Las 5 confesiones más íntimas de Isabel Preysler en su documental
Leyenda viva del papel cuché, abre las puertas de su casa de Puerta de Hierro para un especial navideño de Disney+
- Sobre el paso del tiempo. «Es un horror envejecer, pierdes facultades y pierdes agilidad, no solo física, también mental. Lo que no me importa es morir, porque eso lo comprendo, pero envejecer es una lata».
- Ante la adversidad. «Intento hacerme la fuerte y creo que lo soy. Hay momentos en la vida en los que pienso en que no sé cómo hacerlo, como cuando Miguel (Boyer) enfermó. En unos segundos, tu vida cambia. Recuerdo dormir por la noche y despertar sin creer que eso estuviera pasándome».
- Relación con el servicio. «Ramona es la cocinera de mi casa y sabe todo de todos, es el corazón de la casa. El chófer es muy importante; Rafael es de mi confianza absoluta. Elías es otro asistente, vino más tarde, se integró perfectamente y le queremos muchísimo. Son parte de la familia y hacen que tenga buen ambiente la casa. La gente que viene me lo dice».
- Su llegada a España. «Vine con 18 años sin ganas, porque yo tenía un noviete filipino que a mis padres no les gustaba absolutamente nada. Había un cura que venía a casa todas las semanas y mi madre le hizo hablar conmigo porque mis padres habían decidido mandarme a Madrid. Me dijo 'si dentro de dos años sigues enamorada y te quieres casar con él, yo lo haré, pero primero vete a España'. Y así hice».
- La importancia de la soledad. «Busco y necesito siempre esa soledad. No es fácil y algunas parejas no lo comprenden, pero para mí es una cosa imprescindible. Llegas a una edad en la que dices 'mira, voy a disfrutar solo las cosas que verdaderamente encuentro que merecen la pena».