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Una forma de acotar consiste en pensar en las habilidades que tienen en su vida cotidianaGTRES

¿Cómo elegir carrera cuando no hay una vocación clara?

Salvo en los raros casos en los que hay una vocación desde la más tierna infancia, lo más habitual es que los jóvenes se pierdan en un «no sé» perpetuo, porque realmente no saben en qué consisten los trabajos que pueden tener de mayores

La selectividad no es la parte más complicada para los estudiantes de 2º de Bachillerato. Aún les queda un paso fundamental hacia el resto de su vida adulta: qué estudiar. Y no es una decisión sencilla en un panorama universitario que ofrece más de 3.000 títulos de grado diferentes. Ofrecemos una guía con las cuestiones que conviene tener en cuenta.
  • La pregunta correcta no es «¿qué quiero ser de mayor?»
Preguntar a un chico o una chica de 17 años qué quieren ser de mayores cuando aún no son capaces de decidir ni su «outfit» para la quedad del viernes es casi como hacer un brindis al sol. Salvo en los raros casos en los que hay una vocación desde la más tierna infancia, lo más habitual es que los jóvenes se pierdan en un «no sé» perpetuo, porque realmente no saben en qué consisten los trabajos que pueden tener de mayores. Está tan lejos de ellos el concepto «de mayor» como la idea de un puesto de trabajo y lo que supone. Y acaban eligiendo en función de la última asignatura que recuerdan como razonable, muchas veces más movido por la cercanía con el profesor que por la materia.
  • Mejor pregunta «¿qué destrezas tengo que podrían convertirse en un trabajo?»
Los estudiantes que no tienen muy clara su vocación suelen hacer una primera criba en la selección universitaria por puro descarte: evitan las carreras que tienen que ver con aquellas asignaturas que se les han dado peor o les han gustado menos. Pero cuando se quedan con el amplio abanico de las posibles, les es difícil afinar más el tiro. Una forma de acotar consiste en pensar en las habilidades que tienen en su vida cotidiana. No se trata tanto de volver a revisar las cualidades académicas en cada ámbito, sino los detalles del día a día que nos reflejan una mayor destreza en un área. Por ejemplo, una chica que tiene una especial sensibilidad por la belleza, que cuida mucho su forma de vestir y es consejera en su entorno, no necesariamente se tiene que dedicar a la moda, pero claramente tiene algo en su interior relacionado con el diseño, la creatividad o las humanidades. Podemos descubrir empatía, organización, gestión, visión espacial… y guiar con esos aspectos la elección de carreras en las que sean necesarios esos dones.
  • El trabajo que van a hacer mañana hoy todavía no existe
Podemos olvidar los clásicos sermones sobre qué trabajos son mejores y peores porque la revolución de la inteligencia artificial que acaba de arrancar está demostrando que los entornos laborales van a cambiar significativamente. En los cuatro o cinco años que pasarán los estudiantes en la universidad, el perfil profesional de cualquier titulación que hayan elegido se va a modificar. Tendrán que prepararse durante ese tiempo para hacer frente a los cambios que experimente su área de trabajo. Por eso no merece la pena en que elijan carrera demasiado obsesionados en pensar en el trabajo que van a desempeñar porque es poco probable que se parezca el que desempeñarían hoy si acabasen ahora mismo la carrera.
  • ¿Me gusta? Me encanta
Los adolescentes son emocionalmente impulsivos y la búsqueda de placer inmediato con rédito asegurado fomenta que tengan muy poca capacidad de resiliencia: se cansan incluso de lo que les gusta. Saltan fácilmente de una actividad a otra. Sin embargo, en ocasiones hemos visto cómo adquirían un enorme compromiso con no pocos sacrificios. Por ejemplo, cuando practicaban un deporte o tocaban un instrumento musical. Tuvieron que superar muchos días la tentación de tirar la toalla, noches de entrenamiento y de ensayo en las que no encontraban sentido a tanto esfuerzo. Pero como les encantaba, aunque en ese preciso momento no les gustara lo que les había tocado, el esfuerzo les merecía la pena. Al elegir una carrera, un «me gusta» debe ser solo el principio, porque llegarán días en los que no les guste, y, sin embargo, podrán sobreponerse a ese brote emotivista.
  • Hazlo tan bien que no puedan ignorarte
Este es el título de un libro escrito por Cal Newport muy recomendable para jóvenes y adolescentes, porque les demuestra que no hay un problema de desempleo: hay trabajo, trabajo para aquellos que lo hacen tan bien en su campo que se convierten en imprescindibles, aunque su campo sea uno aparentemente marcado por las tasas de fracaso profesional. Por supuesto que hay excepciones a la regla. Pero si un estudiante destaca en un ámbito, aunque salga en todos los pesimistas rankings periodísticos sobre el desempleo en egresados universitarios, lo hará tan bien que su trabajo no pasará desapercibido y tendrá un hueco adecuado.
  • Un año perdido no es un error sino una oportunidad de madurar
El índice de fracaso en el primer año de carrera es elevado. No es infrecuente que el estudiante se dé cuenta de que se ha equivocado en su elección al conocer más a fondo en qué consiste una carrera que solo conocía de oídas. Pero no debemos pensar que eso sea un fracaso porque, además de los saberes que se haya llevado de un año de aparente equivocación, su crecimiento personal habrá sido enorme porque no solo ha descubierto cuál era el criterio más adecuado para tomar una decisión, sino que ha sido capaz de aceptar que la decisión anterior tenía que ser revisada.
  • Un grado no nos ata para siempre a un trabajo
La decisión más importante en la vida de los jóvenes no es qué carrera elegir porque eso no marca necesariamente qué trabajo van a desempeñar el resto de sus vidas. Incluso carreras tan determinísticas como la medicina o la arquitectura, pueden sorprendernos con puestos de trabajo que no son los que habitualmente tenemos en la cabeza para esas titulaciones. Además, a lo largo de la trayectoria laboral, cada vez más abultada, cualquier persona puede cambiar varias veces de empleo, incluso de sector, seguir formándose y reinventarse. De modo que no debemos obsesionarnos con que lo que estudien va a marcar toda su existencia futura.

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