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28 de abril de 2024

La Princesa Ana en una imagen reciente

La Princesa Ana en una imagen recienteGTRES

Ana, la otra Reina de la monarquía británica

Para el excapellán de Isabel II «la Princesa Ana es uno de los miembros más impresionantes y eficaces de la familia real o el que más»

«Es muy inteligente, muy sensible y ¡muy divertida!; en la Capilla Real cantaba muy alto, aunque de manera disonante. Así la describía su abuela, la Reina Madre, en una carta que escribió el 28 de marzo de 1954 a Isabel II, que se encontraba de viaje por Australia y Nueva Zelanda, para ponerla al corriente de cómo estaban Carlos y Ana pues aún no habían nacido Andrés ni Eduardo. Al ser dos años menor que el Rey, se criaron juntos, primero en Clarence House y luego en Buckingham Palace, casi siempre rodeados de adultos. Y como compañeros de juegos Ana era la que mandaba, “cogía todo lo que Carlos quería y todo lo que él tenía ella lo deseaba», decía Mrs. Parker, la esposa del secretario privado del Príncipe Felipe. Pronto se vio que eran muy diferentes. Carlos, que enseguida hizo de hermano mayor, era un niño de un carácter excepcionalmente dulce, «demasiado dulce» dijo el abuelo Jorge VI en sus últimos días; mientras que Ana era «decidida, deportista y valiente (…), no se deja impresionar por el rango o el título, no teme la controversia y le importa poco la opinión de los demás», recoge Ingrid Seward en Mi marido y yo. En una ocasión la propia Princesa comentaba que «debería haber sido un chico», incluso algunos próximos a la familia pensaban que tendría que haber sido el hijo mayor de la Reina, pero, aun así «desde una edad bastante temprana siempre acepté el papel de ser la segunda en todo».
En las semanas previas a su coronación, Carlos III contempló conceder una entrevista con motivo del acontecimiento, pero finalmente lo delegó en su querida hermana evitando así preguntas incómodas sobre Harry, quien habiendo destrozado la fachada de la familia, tardaba en responder a la invitación del Rey. La Princesa Ana afirmaba en la televisión pública de Canadá que no estaba de acuerdo con la idea de una monarquía reducida, –impulsada desde hace años por Carlos–, aunque dejaba claro que los planes para modernizar la institución eran anteriores a la marcha de Harry hace ya cuatro años. Ella fue la única que cuando falleció Isabel II en Balmoral «lo recibió amablemente y lo llevó a la habitación de la Reina», según desvela Omid Scobie en «Endgame», y también la única con peso en la familia que saludó en la coronación al «pelirrojo traidor», como algunos periódicos lo califican en Reino Unido, mostrándole cercanía en la abadía de Westminster; por lo que podría ser la mediadora para un eventual regreso de Harry; no hay que olvidar que a los 39 años fue nominada al Nobel de la Paz por su trabajo al frente de Save the Children. No obstante, también recomendó al Rey que desalojara a los Sussex de la residencia que disfrutaban en Windsor.
La Princesa Ana saludando a Harry en la Coronación de Carlos III

La Princesa Ana saludando a Harry en la Coronación de Carlos IIIGTRES

Guardaespaldas de Carlos III

En la actual doble crisis de salud y de personal en activo de la monarquía, Ana es junto con Camila el principal apoyo de Carlos como Jefe de Estado y como hermano de curación incierta. El pasado 10 de enero, cuatro semanas antes de que Buckingham Palace hiciera público que el Rey padece cáncer, la Princesa Ana iniciaba en Sri Lanka el primer viaje oficial fuera de Reino Unido de un miembro de la familia real en 2024. Al bajar las escalerillas del avión comercial con una bolsa de viaje en cada mano, mostraba la esencia de lo que es y representa: un compromiso de servicio junto a una imagen de austeridad que encandila a los británicos. Cuando le preguntaban en Colombo por su carga de trabajo, respondía que ella forma parte «de los ojos y los oídos» de la monarquía.
Por sus servicios a la institución se ha ganado en la prensa títulos simbólicos como «mano derecha», «arma secreta» o «la roca» del Rey. El título de Princesa Real, que otorgan los monarcas ingleses a la hija mayor desde el siglo XVII, lo recibió de Isabel II al cumplir 37 años. A diferencia de sus hermanos no fue a la Universidad ni hizo carrera militar, aunque como coronel de los Blues and Royals en las grandes ceremonias con desfiles militares es «gold stick», el oficial que protege al monarca, su guardaespaldas. Por eso, montada en su caballo Faulkand y manteniendo la figura de campeona de Europa y jinete olímpico que fue, llevó una vara dorada detrás de la carroza el día de la coronación, así como en el pasado Trooping the colour, la celebración oficial del cumpleaños del soberano, cuando tuvo lugar la última salida al balcón de Bucking ham. Allí, la única hermana del Rey, que conoce la fragilidad de la institución, aparecía en un lado apoyada en su fusta, mirando con añoranza a los protagonistas, intuyendo los problemas que se avecinaban.
La Princesa Ana en la celebración Trooping the Colour

