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28 de abril de 2024

Fortaleza de Santa Cruz en Orán, Argelia

Fortaleza de Santa Cruz en Orán, Argelia

Tras la huella hispana (VI)

Lo que queda de España en África: Marruecos, Sáhara y Guinea Ecuatorial

De la presencia antigua en el norte de África queda la soberanía española en Ceuta y Melilla, Alhucemas, Vélez de la Gomera y las islas Chafarinas. Todos estos enclaves tienen la misma configuración que cualquier ciudad española

Los reinos españoles tuvieron en África una presencia temprana; Aragón antes que Castilla. Expansión que promovía Isabel la Católica porque entendía que el norte del actual Marruecos estaba poblado por bárbaros e hispano romanos igual que el sur de España y tenía que constituir un tapón frente a nuevas invasiones, la lucha contra la piratería berberisca y el deseo de los estados nuevos de expandirse territorialmente conducía al sur del estrecho, pero el descubrimiento de América cambió el rumbo.
No obstante, hubo presencia española en África y quedan señales. Trípoli estuvo veinte años bajo dominio español desde 1514, luego se entregó a la Orden de Malta. Allí se construyó el fuerte del que aún se ven restos. En Túnez se puede contemplar el fuerte de Santiago del siglo XVI en la isla de Chikly que da paso a la laguna. También la fortaleza de Borj El Kebir en Djerba o la de La Carraca en La Goleta, construida por los españoles y ampliada por los turcos. En Argelia, las ciudades de Orán y Mazalquivir (Mers el Kebir) están llenas de construcciones españolas puesto que se abandonaron en 1793. En el monte que divide ambas plazas se erige orgulloso el castillo de Santa Cruz.

Norte de África

De la presencia antigua en el norte de África queda la soberanía española en Ceuta y Melilla, Alhucemas, Vélez de la Gomera y las islas Chafarinas. Todos estos enclaves tienen la misma configuración que cualquier ciudad española, con la especialidad de que ahora los peñones menores solo tienen población militar.
Pero el hecho singular con respecto a Marruecos lo constituye la existencia de un Protectorado español en la zona norte desde 1912 hasta 1956. Dejando aparte la guerra, muchas de las ciudades fueron fundadas por españoles (Alhucemas, Nador, Tarfaya o Sidi Ifni), otras pasaron de ser pequeños pueblos a núcleos urbanos importantes (Arcila, Alcazarquivir o Xauen), y en otras más grandes se hizo una buena labor urbanística (Tetuán o Larache).
El ensanche de Tetuán, bien conservado y restaurado es un ejemplo de urbanismo racional. Pero se observa en los últimos tiempos un ánimo destructor de las construcciones españolas con la intención política de borrar las huellas de la presencia colonial. De mal gusto es la reforma de la plaza de España de Tetuán y de sistemática destrucción se puede considerar las actuaciones en las de Larache o Alhucemas.
Sidi Ifni aún conserva una fisonomía española en parte de su callejero y en Tarfaya (la Villa Bens de los españoles) no queda nada después de que se derribara en 1990 el Fuerte de Tierra construido en 1916. El panorama no es, sin embargo, desolador. Los paseos por la zona norte dejan entrever muchas construcciones españolas. Algunas en estado ruinoso.
Obras de la administración, cuarteles, viviendas, hospitales o magníficos teatros como el Cervantes de Tánger (cedido ahora al Estado de Marruecos) o el Español de Tetuán. Hay también un legado inmaterial, un resto de la lengua española que fue dominadora en su tiempo pero que se afanan en mantener los institutos Cervantes y las escuelas e institutos españoles que el Ministerio mantiene en Tánger, Tetuán, Nador, Alhucemas, Rabat, Casablanca y Larache. Incluso podemos encontrar todavía un grupo de voluntariosos escritores marroquíes que emplean el idioma español: Sibari, Akalay, Boussef Rekab, Bouhsina, Taha, Lambret y otros. Presencia idiomática que se mantiene también por la afición a ver la televisión española.

Sahara

El caso de lo que fue el Sahara español es peculiar. Un territorio no autónomo, sin descolonizar que pasa a ser colonizado por un país que fue colonia y que va consolidando, por la vía de hechos consumados, un dominio político. La presencia española en el desierto fue desigual. Desde la década de 1880 en Villa Cisneros y poco entes de la saluda en las zonas del interior. Pero a los españoles se deben las dos principales ciudades: Villa Cisneros (hoy Dajla) y El Aaiún (hoy Laâyoune). Solo eran anteriores las ruinas de Smara.
Los españoles fueron construyendo puestos militares donde había pequeñas escuelas y dispensarios médicos que, con el tiempo y la inversión, se convirtieron en pequeñas ciudades: Hagunía, Daora, Tifariti, La Güera, Tichla, Mahbes, Auserd…. Por desgracia, la política marroquí es la de acabar con la huella española. Quedan en pie algunos edificios (iglesias, cuarteles…), pero otros fueron derruidos. Caso especial es el del fuerte de Villa Cisneros, construido en 1886 y destruido en 2004 con una fuerte oposición. Era el edificio más antiguo del Sahara, pero recordaba a España. Un símbolo desaparecido. En La Güera, frontera con Mauritania en Cabo Blanco, los restos españoles están siendo sepultados por la arena.

Guinea Ecuatorial

En Guinea el panorama es radicalmente distinto. En primer lugar, porque el español es el idioma oficial y el de uso común. En segundo lugar, porque la cultura guineana tiene una raíz española profunda. En tercer lugar, porque hay muchos guineanos, aquí y allí, con doble nacionalidad. Y, en cuarto lugar, porque el modo de vida guineano es un modo de vida africano e hispano a la vez.
Aunque a veces el discurso político de los líderes guineanos presenta rasgos antiespañoles, es solo pose e intentos de arañar partidarios entre los radicales. Las ciudades de Guinea son de fundación española, aunque se hayan engrandecido notablemente en los últimos tiempos, reflejo del dinero del petróleo. Santa Isabel (hoy Malabo) es la primera ciudad de la nación. Fue fundada por ingleses con el nombre de Clarence, pero su fisonomía urbana es netamente española en su parte histórica en la que se pueden apreciar los edificios coloniales. Otro tanto ocurre con Bata, en la parte continental. Y otras muchas ciudades surgidas alrededor de los puestos de la Guardia Colonial que, además, constituían cruces de caminos nuevos: Mikomeseng, Nsork, Mongomo, Ebibeyin, Evinayong, Niefang, Benito (Mbini)…
Una anécdota divertida. Cuando la selección española de fútbol, entonces campeona del Mundo, fue a inaugurar el estadio Nacional de Malabo en 2013, en un partido contra la de Guinea, los españoles presentes se asombraban al oír a los guineanos de cierta edad cantar la letra de Pemán cuando sonaba el himno español.
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