Emmanuel y Brigitte Macron
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Emmanuel y Brigitte Macron: así nació su historia de amor prohibido
Poco les importaron los 25 años de diferencia a este alumno brillante con inquietudes intelectuales y su profesora de teatro
Ya fuese agresión o broma, el manotazo de Brigitte Macron a su marido está dando la vuelta al mundo. Como se aprecia en las imágenes que se han hecho virales, el presidente francés encaja con cierta sorpresa al verle y ya son muchos los internautas que aseguran que fue una respuesta de la primera dama a una posible discusión durante el vuelo que les llevaba a Vietnam. Desde el Elíseo, aseguran que no es más que una muestra de complicidad entre la pareja y fuentes cercanas a ella, que fue una «peleíta banal».
Macron a continuación le ofreció su brazo para descender juntos por las escaleras del avión, pero ella le rechazó y cada uno bajó por su lado. La escena no ha hecho más que volver a traer a la actualidad la historia de amor tan poco convencional como resiliente entre ambos. Lo que comenzó como una relación entre una profesora de teatro de 39 años y su alumno de 15, hoy es un matrimonio sólido que ha sobrevivido al escrutinio público, a un escándalo social y a un abismo generacional de 25 años. Brigitte Macron, hoy primera dama de Francia, es considerada por muchos como una de las figuras más queridas del país.
Brigitte, siempre impecable, sonriente y con un porte que mezcla elegancia y firmeza, ha construido una imagen de mujer segura e independiente. A sus 72 años, ha logrado mucho más que el rol ceremonial de esposa del presidente: se ha convertido en su principal aliada y consejera política. En el libro Tant qu’on est tous les deux (Mientras estemos juntos), la autora Gaël Tchakaloff revela detalles íntimos del vínculo, incluyendo cómo Emmanuel la llama cada hora y media y cómo ella se ha volcado plenamente en apoyar su carrera.
La relación comenzó en Amiens, una ciudad lo suficientemente grande para tener vida propia, pero todavía aferrada a valores tradicionales. Fue allí donde Emmanuel, alumno brillante y con inquietudes intelectuales poco comunes para su edad, llamó la atención de su profesora de teatro, Brigitte. Ella, madre de tres hijas y casada, quedó fascinada por su mente y su determinación. Comenzaron a pasar horas trabajando juntos en obras escolares, y lo que empezó como admiración mutua derivó en una conexión profunda que pronto despertó sospechas y rechazo en su entorno.
El escándalo no tardó en llegar. En una comunidad conservadora, la diferencia de edad y la naturaleza del vínculo causaron alarma. Las familias locales e incluso la rectoría del colegio recibieron cartas anónimas denunciando la relación. Los padres de Emmanuel, alarmados, decidieron enviarlo a estudiar a París con la esperanza de que la distancia pusiera fin al romance. Mientras tanto, Brigitte enfrentaba el aislamiento social y las críticas, permaneciendo en Amiens con su familia.
El presidente francés, Emmanuel Macron, y su esposa, Brigitte Macron, en Vietnam
Hay quien en sus inicios consideró a Brigitte una especie de Madame Bovary moderna. Una mujer con un esposo fiel y vida marital estable, pero aburrida, que encuentra la diversión intelectual de la que carece en un amante joven. Siendo él menor de edad, la historia de amor entre profesora y alumno podría haber acabado perfectamente en los estrados judiciales, aunque poco pudieron hacer en este sentido porque los protagonistas siempre alegaron que su relación comenzó cuando él ya tenía los 15, la edad de consentimiento sexual en Francia.
El tiempo y la distancia no lograron apagar la llama. Cuando Emmanuel alcanzó la mayoría de edad, se reencontraron, y diez años más tarde, se casaron: él con 29, ella con 53. En su libro Révolution, el presidente francés recuerda con admiración el coraje de su esposa al dejar atrás una vida estable: «Ella fue la valiente. Tenía una familia, hijas, un hogar. Yo solo era un adolescente. Ella no me eligió por lo que podía ofrecerle, sino por quien yo era».
A medida que Macron ascendía en la política, Brigitte también ganó visibilidad, convirtiéndose en figura clave de su entorno más cercano. Se ha dicho que no se limita a acompañarlo, sino que ejerce una influencia real, como una especie de mentora, inspirada incluso en la figura del profesor Higgins en My Fair Lady, quien transforma a Eliza Doolittle. Solo que en este caso, la transformación fue mutua.
Emmanuel Macron tiene un gesto cariñoso con su esposa Brigitte en un acto público
Lo que para muchos empezó como una historia escandalosa ha evolucionado hasta convertirse en un símbolo de determinación y lealtad. Brigitte no fue solo una profesora, ni solo una esposa: ha estado presente en cada paso del recorrido político y personal de Macron, ayudando a modelar su imagen y decisiones desde las sombras, pero con un peso real.
A pesar de las críticas que persisten y los prejuicios que todavía se les atribuyen, ambos se mantienen firmes en la elección que hicieron. «Nuestro amor fue durante mucho tiempo incomprendido, oculto, clandestino... hasta que la gente nos conoce», ha dicho Macron. Ella, por su parte, lo resume con claridad: «Si no hubiera tomado esa decisión, la vida me habría pasado de largo».