La Princesa Ana en la celebración Trooping the ColourGTRES

Imagen casi espartana

Los británicos ven en la Princesa el reflejo de la Reina Isabel ya que de su madre no sólo ha heredado la pasión por los caballos. Cumpliendo con el deber, «pulling her weight» –tirando del carro– y dando una imagen casi espartana, cuenta con el cariño de la ciudadanía de la que depende la supervivencia de la monarquía. El ex capellán de Isabel II, Gavin Ashenden, nos confirma que «durante mucho tiempo, la Princesa Ana ha sido considerada por muchos como uno de los miembros más impresionantes y eficaces de la familia real o el que más». Que reina en el corazón de los británicos lo respaldan las encuestas porque en esta carrera por la popularidad, su caballo figura entre los ganadores. Seis puntos por delante de Carlos III según la última medición de IPSOS del mes de enero y con un 67 % de popularidad, tan sólo la aventaja del Príncipe de Gales, que con un punto más encabeza la lista elaborada por YouGov; una muestra del poder del heredero.

457 actos oficiales en 2023

Ashenden considera que sería «muy sorprendente que en la actual crisis de salud no se la invitara a desempeñar un papel más destacado en el funcionamiento de la monarquía», aunque tampoco descarta que «quizá se trate más de repartir el foco mediático que de simple competencia, pues ya se sabe que la Princesa Ana es uno de los miembros más trabajadores de la familia». De hecho, según el análisis realizado por The Telegraph el pasado mes de diciembre, del total de 2.292 compromisos oficiales realizados por la familia real en 2023, Ana, con 457 actos, es la que más sirvió a la Firma. Le sigue muy de cerca el Rey, con 425 salidas, aunque buena parte de su trabajo, al no ser cara al público, no aparece reflejado en la Circular de la Corte, el documento que recoge los actos oficiales. Las cifras no sólo desvelan que la hija de Isabel II vive entregada a la institución, para la que trabaja desde hace más de 60 años, sino que es la más empleada por expreso deseo del monarca, que es quien reparte las cartas.
La Princesa Ana en Sri Lanka

La Princesa Ana en Sri LankaGTRES

La Princesa Real es patrona de más de 200 organizaciones y una muestra de que están realzado su figura es que ha heredado de la Reina Isabel dos nuevas damas de compañía para tareas administrativas, Lady Elisabeth Leeming y Susan Rhodes. Además, acaba de estrenar secretario privado, el coronel John Boyd, «en línea con su preferencia de tener personal que hable claro y trabaje con rapidez», publicaba The Telegraph el 1 de febrero. «No le gusta que la fotografíen, ni las conversaciones triviales», escribe Robert Hardman en «Monarchy», y su sentido del humor a veces puede resultar desconcertante, en lo que probablemente se parece a su padre. En una ocasión cuando un fotógrafo la llamó «amor» no dudó en contestarle: «yo no soy tu «love» sino tu Alteza Real».

Más de campo que de ciudad

Mientras el Rey está enfermo en Sandringham y vuela una vez por semana a Londres para recibir tratamiento, «esperanzado» de poder visitar Australia el próximo mes de octubre –sería su primer viaje de Estado como Rey fuera del continente–, Ana es la que mantiene vivo el espíritu de esta monarquía cuando quizás las horas más tristes estén por llegar. Desde hace 17 meses Isabel II no está presente y en Nottingham, el día de su aniversario de ascensión al trono, su única hija llevaba puesta su chaqueta de lana color berenjena, dejando aflorar recuerdos personales y enlazando el pasado con el futuro. Ese punto de emoción con un toque de conciencia medioambiental, unido a la estética personal de Ana, desvelaba la finura de la maquinaria de Buckingham. Como presidenta de la Asociación de Moda e Industria Textil, en el viaje a Sri Lanka les sugirió a los fabricantes de ropa que podrían modificar las prendas para darles un nuevo uso y no desecharlas. Lo decía con humildad y a la vez con la autoridad de quien lleva décadas reciclando y utilizando sus vestidos antiguos, mucho antes de que la sostenibilidad y lo «vintage» estuvieran de moda. Al igual que su madre, se considera más de campo que de ciudad y ha heredado de ella el gusto por las prendas de calidad que al cuidarlas pueden llegar a ser eternas, como la monarquía. Ana es una alegoría de la monarquía porque con su filosofía de estilo atemporal, no pasa de moda.
Al igual que los profesionales que trabajan para la institución ajustan y retocan la monarquía según la necesidad del momento, en esta época frenética los modistas de palacio ya están amoldando a su figura los vestidos que lució Isabel II. Así muestran al mundo una Princesa que, a sus 73 años, comparte con Camila, no sabemos hasta cuándo, el centro del cuadro. En los próximos meses, ya sea apoyando a Carlos o a Guillermo, con el impermeable verde cacería, sus botas de montar y un pañuelo atado al cuello sobre el peinado que lleva desde hace unos cincuenta años, o con los vestidos largos de ceremonia que bordó Angela Kelly para su madre, guantes blancos y las joyas de la Corona de valor incalculable, la Princesa Real parecerá una Reina; la otra Reina de la monarquía británica.
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