritz y el alma modernizadora de Alfonso XIII.
