Reconfigurando el Imperio: el Tratado de Madrid o la frontera americana entre España y Portugal
Portugal formó parte de la Corona española hasta 1640, lo que permitió el tránsito comercial y de población entre ambos territorios sin dificultades
En el siglo XVIII España seguía siendo un Imperio, aunque disputaba su hegemonía en multitud de territorios con otras naciones emergentes, como inglesa o los vecinos portugueses. El 13 de enero de 1750, España y Portugal resolvieron la disputa territorial por sus posesiones de ultramar en América a través de un tratado. Firmado por Juan V de Portugal y Fernando VI de España, en el documento se actualizaban las fronteras que habían permanecido intactas, sobre los planos, desde el Tratado de Tordesillas (firmado en 1494), aunque desde entonces habían existido rencillas y disputas entre los dos reinos.
En las primeras décadas del siglo XVIII, esos conflictos se habían concentrado en los límites de lo que es hoy Brasil y Uruguay, tanto en el norte como en el sur. En concreto, los pobladores de la colonia portuguesa de Santa Cruz habían realizado varias incursiones en el territorio español con el objeto de capturar indígenas para convertirlos en esclavos y venderlos. Al mismo tiempo buscaban piedras preciosas, en especial esmeraldas.
Ocupó sin permiso parte del territorio español, y esto derivó en una crisis entre ambas coronas, que provocó la búsqueda de un tratado definitivo que actualizase los límites entre ambas coronas
A los miembros de estas incursiones se les acabó conociendo como «mamelucos» o «bandeiras», llamados así porque llevaban una bandera durante sus ataques. Pero la situación se agravó en 1737, cuando el brigadier portugués Silva Páez se adueñó por sorpresa de una pequeña región del río Grande, en la provincia española de San Pedro (hoy corresponde al estado brasileño de Río Grande del Sur). El brigadier y su guarnición se asentaron y crearon un campamento que con los años se trasformó en una pequeña urbe, la actual ciudad de Río Grande do Sul. Ocupó sin permiso parte del territorio español, y esto derivó en una crisis entre ambas coronas, que provocó la búsqueda de un tratado definitivo que actualizase los límites entre ambas coronas.
Un tratado de doble filo para los indígenas
En 1750 se reunieron en Madrid una delegación portuguesa y otra española con la intención de acordar cuáles serían los nuevos límites. Tras varias sesiones y disertaciones, las partes acordaron que la Corona de Portugal tendría plena soberanía sobre «todo lo que tiene ocupado por el río Marañón, o de las Amazonas arriba, y el terreno de ambas riberas de este río; como también todo lo que tiene ocupado en el distrito de Matogroso, y desde este paraje hacia la parte del oriente y Brasil». A cambio, «cede para siempre a la Corona de España la Colonia del Sacramento, y todo su territorio adyacente a ella en la margen septentrional del Río de la Plata».
Los principales perjudicados de este nuevo mapa en América fueron las regiones situadas en la margen izquierda del río Uruguay conocidas como Misiones Orientales, siete pueblos (misiones) que habían creado los jesuitas y donde vivían junto a los guaraníes, a los que enseñaron un oficio, y la religión cristiana. En este punto es importante recordar que la Corona española trataba a los pueblos indígenas como súbditos, es decir, eran personas libres.
Los jesuitas se opusieron a la autoridad de sus seculares enemigos portugueses, a pesar de las amenazas de excomunión por parte del obispo de Buenos Aires
A pocos kilómetros, en territorio portugués, los indígenas eran esclavizados, aunque poco después, en 1755, se prohibió la esclavitud de los indios. Con el tratado las misiones pasaban a manos portuguesas y esta situación preocupó mucho a los guaraníes. Por su parte, los jesuitas se opusieron a la autoridad de sus seculares enemigos portugueses, a pesar de las amenazas de excomunión por parte del obispo de Buenos Aires. La situación fue a más, y en 1756, llegó a la región un ejército aliado hispano-portugués que debía garantizar el cumplimiento del tratado. 30.000 guaraníes, y varios jesuitas, se levantaron en armas para defender su territorio, pero fueron derrotados en la batalla de Caibaté, en la que murieron más de 1.500 guaraníes y varios jesuitas que los acompañaban.
Aquella derrota para los indígenas y los jesuitas se convirtió en victoria pasados once años. Un nuevo acuerdo entre la corona española y portuguesa rectificó el Tratado de Madrid para que las siete misiones pudieran seguir formando parte de España. A cambio, Portugal se quedó con la colonia del Sacramento, que tantas disputas había generado en las últimas décadas. Las fronteras actuales de lo que hoy es Brasil se dibujaron, en su mayoría, en el Tratado de Madrid.