Fabiola y Bertín no pueden mostrarse más orgullosos de su hijo
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Kike, hijo de Bertín y Fabiola, cumple 15 años de lucha
Nació de forma prematura con una lesión cerebral causada por una listeriosis durante el embarazo
La vida de Bertín Osborne y Fabiola Martínez cambió el 31 de enero de 2007, al recibir, de forma prematura, a su primer hijo en común, Kike. El pequeño, que hoy cumple 15 años, nació con una lesión cerebral causada por una listeriosis que sufrió su madre durante el embarazo. Aunque, en un primer momento, los médicos auguraron que no iba a ser capaz ni de hablar ni de moverse, con el paso de los años, se ha convertido en un ejemplo de superación.
Fabiola contó recientemente en el programa En el punto de mira, que consumió algo peligroso para el feto durante la semana 29 de gestación. «No sé exactamente lo que fue, pero consumí algo que tenía la bacteria listeria, provocándome una listeriosis; es decir, una infección que aceleró el parte. Tuvimos suerte porque normalmente los fetos con esta infección mueren». «Sospeché que fue por el queso, ya que no podía tomar carne y tomaba muchos lácteos», dijo.
Kike es un ejemplo de superación a pesar de que los pronósticos no eran del todo favorables. Los médicos les dijeron que no vería ni hablaría ni andaría. Gracias a su fortaleza les ha demostrado que es capaz de todo lo que se propone y que su resiliencia y capacidad de superación es uno de los rasgos que mejor le define. Desde que tiene cinco años, se somete a una novedosa terapia llamada Lokomat, impartida en la Fundación Nipace y que tiene por objetivo recuperar la masa muscular.
«Se trata de un robot, cuya maquinaria está valorada en 450.000 euros, que reproduce la marcha humana y permite trabajar y lograr importantes avances en el tratamiento a niños y jóvenes con parálisis cerebral», explicaba Bertín en El Español en 2019, añadiendo que »puede ayudarle a recuperarse de las cirugías a las que ha tenido que someterse este año, porque logra un avance más rápido en la recuperación de fuerza en los miembros inferiores".
Desde bien pequeño ha tenido que someterse a peligrosas operaciones. El peor momento, reconoce Fabiola, fue la cirugía de cadera, piernas y pies, que le supuso mucho sufrimiento interno, así como la operación de válvula intracraneal, que se le infectó cuando apenas tenía dos años. «Nunca lo había visto sufrir tanto», explica a Vanitatis.
Por todo ello, no pueden estar más orgullosos de los avances que va a haciendo, superándose a sí mismo. «Kike no cogía la cuchara y ahora la coge; teníamos que darle de comer y ya se lleva él la comida a la boca; ya pide hacer sus necesidades…Parecen cosas fáciles que todos hacemos sin pensar, pero que para él suponen un esfuerzo», explicó Fabiola en una entrevista. Tanto ella como su exmarido están volcados en su hijo a pesar de su separación matrimonial. Se deshacen en halagos y viven pendientes de las continuas evoluciones que realiza y de las que nos hacen partícipes a través de su cuenta de Instagram.
Tras su separación y la marcha de Bertín del hogar familiar, Fabiola se mudó con sus hijos a un piso de lujo en pleno centro de Madrid, propiedad de Carlos Sobera. Allí, Kike cuenta con todas las comodidades que necesita, y con las atenciones de su madre y su hermano pequeño. La máxima preocupación de todos ellos es organizar todo para cuando ellos no estén: «Quiero dejar organizadas ciertas fórmulas legales para dejarle protegido cuando no estemos y que le permitan seguir en un entorno familiar, o que consiguiese autonomía suficiente para poder vivir en un piso tutelado, donde pudiera desarrollarse y tomar sus propias decisiones», explicó Fabiola.
Mientras tanto, intentan ayudar a otras familias que, como ellos al principio, se encuentren se encuentren inmersos en un mar de dudas a través de la Fundación Bertín Osborne que crearon cuando Kike nació y que, en la actualidad, preside Fabiola. «Está compuesta por un grupo de profesionales comprometidos, cuyo objetivo principal es apoyar y proporcionar recursos útiles a los padres de niños con daño cerebral y a toda su unidad familiar», señala su página web.
Desde la propia Fundación, han querido honrar al ya adolescente Kike y felicitarle con una publicación y un emotivo mensaje: «Criar a un niño o niña con discapacidad es un camino difícil y desconocido, y muchas veces los propios médicos no pueden llegar a determinar qué habilidades va a poder desarrollar, por ello es importante celebrar cada pequeño logro y acompañar con amor».